La Murcia del s. XVIII que se desmorona
Media decena de casas señoriales ven pasar el tiempo con amenaza de ruina y sin que se acometa ninguna restauración
Un paseo de apenas una hora por el casco histórico de la ciudad, desde la calle Saavedra Fajardo, pasando por la zona de las ... tascas y la calle de las Balsas, y concluyendo en la calle Platería, ofrece un panorama desolador, si se sabe mirar, sobre el estado de media decena de casas señoriales o antiguos palacetes de la Murcia barroca del siglo XVIII que aún se mantienen en pie, en muchos casos, a duras penas.
«Murcia podría ser una ciudad a la altura de Toledo o Sevilla, con una judería de ensueño, entre San Lorenzo y Santa Eulalia, pero nos la hemos cargado», manifestó el doctor y profesor de Historia por la Universidad de Murcia, Álvaro Hernández, quien acompañó a LA VERDAD en el trayecto por las calles donde aún hay palacetes por recuperar. «Es de lo poco que queda, pues entre los años 30 y 60 del siglo pasado, por la especulación y la poca importancia que desde el mundo de la política se daba a la herencia urbanística del pasado, se perdió casi todo; la Gran Vía hizo mucho daño».
El itinerario comienza en la calle Saavedra Fajardo, en un inmueble ubicado frente a la plaza de abastos del mismo nombre. «No se sabe a quién pertenece, pero no me extrañaría que en poco tiempo se declarara en ruina inminente», comentó Hernández. De hecho, el balcón está que se cae y, como solución, se hizo un apaño que contraviene la legislación vigente en materia de Patrimonio, afirmó. También se han tapiado ventanas y se ha abierto una puerta que no existía. «Es desolador porque hay un oscurantismo total en torno a este edificio».
Unos metros más allá, en el barrio de Santa Eulalia, las siguientes dos paradas están en la calle de Las Balsas. La cara y cruz de una misma moneda. En la primera, el palacio de Calvillo, «bastante bien conservado», lo está porque se ha convertido en la sede del Instituto Geográfico Nacional. Aun así hay algún 'pero' que ponerle: cartelería y placas inteligentes que no deberían estar allí. «Muchas casas señoriales se han salvado porque las administraciones públicas o entidades privadas (como bancos) las utilizan como sede, pero, aun así, son excepcionales los casos en los que han hecho un buen trabajo de restauración», apuntó.
Siguiendo por la calle, en el número 6, pasa totalmente desapercibida la casa señorial que perteneció a la familia Albarracín, con su escudo aún presidiendo la fachada. Está habitada, es de propiedad privada, y aunque se conserva mal, su distribución sigue siendo la original. «Este caso es doblemente sangrante, porque las propietarias han pedido insistentemente ayuda a las administraciones para restaurarla y no han tenido respuesta». Este palacete conserva una joya única en el municipio: una escalera de caracol original del siglo XVIII y que sube cuatro plantas. También son originales las ventanas ovaladas del interior y tanto el ventanuco que hay al entrar como la azulejería, aunque le faltan muchas piezas.
Cruzando hacia la calle Platería, semiesquina con Jabonerías, no se puede ver, porque está escondida tras una lona, una de las casas típicas, propiedad de la nobleza de entonces, que se arrendaba a hombres de negocios y comerciantes. «Tiene un grado de protección 2 en Patrimonio; se sabe que es propiedad privada, pero no de quién es, y se le puso hace varios años esta tela porque los balcones están deteriorados y le faltan varias tejas; no se ha hecho nada por rehabilitarla y, sinceramente, creo que están esperando a que se caiga», apuntó el historiador murciano.
Unos pocos metros más allá, otro edificio que data de 1771, según pone en su fachada, también tiene enmalladas ventanas y balcones de la fachada.
«El municipio no se puede permitir perder más edificios históricos»
Desidia y abandono. Estos son los dos calificativos que más a menudo utilizó durante el recorrido Álvaro Hernández, quien sufre, como si de sus hijos se tratara, la 'mala salud' de los pocos edificios del pasado de esplendor del municipio que aún quedan en pie. «No parece importarle a nadie; desde luego, no mucho al Ayuntamiento, que durante décadas ha conocido el deterioro y no se ha hecho mucho por evitarlo».
Hernández, que defendió hace dos años su tesis doctoral 'Poseedores de Títulos e Grandezas: La Imagen de la Nobleza en los Territorios de Murcia', lamentó que los propietarios nuevos o antiguos y las administraciones competentes estén incumpliendo en muchas ocasiones tanto la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, como la normativa regional. Y que no sepan cuidar el entorno del inmueble histórico: «Es una forma de ponerlo en valor».
Como un ejemplo, se refirió al palacio Saavedra Fajardo-Fontes, sede del Colegio Mayor Azarbe, ubicado en el 14 de la calle Rambla. «Sigue el escudo de armas en la fachada, que data del s. XVII, pero esta joya pasa desapercibida porque tiene sucia la fachada, también tiene pintadas y su entrada está a desnivel con la calzada; y, en la esquina, contenedores que deslucen todo el edificio».
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