Las tertulias del Casino

Durante el siglo XIX y principios del XX, los casinos elitistas jugaron un importante papel en el tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo, propiciando el acceso al poder y la influencia, el desarrollo del debate público, la alianza entre una aristocracia en retroceso y una burguesía pujante, todo ello en el marco de un espacio de sociabilidad privilegiado para las relaciones familiares, los negocios y la política.

Sergio Martínez Soto, historiador y dedicado a tareas de administración del Casino, comenta que durante el primer tercio del siglo XX eran habituales las tertulias de los socios y otras programadas desde la institución sobre política local y nacional. Alcanzaron cima de apasionamiento con motivo de la Primera Guerra Mundial, enfrentándose un grupo de germanófilos y otro de anglófilos. Más tarde fueron pronunciadas conferencias por parte del cardiólogo Luis Calandre y de Ricardo Codorniu, sobre ecología y reforestación. Fueron célebres los conciertos, el teatro y los bailes, especialmente los de Carnaval.

En la actualidad, Cándido Román Cervantes, un cartagenero que es profesor de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de La Laguna, organiza las Tertulias del Casino desde el día 22 de septiembre de 2022. Comenzó con un homenaje a la poetisa María Teresa Cervantes. Siguió un encuentro con los cuatro cronistas de Cartagena y el abordaje de otros temas de interés, como la responsabilidad social universitaria; la figura del pensador y activista Fernando Garrido (1821-1883)-padre del cooperativismo en el país-, Cartagena y su tejido empresarial, ciencia y tecnología; el camino hacía un modelo de turismo sostenible; el patrimonio arqueológico; el flamenco de nuestra tierra; y la historia de Cartagena durante los siglos XIX y XX.

El izado de la nueva temporada vino de la mano de Mathieu Kessler, rector de la UPCT, y de un debate de plena actualidad desde hace décadas: 'El Mar Menor tiene solución'. No pudo asistir José Blaya, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar y excusaron su presencia la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena y la Fundación Ingenio. Pedro García, director de ANSE, señaló que sin la presión social, la situación sería aún peor, apelando al activismo para que no se produzcan retrocesos en los avances que han venido originados por la Unión Europea. Resulta fundamental la puesta en marcha de órganos de participación a la vez que advirtió del daño producido por los 'lobbys' en la agricultura comarcal y el colapso urbanístico de La Manga, pese a que un director general de Costas del Gobierno de Aznar solicitó al Gobierno regional que se dejase de edificar en esta zona a la luz de un informe sobre las consecuencias del cambio climático. Caso omiso. También señaló el problema de los residuos urbanos y el provocado por los residuos mineros que generan el factor de mayor riesgo y el más difícil de solventar.

José María Egea Fernández, catedrático de Botánica de la Universidad de Murcia, apostó por la coordinación de las administraciones públicas, agricultores, movimientos sociales y científicos con el objetivo de alcanzar una transición gradual en la sustitución de los insumos químicos por los orgánicos y la articulación de un mercado local para que los productores locales vendan a los consumidores de la Región.

Ramón Navia, agricultor ecológico e ingeniero agrónomo, denunció que no se hace nada. La realidad es que solo 3.000 hectáreas son cultivos ecológicos, un 7% del total de la superficie cultivada. «A estos agricultores hay que incentivarlos porque hacen bien las cosas», dijo, apelando a una mayor valoración de aquellos productos que son beneficiosos para la salud. Poco ayuda la concentración de la distribución en pocas manos, en las grandes superficies, que elevan abusivamente el precio que paga el consumidor.

José García Aróstegui, del Instituto Geológico y Minero y profesor del Departamento de Ecología e Hidrología de la UMU, expuso que el acuífero del Cuaternario está afectado por una elevada salinidad y exigió la dotación de las infraestructuras necesarias para bombear ese agua con el objeto de ser tratada y después destinada al regadío. Lamentablemente no existen ejemplos de esto en el mundo. Otras opiniones que se oyeron indicaban el daño que ocasiona la contaminación del Mar Menor a la economía de la zona y la afectación del bienestar psicológico de la población.

Lamentaciones por la ausencia de la puesta en marcha de unas directrices de ordenación territorial del Campo de Cartagena y una regulación de la navegación náutica. Se habló de la eliminación de algunos puertos deportivos, de la compra pública de los últimos arenales de La Manga o de la demolición de edificaciones como ocurre en otros países europeos ante el avance del mar. El debate continúa.