La rebaja de la velocidad en vías urbanas apenas cala entre los conductores de Murcia

«La verdad es que muchas veces tengo miedo y me siento indefensa cuando circulo por la calzada», confesaba ayer una usuaria del patinete eléctrico mientras transitaba por el carril bici de Rector Lostau, y justo a la vez que otro joven se subía a la acera con uno de estos vehículos, conducta también prohibida y a controlar.

Partiendo de esta búsqueda de una mayor seguridad, la reforma normativa se mueve en tres direcciones. La primera es la de acabar con la regla general máxima de los 50 km/h en vías urbanas. A partir de ahora, este límite pasa a ser de 30 km/h en aquellas calles con un único carril por sentido de circulación. La mayoría del casco urbano de la capital ya contaba con esta limitación desde la última legislatura de Miguel Ángel Cámara.

No obstante, muchos conductores no llegaron a interiorizar siquiera este plan de calmado de tráfico en su día. «En general, a no ser que vea un disco muy claro o que la calle sea particular, circulo a 50 km/h», explica Mariano tras bajarse de su auto en la zona de San Esteban. Lo mismo señalan profesionales como Andrés, electricista, y Juan Pedro, repartidor, que se pasan buena parte del día en la carretera y que ven un «afán recaudatorio», en la nueva regulación.

«Pues habrá que andarse con ojo porque a mí ya me cazaron en Pío Baroja a 46 km/h y me quitaron dos puntos», señala un taxista que desconocía la entrada en vigor hoy de la reforma. «Yo no soy partidaria de correr, pero el problema es que con los coches actuales, te pones a más de 30 km/h sin darte cuenta y, si te mantienes en los límites conscientemente, no hay tolerancia alguna y empiezan a pitarte; incluso puede ser peligroso con las velocidades medias a las que se circulan», expone Deborah, británica con varios lustros de vida en Murcia.

De hecho, las mujeres consultadas, como Rosalía se mostraron más comprensivas que los varones con esta nueva normativa, ante la necesidad de que los coches compartan el espacio con otros vehículos más endebles. Una restricción que se extiende también desde hoy a aquellas vías de la misma tipología que discurran por pedanías, y a excepción de las travesías de acceso, al ser vías intecomunicadoras entre núcleos urbanos.

La segunda dirección a la que apunta la normativa es así la de mantener los 50 km/h para aquellas avenidas o arterias de al menos dos carriles por sentido, con alguna excepción como la que aplica el Ayuntamiento a la antigua calle Correos, que se queda a 30 km/h. El tercer ámbito al que apunta es el de aquellas vías en las que el peatón es aún más vulnerable, como son las calles de plataforma única o sin bordillos. El tope se rebaja en este caso a los 20 km/h, algo que ya se había fijado en vías como las del entorno de Santa Eulalia y en San Nicolás y Riquelme, aunque esta última aguardaba aún ayer mañana el disco de 30 km/h. «Esto estará limitado ya a 20 km/h, pero no lo respeta nadie; no podemos ni abrir la puerta», explican desde un asesoría legal de San Nicolás que, no obstante, será peatonalizada en los próximos meses.

«Está muy bien que se reduzcan los umbrales, pero si nadie los controla, no sirve de mucho; no hemos notado apenas la diferencia», explica Fany desde una peluquería de la calle San Antonio, en Santa Eulalia. Estos nuevos límites ya estaban contemplados el proyecto de Ordenanza integral de Movilidad en la que trabajaba el equipo de José Ballesta y que sigue pendiente de aprobación.