La llegada de patata de Egipto desata quejas en el campo a días del inicio de la campaña

Los agricultores del Campo de Cartagena tienen previsto recolectar este año cerca de 170.000 toneladas del popular tubérculo en alrededor de 4.500 hectáreas, casi un 10% más en el pasado ejercicio. De esa cantidad son extraídas además de las variedades extratempranas, las tempranas, las de media estación y las tardías. El problema al que se enfrentan ahora los productores de Cartagena es la competencia desleal que supone la llegada de este tipo de productos de otros países de fuera de la Unión Europea, dicen de peor calidad que la suya.

«Está llegando y si lo sigue haciendo no sabemos qué podrá pasar. Esto es una incertidumbre para nosotros, porque nos perjudicará de una forma u otra», explicó a LA VERDAD Santiago Pérez, un agricultor que además es el portavoz de la Asociación en defensa de los recursos hídricos del Campo de Cartagena.

Según la Federación Española de Productores y Exportadores de Frutas, Hortalizas, Patatas y Flores de España (Fepex), en los últimos cinco años la importación de patata de ese país creció un 2.100%. La patata es el producto dentro del sector de frutas y hortalizas más importado por España, con más de un millón de toneladas importadas en 2023, cifra equivalente al 55% de lo producido.

Es tal la situación, que desde la Coordinadora de Organización de Agricultores y Ganaderos en el Campo de Cartagena ya han comenzado a moverse. Ha solicitado una reunión con la delegada del Gobierno en la Región de Murcia, Mariola Guevara para exponerle esta problemática y exigirle medidas concretas para reducir la importaciones. «Nadie se puede hacer a la idea de lo que supone recolectar patatas en el Campo de Cartagena y que estén descargando a la vez en el puerto barcos cargados con este tubérculo procedentes de Egipto e Israel», dijo el presidente comarcal de COAG, Vicente Carrión.

Para conseguir buenos precios desde el principio de la campaña, los agricultores creen necesario frenar la importación. Si no, a estos solo les puede salvar que empeore el sector en Sevilla, su principal competidor, donde los empresarios viven una situación todavía más complicada. En este caso, las lluvias de estos últimos días, principalmente durante la pasada Semana Santa, está afectando a la producción de forma directa, ya que el exceso de agua en un momento de maduración de la patata tan alto podría provocar la aparición de plagas y, por consiguiente, la pérdida de buena parte de la cosecha.

En cuanto al precio que podrá alcanzar este año, los productores no se aventuran a dar cifras porque se trata de una temporada que fluctuará mucho, dependiendo de lo que ocurra con la patata Egipto y las producciones del resto de España. En 2023, el coste por kilo fue hasta un 44% más alto que en 2022, debido a la escasa oferta de patata en los mercados nacionales. Entonces alcanzó los 60 y 65 céntimos, dependiendo de la zona y de la calidad, según los datos de la Coordinadora de Organizaciones Agrarias.

La campaña comenzará en tres semanas ya en algunos tajos del triángulo que forman los campos de La Puebla, el Cruce de las Cañas y El Algar, una zona denominada como La Marina. Por su calidad y calibre, esta producción es muy demandada por las grandes superficies, que son las que copan los mercados.

Los agricultores insisten en la necesidad de cuidar este sector, porque la contribución total al Producto Interior Bruto (PIB) regional de la agricultura y de la industria agroalimentaria del Campo de Cartagena es superior a los mil millones de euros y genera empleo directo a unas 41.500 personas aproximadamente.

Por la falta de agua de lluvia y los escasos recursos que llegan del Trasvase Tajo-Segura, a los agricultores solo les queda echar mano de las desaladoras para regar, aunque el precio del metro cúbico les sale a 32 céntimos de euro de media, un coste demasiado alto de asumir si se tienen en cuenta los bajos precios que consiguen sus productos. Ese precio del agua es el resultante tras aplicar la subvención que llega del Ministerio de Transición Ecológica, aunque le tienen que sumar los gastos que supone el reparto en las comunidades de regantes.

Esta situación está llevando a estos empresarios a cambiar la forma de producir y de donde antes sacaban tres y cuatro cosechas al año, ahora obtienen una en primavera y otra en invierno. También están poniendo en práctica otras medidas, como la plantación de barreras vegetales, la colocación de plásticos en los campos para evitar que proliferen las malas hierbas y la reducción del uso de insecticidas.

Las restricciones a la actividad agrícola –contempladas en las medidas del Gobierno regional para reducir el impacto de la agricultura intensiva en la denominada zona 1 de la cuenca del Mar Menor, que vierte a la cubeta sur (Cartagena)– es lo que les ha llevado a poner en marcha estas últimas iniciativas que buscan una agricultura más sostenible.