¿Hasta cuándo, 'Catalina', abusarás del arroz con pava?
Palabras murcianas en peligro de extinción que definen productos de la huerta
La huerta es muy idílica, bonita, bucólica y cuantas más cosas queramos inventarnos. Pero la realidad siempre fue otra. El huertano, en gran medida, no ... poseía la tierra que lo esclavizaba. Ahí se dejaba la piel, a pie de bancal, para alimentar a la prole, restando de lo cosechado el arriendo para el señorito, que se hacía por San Juan, y otra cantidad para los bien llamados «afligiores», pues su trabajo era afligir a los pobres huertanicos, esto es, cobrarles los impuestos.
Del bancal se pasaba a la cuadra, otra que te pego, a tiempo y a destiempo, pues las bestias comían a diario y la marrana, miren ustedes por donde, igual se poníaa parir de madrugada. Caprichoso el animal… Que no helara, que no se murieran los gusanos de seda, que no viniera una riada, que el sol no agostara la plantación, que las plagas no la arrasaran, que el gobierno no la confiscara… Da cansera, como al poeta, pensarlo siquiera.
Pese a todo, de aquella huerta hoy perdida y que recordamos con inmensa imaginación, perduran rincones tan bellos como amenazados por el ladrillo, costumbres ancestrales y únicas en España, como el 'Halloween' murciano, los auroroso la gran Semana Santa...
No menos rica es su gastronomía, que a ninguna envidia nada, aunque otros saben difundir mejor las suyas, y el vocabulario que atesora, hoy en riesgo de perderse en esta Murcia desmemoriada. Que se perderá. La cuestión es hasta cuándo, 'Catalina', qie dijo Cicerón, disfrutaremos y abusaremos del placer de pronunciar esos vocablos.
¿Qué no? Para muchos jóvenes ya suena a chino, y no me refiero al marrano, frases como «he comido aletría con alcaciles y unas bajocas porque el chiche no me gusta mucho». El chiche, aparte de en lo que está usted pensando, siempre fue sinónimo de carne. Pero, cuidado, carne de animal.
Súmenle al desastre lingüístico que se avecina términos como pava (coliflor), cascaruja, ñora (pimiento), panizo, crilla, molla de pan…
-Se le olvidan los pésoles…
-Que son tan castizos y nuestros como el 'momiato'.
Algunos de estos vocablos aún pueden disfrutarse, ya no sé por cuánto tiempo, en ese oasis desmontable de aromas y algarabía de gentes que se mezclan en el mercado de los jueves, el que nos concediera Alfonso X. Lo venimos celebrandodesde el 18 de mayo de 1266. Más o menos, el tiempo que llevamos esperando un tren de alta velocidad de verdad. Y, si no tan alta, al menos puntual.
Otra cosa, más complicada que cruzar la ciudad en coche al mediodía, es que perduren tan sabrosas palabras en la gastronomía actual. Me parece que andamos importando esa cocina cursi de platos grandes con poca chiche, nombres rebuscados y pollazo en la trompa a la hora de pagar.
El otro día me ofrecieron en cierto sitio, que no nombro por si tengo que volver (convidado, claro), un «arroz de esencia huertana con coliflor en dos texturas, coronado con boquerones marinados al aire salino, acompañado de hortalizas en esfera«. Vamos, lo que viene siendo… ¡un arroz con 'pava' de toda la vida!
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