Uno de los cactus de Oppenheim, detrás del rótulo. Guillermo Carrión / AGM

Los cactus de Dennis Oppenheim se mudan a la Cárcel Vieja de Murcia

El traslado desde la plaza de Castilla pretende dar carpetazo a la polémica que envuelve esta obra de un artista referente del siglo XX que ha acabado arrinconada en la rotonda

Lunes, 20 de octubre 2025, 23:56

'Jardín de cactus', el conjunto escultórico que Dennis Oppenheim (Washington, 1938-Nueva York, 2011) levantó hace casi dos décadas en la rotonda de ... la plaza de Castilla de Murcia, cambiará de emplazamiento. El Ayuntamiento baraja su traslado al entorno de la Cárcel Vieja, el equipamiento municipal dedicado al arte contemporáneo. Con la nueva ubicación, el equipo de gobierno pretende zanjar una polémica que el mismo ejecutivo de José Ballesta ha contribuido en buena medida a engordar. Las seis piezas metálicas concebidas por este artista referente del siglo XX sufren el deterioro por el paso del tiempo y la falta de cuidados, y, además, recientemente, han quedado semiocultas con la instalación de un gran rótulo y un corazón decorativo.

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Las críticas de expertos y colectivos culturales por el inexplicable abandono que sufre la obra de este creador estadounidense, pionero de la 'performance' e impulsor del movimiento 'land art', han llevado al Consistorio a mover ficha y plantearse un rescate. Aunque ni el servicio de Patrimonio, ni Cultura, ni Desarrollo Urbano han contestado a LA VERDAD, otras fuentes señalan que el proyecto para la restauración y traslado de los seis cactus se empezó a fraguar en verano. Y en las gestiones, aún sin cerrar del todo, tiene un papel protagonista Amy Oppenheim, la viuda del artista que custodia su legado. El Consistorio ya habría contactado con un taller para acometer los trabajos de limpieza de las piezas, antes de acomodarlas en el entorno de la Cárcel Vieja.

Oppenheim plantó sus cactus de metal en la plaza de Castilla en 2007. En aquellos primeros años del nuevo siglo, el equipo de gobierno que dirigía Miguel Ángel Cámara (PP) se propuso adornar rotondas y avenidas con obras de reconocidos creadores. El estadounidense llegó a Murcia de la mano de su amigo el muleño Cristóbal Gabarrón, artista internacional, y en un paseo por la ciudad surgió el proyecto. En Mula tiene otra obra, 'Faro móvil'.

Parece que el conjunto no llegó a encajar del todo en el emplazamiento elegido por el propio autor. La idea era que los ciudadanos pudieran acercarse y transitar alrededor de las piezas, para lo que había que habilitar un acceso peatonal a la rotonda que nunca llegó a materializarse. Quizás ya en aquel momento comenzó la decadencia de las esculturas. Hoy día presentan un aspecto desvencijado y descolorido; y en los últimos años se han sucedido las quejas ante lo que muchos ven como una falta de sensibilidad con la obra y el artista.

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Pedro Alberto Cruz, profesor de arte contemporáneo de la UMU, destaca que 'Jardín de cactus' «es la pieza más importante que tiene la ciudad en la vía pública. Es cierto que no es de las mejores de su autor, pero Dennis Oppenheim es uno de los precursores del arte conceptual y de la 'performance'». Cruz cree que «la obra está mal colocada, en una plaza en la que se la come la arquitectura y el tráfico. Además, han puesto esa instalación horrible con la palabra 'Murcia' que la oculta». El investigador respalda buscar otro emplazamiento para la pieza que permita «la interacción del viandante con ella, que es para lo que se concibió. En esa rotonda sin acceso a los peatones se desvirtúa su esencia».

300.000 euros

El exregidor Cámara también expresa su extrañeza por la «colección de cosas» que ahora ocupa la rotonda de la plaza de Castilla, donde inicialmente solo estaba la obra de Oppenheim. «Las esculturas fueron realizadas expresamente para ese espacio», indica. Recuerda cómo durante su mandato se impulsó la llegada de artistas de renombre para engalanar la vía pública. De aquella época se conservan repartidas por la ciudad piezas de Gabarrón, Valdés, Canogar, Miquel Navarro...

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En aquella operación, algunos vieron un exceso; otros, sin embargo, hablaron de una oportunidad para que Murcia se mostrara como un escaparate del arte contemporáneo. Sobre quién pagó la factura de esa renovación artística, Cámara indica que se recurrió a la colaboración privada mediante la fundación Murcia Futura, y que muchos artistas «ni siquiera cobraron su caché». Según la hemeroteca, el coste de la obra de Oppenheim superó los 300.000 euros.

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