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Los auroros de Javalí Viejo, en un ensayo, el pasado viernes por la noche.

Supervivientes de los cantos de la aurora

La campana de auroros de Javalí Viejo cumple 200 años con la incertidumbre de saber qué futuro le aguarda a esta ancestral tradición de la huerta murciana

M. CARMEN RAMÍREZ

Lunes, 28 de septiembre 2015, 00:31

En la antigua escuela de Javalí Viejo, cada viernes por la noche se reúne un grupo de 27 hombres para ensayar las salves que entona la campana de auroros de la pedanía. Lo hacen por devoción, por dedicación a las costumbres y porque luchan año tras año por conservar esta tradición ancestral de la huerta murciana, que podría estar en peligro de desaparición. En las paredes del local lucen numerosas fotos de ellos cantando a lo largo de los años. Las más antiguas son de mediados del siglo XX, pero la mayoría son a partir de la década de los noventa. En una estantería reposan cuatro campanas, dos de ellas muy antiguas, y un par de faroles, también de hace años. En un cuarto, un baúl enorme, recuperado de la iglesia del pueblo, sirve de almacén. Y en la pared, dos enormes cuadros guardan, a modo de 'collage', las fotos de los dos grupos de vecinos que hicieron posible, en 1939 y en 1995, llegar hasta estos días, en los que la campana de auroros de Javalí Viejo cumple doscientos años.

  • 3 de octubre.

  • Actuación de 'Mujeres con raíz'. 21.00 en el local parroquial La Primorosa

  • 7 de octubre.

  • Festividad de la Virgen del Rosario. Rezo del rosario, misa a las 19.30 horas y pregón exaltación de la aurora a cargo de Adrián Ángel Viudes. En la iglesia parroquial

  • 10 de octubre.

  • A las 19.30 horas, misa cantada por la rondalla Virgen del Rosario de Javalí Viejo y actuación, a las 21.00, de Azarbe Folk, en el local parroquial La Primorosa.

  • 11 de octubre.

  • Fiesta de la Aurora. A las 7 de la mañana, despierta con volteo de campanas. A las 8.00, rezo del rosario de la aurora y misa. A las 10.00, almuerzo popular. A las 19.00, pasacalles con la banda de música Los Frescos. A las 20.00, solemne procesión con la imagen de la Virgen del Rosario.

En 1663 se fundó la campana de La Ñora. En ella había vecinos tanto de esta pedanía como de Javalí. «Hay que tener en cuenta que por entonces La Ñora tenía unos 500 habitantes y Javalí Viejo cerca de 350, con tan poca gente era normal que compartieran campana de auroros», relata Antonio Robles, uno de los hermanos. No fue hasta 1815, cuando Javalí Viejo fundó su propia campana, independizándose de su vecina y volando solos.

No se han diferenciado mucho de otros de la huerta. Llevaban a cabo sus despiertas cada domingo de madrugada, cantaban a sus vecinos y animaban el rezo del rosario. «Esto de los auroros comenzó porque los dominicos iniciaron una campaña para incitar al rezo del rosario; por eso se fundaron las cofradías con la advocación a la Virgen del Rosario. El problema es que había muchas personas que no podían pagar la 'tarja', la cuota de la cofradía, y ellos contribuían como podían. Una forma de hacerlo era despertando a los vecinos para que no llegaran tarde a la misa de las seis de la mañana de los domingos», cuenta el hermano Paco Gil. «Ahora, los que cantamos también pagamos la 'tarja', eso ha cambiado», matiza el hermano José Ballesta.

De esta forma, cada madrugada de domingo, la huerta de Murcia veía cómo grupos de hombres se reunían en torno a un farol y con un único instrumento, una campana, y entonaban salves que conducían a los vecinos a la primera misa del domingo. Los auroros se hicieron muy populares y no faltaban personas que se unieran a la campana. «Antes no había nada que hacer y la fe era lo principal en la vida de las personas», comenta Modesto Ruiz, el hermano mayor.

«Más las mujeres»

Así llegaron hasta el año 1956, cuando por diversos motivos la campana se disolvió. «Se murieron varios hermanos y otros no supieron sacarla adelante», comenta Antonio Robles. Fueron cerca de treinta años sin los auroros en el pueblo hasta que en 1995 comenzó la refundación. Diez hombres, entre ellos Esteban Nicolás y Antonio Ruiz, empezaron a moverse por el pueblo para recuperar la aurora. Encontraron dos campanas que aguardaban volver a sonar en casa de un vecino. En casa de otro hallaron un farol. Y de la iglesia rescataron el antiguo baúl donde los auroros de principios de siglo guardaban sus enseres. Tenían gente, tenían los elementos pero faltaba el repertorio. La tradición oral de los cánticos de los auroros iba en su contra y tuvieron que recurrir a la memoria de vecinos, hijos o nietos de antiguos hermanos, que les transmitieron entonaciones y melodías de aquellas salves que despertaban a los fieles de otros siglos. «Las pedanías de la huerta estaban diseminadas y las campanas no se relacionaban entre sí. Todas compartían las letras pero las melodías eran diferentes, fruto de la tradición oral y de los cambios que les daban personas con mucha voluntad, pero con escaso conocimiento musical. No había registros de nuestras salves y nos costó recuperarlas pero lo conseguimos», destaca José Ballesta. Poco a poco se fueron uniendo más personas a este primer grupo de diez hombres, que ahora cuentan con 27. «Más las mujeres, porque a ellas las hemos incorporado a la rondalla que montamos para poder hacer más cosas», añade Antonio Robles.

Ya no despiertan al pueblo

Su actividad es frenética, aunque ellos dicen que se han acomodado. «Ya no salimos de madrugada a despertar al pueblo», bromea Ballesta. Pero su agenda anual es incansable. El año empieza con la Candelaria, el 2 de febrero. El Miércoles de Ceniza comienza el ciclo de Pasión y los auroros son protagonistas cada viernes en el rezo del vía crucis. El Jueves Santo, acuden, junto a otras campanas, a la plaza de San Agustín a cantar la víspera de la salida de los Salzillos. El Viernes Santo participan en la Noche de la Pasión en la iglesia San Juan de Dios. El 30 de abril cantan los mayos por la huerta. Celebran San Antonio, la Virgen del Carmen y los actos de la onomástica de la Virgen de la Fuensanta. En octubre, mes del rosario, participan y organizan encuentros de auroros en diferentes municipios. En noviembre, el día 1, cantan en los cementerios de La Ñora y Javalí Viejo. También cantan la misa de la Purísima, y en Navidad celebran las fiestas con los aguilandos, entonando villancicos.

La clave de tanta actividad podría estar en que la mayoría de los hermanos están jubilados. «Es muy difícil atraer a la gente joven», lamenta Ballesta, que se pregunta también qué pueden hacer para que esto no se pierda. Porque este año celebran dos siglos de historia, pero lo hacen con la incertidumbre de no saber qué les deparará el futuro. Admiten que es difícil que esta tradición se mantenga y más cuando los que siguen lo hacen gracias a su esfuerzo y dedicación. La aurora está declarada Bien de Interés Cultural (BIC), pero apenas recibe protección. Antes, el Ayuntamiento le daba a cada una de las cinco campanas de la huerta de Murcia una pequeña subvención, pero como tantas otras cosas, se acabó con la llegada de la crisis. El futuro es muy incierto para estos supervivientes de la tradición.

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