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La primavera en Murcia no solo ofrece un clima magnífico, alergias aparte, o la oportunidad de disfrutar sus históricas y bulliciosas fiestas. Además, y comprobado ... lo tengo, cuando sol retorna (y antes de volver a maldecirlo por la calorina) los murcianos sentimos una especie de resurrección, una pascua tan florida como autóctona que nos hace emprender, hacer cosas curiosas, innovar.
Cada primavera sucede. En esta, pongo por caso, el joyero Guillermo Sánchez, quien inventara los paparajotes de oro y plata, ha tenido la feliz idea de hacer réplicas de los pendientes que le robaron a la Patrona de Murcia, junto a su corona y cuanto pudieron cargar los cacos, en 1977. De aquellas piezas nada se supo. Pero había fotos, que ha empleado el artista para recuperarlas en colaboración con la Federación de Peñas Huertanas.
De paso, les ha añadido un pequeño botón huertano, en homenaje a los miles de murcianos que donaron sus joyas para reponer las que habían robado. Los dos primeros juegos, aunque ya hay decenas por la ciudad, los lucieron las Reinas de la Huerta. Es otra forma de hacer patente aquello que el escudo de Murcia proclama: «Ensalzar y amar lo antiguo y lo nuevo».
Eso evidencian también los sardineros del grupo Ulises, al estrenar una nueva e interesante carroza. Estos sardineros son, por cierto, los más nazarenos de la ciudad, que es como escribir del mundo. De entrada, su color es el verde por el verde de la Cofradía de la Esperanza. ¿Cómo se les queda el cuerpo? Me explico.
El grupo fue fundado en 1966 por unos amigos del murciano barrio de San Pedro, sellándose su compromiso en el desaparecido Club Remo. El Club fue camarero del paso de San Pedro. De ahí la relación. Hasta se conservan túnicas donde se bordó, debajo del escudo de la cofradía… ¡El del Club Remo!
Son cosas nuestras, como los huevos de Miguel López. Me refiero a Francisco Miguel López Hernández, conocido como Miguel, de 'La Pequeña', en referencia a la Pequeña Taberna que fundara en la plaza de San Juan. Cierto día se le ocurrió esa receta que lo hizo famoso. Ríase usted de los de Lucio, que no hay comparación posible. Como famosas son sus alcachofas, de las que la leyenda cuenta que solo sirve una por cabeza. Con otro par de huevos, con jamón.
Cuento esto porque anda Miguel celebrando que lo han nombrado Cabezudo de Honor 2025. Los Cabezudos son tan antiguos como el Entierro de la Sardina que cada año abren y que tanto juego dan a la chiquillería que pugna por colocarse sus enormes cabezas. Algunas muy pesadas. La del maestro Pepe Soler, por citar un ejemplo, es tan grande que ni Miguel con todos sus huevos se atreverá a ponérsela hogaño para el desfile.
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