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El género se pide pero no se toca
Los mercados semanales de Murcia vuelven a la actividad con estrictas medidas de seguridad y con la 'deserción' de un buen número de vendedores de comestibles
No se pueden poner puertas al campo», advierte el dicho castellano. Pero nadie dijo nada de los mercados al aire libre. Tras más de dos ... meses de inactividad, los mercadillos semanales del municipio de Murcia comenzaron este lunes a reanudar su actividad con su vuelta en las pedanías de Algezares, Barqueros, Era Alta, Guadalupe, Lobosillo, Monteagudo, Rincón de Seca, Sucina y La Alberca. Enclaves comerciales que han tenido que modificar en parte su fisonomía -y hasta algo de su esencia- para adaptarse a las nuevas medidas de seguridad impuestas frente a la pandemia de la Covid-19.
Una pequeña carpa presidía ayer la entrada a la zona del mercado de La Alberca, que ha movido su ubicación desde la Rambla a un tramo de calle adyacente para poder establecer controles de acceso. En ella, personal de seguridad tomaba la temperatura a la clientela con un termómetro infrarrojo y les obliga a desinfectarse las manos con gel hidroalcohólico. Unas cuantas personas aguardaban sobre las 11 horas en fila su turno, no solo para pasar este proceso, sino también a la espera de que despejara un poco la situación en la zona de puestos. Porque, a partir de ahora, los mercadillos contarán con limitación de aforo. Unas 35 personas era el límite establecido en La Alberca, aunque la rotación de compradores era ágil y los tiempos de espera para acceder, cortos.
Pasado este pequeño trámite, una sensación extraña: poco bullicio y mucho espacio libre, con apenas once puestos de los 45 habituales. El grueso de la clientela estaba compuesto por señoras mayores, todas con sus mascarillas, intentando guardar la distancia interpersonal y agradecidas de recuperar un opción de compra que para ellas es más que una costumbre. Así lo explica Conchi, «deseosa» de volver a la calle con su carro a cuestas. También Magdalena, que no se olvida tampoco del ahorro que supone comprar en estos espacios. «Este es un pueblo muy caro, ¡para señoritos!», bromea, mientras Charo explica que había conseguido tomates a mitad de precio de lo que le han estado cobrando en el 'súper'. «¡Pues los pimientos costaban cuatro veces más la semana pasada!», puntualiza otra clienta.
Pero si algo desconcertaba a estas expertas en la selección era el no poder tocar el género. «Sé que hay que acostumbrarse, ¡pero qué rabia me da!», confiesa Nuria con humor. «¡Si me los echas tú, que estén buenos», advierte. No les queda otra que fiarse del criterio de los vendedores, con los que, después de tantos años, han desarrollado una relación especial.
«Ha sido un reencuentro 'bonico'», señala Loli, que ha vuelto a colocar su remolque de encurtidos y salazones. Solo los puestos de alimentación como el suyo han podido regresar por el momento a la faena, aunque otros, como los de ropa y calzado, irán sumándose en próximas semanas.
El edil responsable, Juan Fernando Hernández, pide más personal para reabrir los espacios comerciales que siguen aún cerrados
Muchos vendedores, en casa
No obstante, Loli explica que ni siquiera todos los vendedores de comestibles han vuelto a las calles, porque «a mucha gente no le compensa por el momento». De hecho, La Alberca suele acoger 24 puestos de alimentación, por lo que la mitad no han llegado a montarse. «Hay que pagar las tasas, comprar género, tienes menos clientela y, encima, no puedes trabajar todos los días y en los lugares que te dan de verdad de comer», apostilla.
Eso es así porque los mercados más grandes, La Fama, Santa María de Gracia y El Palmar, no tienen todavía fecha de retorno. Las circunstancias actuales desaconsejan su vuelta, indica el edil de Comercio, Mercados y Vía Pública, Juan Fernando Hernández, que señala, no obstante, que otros cinco deberán también esperar ante la falta de efectivos para controlar el cumplimiento de las medidas. «Hemos pedido 25 incorporaciones y de momento solo nos han dado siete», remarca, aunque el edil responsable de personal, Marco Antonio Fernández, asegura que «se han autorizado 14 contrataciones» con un coste de 200.790 euros.
«Nosotros estamos para que esto empiece a rodar, pero llevamos la mitad del género habitual. «¡Y tuvimos que tirar mucho cuando se cortó la actividad!», explican Pedro José y Leonor desde su puesto de verduras. Juan no está de acuerdo con el cambio de ubicación y pide algo más de aforo, mientras Ruth reconoce que en su negocio de frutos secos y golosinas la caja no va al ritmo de hace tres meses. «Pero que quieres que te diga, para mí, volver, aunque sea así, ¡es gloria!». El coronavirus está obligando a poner puertas en lugares donde parecía no tener cabida una bisagra.
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