La Morenica regresa entre vítores

Ya está en su casa del monte. Algo más de dos años y dos meses ha permanecido la Patrona de Murcia, la Virgen de la Fuensanta, en la Catedral a causa de la pandemia, que impidió que regresara a su santuario en la romería de la primavera de 2020, una vez acabada la Cuaresma, la Semana Santa y las fiestas.

Las campanas de la Torre despertaron, con su intenso repicar, a los murcianos minutos antes de las 7 de la mañana de este martes. Anunciaban la buena nueva. A esa hora comenzó la misa previa a la romería en honor a la Morenica, que volvía a su santuario del monte, una homilía presidida por el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes.

Vestida con un traje nuevo, brochado y de color verde manzana bordado de flores, regalo de la madre del peluquero de la Virgen, José Fernando Espinosa Celdrán, también estrenaba un broche en el fajín, hecho a mano por otra devota, María José Montesinos, con capullos de gusano de seda e hilos de oro. La misma feligresa confeccionó un adorno que portaba en su brazo el Niño Jesús.

«Es un brochado de seda de un color verde claro, precioso y que le sienta muy bien a la Virgen; además no tenía ningún traje de este color», explicó minutos antes del comienzo de la homilía la camarera de la Patrona, María Artiñano, quien no pudo esconder la emoción del «día histórico» para los devotos.

En este esperado regreso también se recuperó el tradicional trayecto, que cruzaba Santiago el Mayor por el antiguo paso a nivel. Las obras de soterramiento modificaron el itinerario en romerías anteriores. En esta ocasión, la Virgen no se encontró con ningún cruce de vías.

El deán de la Catedral, Tomás Cascales, señaló que Nuestra Señora de Loreto, Patrona de Algezares, pedanía en la que se sitúa el santuario, se uniría al cortejo de la Virgen de la Fuensanta desde el Reguerón y hasta que la Morenica abandonase la localidad, como así ocurrió. «El pueblo de Algezares quiere homenajear de esta manera a la Virgen en su regreso al monte», apuntó.

La misa, en la que estuvieron presentes las autoridades civiles y militares, las Reinas de la Huerta infantil y mayor y las abanderadas de la Federación de Moros y Cristianos, también contó con la presencia del arzobispo emérito de Burgos, el murciano Francisco Gil Hellín, y una decena de sacerdotes. «Nos consuela que no sea una despedida definitiva, sino un hasta luego», dijo Lorca Planes durante la homilía. Y destacó el agradecimiento «que todos debemos sentir por haber tenido a la Madre» tanto tiempo «aquí, entre nosotros» y en momentos «tan intensos, difíciles y preocupantes», en referencia a la pandemia.

El obispo se congratuló de la recuperación de la tradición de despedirla para devolverla a su santuario, sabiendo que «ella no se separa nunca de nosotros; con esa alegría la despedimos». Tras destacar la paradoja de haber tenido que retrasar una semana la romería por las lluvias, «que tanto le habíamos reclamado», Lorca Planes pidió por los enfermos, los mayores y todas las personas «que no han podido asistir a la romería aunque lo tuvieran previsto».

Acabada la misa, los fieles que llenaron la Catedral entonaron el himno a la Virgen como despedida -regresará para la Feria de Septiembre- y comitiva y devotos emprendieron el camino hacia el santuario con la tradicional parada en la iglesia del Carmen, la primera del camino. Al salir del templo, la Patrona se encontró con una plaza de Belluga abarrotada de fieles, que la recibieron con aplausos, vítores y el repique de campanas.

Siempre acompañada por una marea de emocionados devotos, y por los sones de la agrupación musical La Purísima, llegó la imagen al Puente de los Peligros, donde la recibió la campana del camarín y de allí siguió hasta El Carmen. A las puertas de la iglesia, y entre olor a incienso, los fieles cantaron la salve y, apenas unos metros más allá, en la entrada del Museo de la Sangre, una intensa lluvia multicolor de pétalos de claveles y rosas la adornaron. De nuevo vítores y ese ya tradicional «guapa, guapa, guapa» se escuchó mientras las campañas del Carmen no dejaban de repicar. A puñados se llevaron los fieles los pétalos que cayeron al suelo como recuerdo. «Esto me va a dar fuerzas», comentaban mientras los recogían.

Tras una ruidosa traca, lanzada desde el jardín de Floridablanca, la comitiva oficial se despidió de la Morenica, que siguió su camino acompañada de no pocos fieles hacia Algezares. Uno de ellos, Nicolás Tarancón, vecino de Hellín (Albacete), amante de las romerías, y que participaba en la de este martes acompañado por su mujer, comentó que «conocemos la devoción que tiene Murcia a su patrona; es estupendo».

Cristina y Fuensanta pocas romerías se han perdido y este martes se mostraron «encantadas y felices» de retomar la tradición. Fuensanta se la dedicó a su madre, fallecida, «porque era muy devota de la Virgen». Si emocionados estaban los feligreses, no menos lo estaban los Caballeros de la Fuensanta, encargados de portar el trono de la Virgen. Joaquín Vidal, el cabo de andas, reconoció que era difícil explicar lo que sentían, muchos con lágrimas en los ojos,

Desde San Pedro del Pinatar se desplazó Inmaculada, que durante unos pasos llevó a hombros a la Virgen. «Le tengo mucha fe, y necesito que me ayude», dijo con lágrimas en los ojos. Padece cáncer «y necesitaba sentirla cerca». Arriba le esperaban las monjas benedictinas, que la cuidan en el santuario, y que han estado sin la Patrona de Murcia 796 días. Allí estará hasta septiembre.

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