«Los Reyes Magos han paseado por primera vez las calles de Murcia»
Se cumplen 95 años de la primera gran Cabalgata que repartió en la ciudad miles de juguetes para los niños pobres
Los Reyes Magos de Oriente, por vez primera en la historia, llegaron a la ciudad de Murcia hace ahora 95 años justos. Al menos, en ... carne y hueso, pues cierto es que desde antiguo ya visitaban las casas de los murcianos, como lo harán esta noche mágica. Pero el diario 'Levante Agrario' tuvo la genialidad de convocar a Sus Majestades, organizando la primera gran Cabalgata que se recuerda en los anales de la capital.
Tal día como hoy y en 1930, el rotativo anunció que los niños verían pasar «en carne y hueso a los Reyes». Aquel perdido periódico fue creado en 1915 por los empresarios de la Federación Agraria e Instructiva de Levante, que más tarde devino en el Partido Agrario Murciano, hasta que la Guerra Civil acabó con la cabecera. Por entonces, se editaban en la ciudad otros tres rotativos: LA VERDAD, 'El Tiempo' y 'El Liberal' que, como resulta lógico, no dedicaron ni un breve a la noticia.
La idea de 'Levante Agrario' fue convocar una Cabalgata para recoger donativos que se destinaran a la compra de juguetes para los niños pobres. Fue un éxito. Hasta 3.000 pesetas de la época se recaudaron, lo que permitió comprar unos 4.000 regalos. Fueron distribuidos según las listas que los párrocos aportaron de las familias más desfavorecidas del municipio.
Reyes madrugadores
Los Reyes Magos recorrieron las calles desde las ocho y media de la amanecida, depositando en cada parroquia cajas de juguetes que maravillaron a la chiquillería. Para muchos pequeños, en aquella histórica y emotiva mañana, Sus Majestades «dejaron de ser una incógnita soñada para los niños. Por vez primera pasearon las calles de esta ciudad y se trocó realidad la leyenda».
Curiosamente, la víspera del día de Reyes cayó igual que hoy, en domingo. Durante horas y en un almacén ubicado frente a la redacción del periódico, apenas despuntó el día, se fueron embalando miles y miles de juguetes. Entre ellos había tranvías, carros, tartanas, muñecas, soldados, bañistas, pelotas de trapo y goma y un sinfín «de autos de carrera, camiones y juegos de te».
Y no solo eso. La gran respuesta popular a la idea del diario permitió la compra de costureros y neceseres, maquetas de casas de cartón, juegos de café, carros de reparto, comedores y carpinterías. Sin contar, por supuesto, los inevitables sables, escopetas, soldados, caballos y toros, e incluso burras.
Los párrocos colaboran
Las listas de los párrocos habían consignado un total de 4.600 niños necesitados. La iniciativa del rotativo consiguió reunir, como se publicó más tarde, un total de «cinco mil ciento treinta y ocho». Quizá influyó en ese éxito la potente industria de los juguetes que siempre atesoró Murcia.
Por entonces los llamaban cartoneros, expertos en trocar ese efímero material en obras de arte. Y tenían no poca experiencia tras décadas nutriendo con sus artículos fiestas como el Bando de la Huerta, el Entierro o el Coso Blanco. Solo un año antes de la primera cabalgata, en 1929, el Círculo Mercantil que organizaba el Entierro anunció un concurso para los «fabricantes de juguetes y objetos propios para tirar desde la carroza».
Los talleres que acogía la capital eran por entonces bien conocidos, entre ellos los de Francisco Peña, Mirete Rubio, Espín, Emilio Gil, Mariano Séiquer, Gracimart o Fernández Espejo. De aquellas industrias salieron, sin duda, los juguetes que recibieron los pobres niños murcianos al año siguiente.
El catálogo de piezas hoy nos sorprende. Lograban reproducir, hasta el más mínimo detalle, carritos de pan y de basura, carretas, tartanas y jardineras, todas realizadas en talleres de prestigio como los que mantenía en la Puerta de Orihuela el maestro Segovia, el de Pedro Román –dedicado a las miniaturas de muebles– o las mismas creaciones para casas de muñecas de los torneros de la plaza de San Julián. Todo se esfumó.
Otra innovación, que hoy se nos antoja invento extranjero, fue la producción de trajes para muñecas, en la que destacó la artesana María Navarro. Sin olvidar al ilustre García Martínez, propietario de la histórica Casa de los Nueve Pisos, en la que instaló su fábrica. En ella se creaban hasta diminutos colegios de juguete que, como destacó el cronista Carlos Valcárcel, incluían «sus pupitres de madera, su monja, sus niñas y su pizarra».
Hasta el Carmen
La propuesta de 'Levante Agrario' casi desbordó las previsiones. Fue necesario que los militares del Tercer Regimiento de Artillería ofrecieran sus camiones para el reparto de juguetes. No daban abasto.
El recorrido de la Cabalgata hizo su primera parada en la parroquia de San Lorenzo, siguiendo hacia la plaza del Teatro Romea y, por la calle Acisclo Díaz, en dirección al convento de las Agustinas. Desde allí giraron por San Agustín y la calle del Pilar hasta San Nicolás, Las Flores, Santa Catalina, San Bartolomé, calles Sociedad y Frenería y Puerta del Sol hasta el Puente Viejo.
Los últimos tramos incluyeron el barrio del Carmen y, ya de vuelta por el Puente de Hierro, Sus Majestades visitaron Santa Eulalia, donde el cortejo concluyó su periplo. Tantos juguetes se repartieron que aún sobraron para enviar algunos a las pedanías. Fue el caso de Puente Tocinos.
'Levante Agrario' destacó que sorprendió mucho la llegada de los Reyes Magos a aquél lugar y «llamó mucho la atención este donativo de juguetes por ser cosa desusada en la huerta». No es de extrañar que Sus Majestades enviaran también regalos a la cuna del Belén.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión