El paso de las lluvias revela multitud de deficiencias ocultas en calles y plazas de Cartagena
Vecinos y turistas acusan en un día de chubascos las incomodidades de esquivar charcos y transitar por calzadas levantadas o con baches
Los tripulantes del crucero 'Iona' visitaron Cartagena, quedaron sorprendidos por sus ruinas romanas y sus edificios modernistas, pero se llevaron una imagen de España que ... no era la que tenían en mente. Desembarcaron en el muelle de Alfonso XII con tiempo nuboso, ventoso y apenas apacible para testar un asiático calentito. Los visitantes descubrieron cómo la ciudad se vuelve un poco más incómoda para sus vecinos cada vez que llueve con generosidad. El agua siempre hace un efecto de destapar las vergüenzas. Con el tiempo plomizo es cuando aparecen en toda su crudeza algunos de esos desperfectos que el resto del año, con el sol imperando, parecen permanecer ocultos. Charcos, roturas en aceras, baches, hundimientos como el de la carretera del Cedacero... El agua es buena para los cultivos, pero no casa bien con el cemento y el hormigón.
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Durante la jornada de este jueves fueron cuantiosas las incidencias que dejó el temporal en las carreteras del extrarradio urbano. Como máximo exponente, el camino del Sifón, hacia Santa Ana, que lució parcialmente anegado. Los Bomberos tuvieron que rescatar a una imprudente que terminó atrapada en su coche y hasta al concejal Enrique Pérez Abellán, de MC, le dio tiempo a inmortalizarse con tal de reclamar a la administración local mejoras que ayuden a achicar el agua con presteza de cara al próximo chaparrón.
No fueron pocos los que deambulando por las calles del centro encontraron esa baldosa suelta que, cuando la pisas, salpica y te moja el pantalón. Y eso por no hablar de ese toldo de terraza que rebosa y, cuando te descuidas, te da una ducha.
Imbornales embozados
En las zonas verdes, más de lo mismo. Deambular por el parque de los Juncos e incluso por alguno de los senderos de tierra apisonada junto al monumento a los Héroes de Cavite era pegar brincos para esquivar los charcos. Y la movilidad no era precisamente sencilla con el montaje de casetas para el 8-M que ultimaban frente al Palacio Consistorial.
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El agua empeora el estado del adoquinado en el campus de la Muralla del Mar, donde se formaron gran cantidad de charcos
Y, pese a que tampoco hay tanto árbol en el viario público, allá donde los había, los imbornales se embozaban y, ante la falta de desatrancador, desertaban de su imprescindible tarea de drenar el acumulado. Al cierre de esta edición, habían caído en las últimas 24 horas entre 13 y 17 litros, según reflejaba el sistema de seguimiento SAIH de la Confederación Hidrográfica del Segura.
Los trabajadores de MantenCT, a los que mucho se vio al principio, tuvieron a buen seguro una jornada si acaso tan ardua como las de los agentes de la Policía Local cortando caminos y carreteras anegadas en las diputaciones. Aunque no pocos echan de menos cuando el servicios era municipal y la 'magia' la hacían las brigadas municipales.
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A oscuras por San Ginés
El agua muchas veces también es sinónimo de avería. También fueron muchas las zonas donde se sufrió algún que otro apagón puntual y no tan puntual. Ejemplo de los mismos los que se dieron en la calle Grecia, en la barriada de San Ginés y junto al antiguo colegio Antonio Arévalo, hoy cuartel temporal de la Guardia Civil.
Las hojas caídas taponaron imbornales junto a zonas arboladas como el parque de los Juncos
Curiosamente, también se dio similar incidencia en un punto tan transitado como Antigones. Allí van varias noches seguidas reproduciéndose el fundido a negro pese a ser socorrido lugar de todas aquellas almas que tratan de esquivar como pueden la zona azul y si acaso hasta la nueva zona de bajas emisiones. Esa que está pintada en el asfalto.
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Pavimento en mal estado también se encontraron los estudiantes de la UPCT en la Muralla del Mar. En ausencia de asfalto sobreimpreso –de igual acabado y menos costoso de mantener–, la lluvia empeoró notablemente el estado de los viales internos del campus, principalmente el adarve que acaba en Los Habaneros. Adoquines sueltos es cuanto se encuentra y se siente desde el asiento del conductor al rodar cuesta abajo camino de un parking que, de normal levanta mucho polvo, y que ayer era todo un lodazal. La llovizna, como nota positiva, espantó a los perseverantes gorrillas y a los maestros espiritistas africanos que te dejan el folleto de recado en el parabrisas.
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Ramblas a rebosar y carreteras cortadas dificultaron las tareas diarias en las diputaciones
Si bien la incomodidad de circular por la ciudad encharcada es patente, la situación en nada era comparable con lo que se vivía en las diputaciones. Muchos vecinos encontraron auténticos problemas para salir de casa, acudir al trabajo, hacer un recado o dejar a los críos en el colegio. En La Aljorra, sin ir más lejos, decidieron directamente cerrar puertas por precaución y siguiendo las indicaciones de Emergencias.
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En Santa Ana pueblo y en El Albujón sus vecinos pasaron una noche de mucho miedo. Sus calles, tal y como se encargaban de demostrar los múltiples vídeos que circulaban por redes, amanecieron completamente anegadas ante la crecida en las ramblas.
Con el propio Albujón como protagonista, los pueblos ribereños del principal caudal que desagua en el Mar Menor viven esta semana en vilo con que la cosa no se vaya de padre. También a orillas de la rambla de Miranda se dejaban ver cauces que frisaban la parte inferior de los puentes en caminos rurales, donde hasta el invasor cañizo y demás 'basuraleza' amenazaba con obstruir puntos críticos.
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Los que no se libraron de que entrase el barro a sus calles fueron los vecinos de Los Nietos o Mar de Cristal. Las ramblas de la Sierra Minera, si bien no iban especialmente cargadas, volvieron a hacer inevitable que los carriles se ensuciaran.
En Lomas de Canteras, lamentaban que esta semana volvía a repetirse el mismo escenario. Las mismas dos calles que siempre se anegan: entre los números 11 y 22 de la calle principal y en la calle Loma Poblada. «Es lamentable. Se les mete hasta un metro de agua porque no hay acera», señala Carmen, al frente de la asociación vecinal.
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La rambla de Benipila, en su zona encauzada, no supuso ninguna pesadilla para los vecinos del Cartago Nova. Más adentro, sin embargo, sí dio algún que otro disgusto. Andrés, vecino de Castejones, en la diputación de Molinos Marfagones, lamentaba que tanto su segunda residencia como la primera de algunos de sus vecinos habían quedado prácticamente incomunicadas por una avenida de agua. En este sentido, rogaba encarecidamente al Ayuntamiento que interviniera sobre los caminos de acceso, inundados y plagados de socavones. «Es urgente. Tenemos gente sin poder salir de casa para ir a trabajar o para cualquier cosa», esgrimía.
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