La Contraparada recompone su historia
Los arqueólogos afrontan el reto de devolver a su emplazamiento original un centenar de sillares con los que se reforzó la presa en el siglo XVIII
La restauración de la histórica presa de La Contraparada –origen de la huerta de Murcia– afronta una de sus fases más complejas y delicadas. Los ... arqueólogos ya están manos a la obra para recolocar un centenar de sillares, que forran el azud, removidos por un incomprensible abandono y la fuerza de las aguas del Segura de los últimos temporales. Esta especie de rompecabezas requiere de un detallado estudio previo para determinar el lugar exacto donde va cada una de las piedras calizas, las mismas que ordenó colocar en el primer tercio del siglo XVIII Toribio Martínez de la Vega, el también proyectista del Puente de los Peligros.
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La labor precisa de tacto y paciencia. Porque ninguna de las piezas de este singular puzle de 140 metros cuadrados tiene las mismas dimensiones. «Todas son diferentes; algunas pesan 1.300 kilos; las más pequeñas, media tonelada», detalla José Montoro Guillén, autor del proyecto de restauración y director de las obras, sufragadas por la Junta de Hacendados.
Los arqueólogos tendrán que medir ancho y largo de cada uno de los sillares. Esa información se trasladará después a un plano virtual, y cuando todo encaje sobre el 'papel' empezará el trabajo de montaje de los bloques calizos sobre el paramento del azud. Montoro avisa de que la tarea admite pocos errores. «Tenemos que estar muy seguros del sitio que debe ocupar cada bloque. Porque no estamos hablando de ladrillos, sino de piedras que llegan a pesar más de una tonelada. Así que no podemos permitirnos fallos», adelanta el arquitecto.
Mientras los especialistas terminan de documentar el centenar de bloques calizos, los trabajos continúan a pie de presa para nivelar el lecho de la estructura donde deberán ir situados los sillares, que quedarán fijados con mortero de cal hidráulica. En principio, las obras, iniciadas a mediados del pasado mes de mayo, avanzan «a buen ritmo», sin que hayan surgido contratiempos. Montoro confía en poder iniciar el montaje en el plazo de dos semanas. Así que, según sus cálculos, la rehabilitación quedaría rematada antes de agosto.
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Pieza clave del regadío
La presa de La Contraparada, enclavada entre las pedanías de Javalí Nuevo y Javalí Viejo, resulta una pieza clave en el regadío tradicional. Sirve para repartir las aguas entre las dos acequias mayores, Barreras (o Alquibla) y Aljufía, y abastecer así a la extensa red de cauces, azarbes y regaderas. Hunde sus raíces en el periodo islámico, aunque algunos investigadores ven sus orígenes más lejanos, en época romana. Su actual estampa es más reciente. Montoro Guillén recuerda que el azud se revistió de sillares de piedra caliza hacia el primer tercio del año 1700, bajo la dirección de Martínez de la Vega. Fue uno de los proyectos ilustrados impulsados por los primeros Borbones, como también se hizo en las presas de Rojales y Benijófar, en la Vega Baja del río, ya en la provincia alicantina.
El Azud Mayor, como también se le conoce, desempeñó además una misión militar durante la Guerra de Sucesión. El cardenal Belluga ordenó levantar los tablachos de la presa para inundar la huerta y dificultar así el avance del enemigo austríaco en la famosa batalla del Huerto de las Bombas. La estrategia funcionó, y la ciudad evitó la invasión.
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El conjunto hidráulico goza de la máxima protección como bien de interés cultural (BIC), aunque esa catalogación no ha evitado su deterioro. El proyecto de restauración en marcha, con una inversión de 150.000 euros, pretende cerrar esa herida en el patrimonio histórico de la huerta.
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