La historia de cómo diez mil gallinas impidieron un acto político en Murcia

La Murcia que no vemos ·

Corvera se preparaba para celebrar un homenaje a su pedáneo en 1976

Jueves, 7 de noviembre 2024, 09:29

Como si no tuviéramos bastante con espicazarnos las sienes estableciendo cuál es la más suculenta marinera, otro misterio asalta nuestra dual y paradójica Murcia. Al ... parecer, de la noche a la mañana, una bandada de gallinas, gallos y pollos han ocupado el jardín de Fofó. Y a ver quién es el guapo (o guapa) que los desaloja, teniendo como tienen hasta pollitos pequeños.

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Hay varias teorías, según cuenta la colega Pilar Benito en LAVERDAD. La primera, que alguien los haya abandonado después de comprarlos como pollitos y tras crecer. Otros apuntan que son gallos de pelea descartados del combate.

Lo único cierto es que son muy porsaqueros, que es como describimos en Murcia a los molestos o folloneros. Cada día, a las cuatro en punto de la mañana, allá que arrancan los animalitos a anunciar el próximo alba.

Otro vecino sufriente, pues cierto es que el canto de los gallos no es el de los cisnes, asegura sorprendido que no hay madrugada en que falte la escandalera. Ni su insomnio. Se conoce que este señor es de ciudad, claro.

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Desde el Ayuntamiento llevan un mes largo retirando ejemplares, que son sacrificados diez días después si nadie los reclama. Ya le han cortado el pescuezo a varios. Para descanso de los vecinos y, supongo, enfado de la bandada. Cuando terminen con los gallos bien podrían hacer lo propio con las palomas de la Catedral, que pronto volverán a poner perdido el imafronte.

La revuelta gallinera de Fofó debería preocupar al alcalde. Las gallinas son malas enemigas. Y no es una exageración ni una amenaza baladí. Aunque Aristóteles no hiciera mención de ello en sus libros sobre Política, la forma más rápida de arruinar un acto público es el empleo de un ejército de gallinas. «La pluma es más poderosa que la espada», recuerden el tópico de Bulwer-Lytton.

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Así sucedió en Murcia, aunque cueste creerlo, en 1976. Corvera se preparaba para celebrar un homenaje a su pedáneo y el Ayuntamiento hizo público el correspondiente programa.

El pregonero del acto, según anunció la 'Hoja del Lunes', era Esteban Mompeán, secretario general del Gobierno Civil. Todo parecía dispuesto, menos el local que debía acoger la ceremonia. Porque el teatro –así lo describe el redactor- estaba destinado a la cría de pollos. Vamos, para lo que se construyen los teatros.

Cuando le ordenaron al dueño su desalojo, el buen hombre se echó las manos a la cabeza y exclamó: «¡Si fueran mil gallinas podría hacerlo! ¿Pero dónde meto yo diez mil?». No le faltaba razón. Para los anales de la prensa en Murcia quedaría un titular antológico: «Diez mil gallinas impiden un acto político». ¿Tienen o no tienen conocimiento las gallinas?, les pregunto ahora.

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