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La investigación al novio de Lorena, la mujer de 37 años que murió este mes de enero mientras realizaba una inmersión en la Cueva del Agua, en Cartagena, ha dado un nuevo giro. Según confirmaron fuentes cercanas al caso, el Juzgado de Instrucción de Cartagena que asumió inicialmente el caso se ha inhibido a favor de uno de los juzgados de Violencia sobre la Mujer de Murcia, que aún debe aceptar esa competencia.
Hasta la fecha los investigadores de la Guardia Civil indagan si Ismael D., que mantenía una relación sentimental con la mujer desde hacía unos tres meses, pudo incurrir en un presunto delito de homicidio imprudente. Las pesquisas se fundamentan en el hecho de que el sospechoso, que está siendo defendido por el abogado Manuel Martínez, cuenta con una amplia experiencia en la práctica del buceo.
En los últimos días, los agentes decidieron bucear en el teléfono móvil del sospechoso. Ismael D. acudió a la comandancia junto a su letrado para entregar el pin de acceso al terminal. Dos días después de que los agentes accediesen al contenido de sus conversaciones, el pasado 30 de enero, la jueza instructora decidió dejar el caso en manos de las magistradas especializadas en violencia de género dada la relación de pareja que existe entre el sospechoso y la víctima.
Fue en torno a las 23.04 horas del sábado 18 de enero cuando el investigado llamó al 112 pidiendo ayuda. Según explicó había perdido de vista a su compañera tras realizar una inmersión y temía que tuviera dificultades. En torno a las 1.45 horas del domingo los agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) rescataron el cuerpo sin vida de la buceadora.
En su declaración ante la Guardia Civil, el novio de Lorena explicó que habían accedido a la Cueva del Agua equipados con dos botellas de aire comprimido cada uno. La idea era realizar una inmersión corta y sin asumir riesgos. Esta gruta cartagenera es conocida, sin embargo, porque el agua se enturbia con pasmosa facilidad debido al desprendimiento de sedimentos de sus paredes por al aleteo de los buceadores y las burbujas de sus bombonas.
Según su versión, eso fue precisamente lo que ocurrió cuando se encontraban en una de las cavidades de la gruta. Al perder visibilidad, declaró el sospechoso, la buceadora se soltó de las líneas de vida o cabos guía de la cueva y entró en una situación de estrés, lo que dispara exponencialmente el consumo de aire.
Su compañero explicó a los agentes que trató de calmar a la buceadora y ayudarla a agarrarse nuevamente a la línea de vida, pero ésta estaba muy alterada y lo rechazó con golpes. El investigado solo cuenta con movilidad en uno de sus brazos y, según su versión, no pudo ayudar a la mujer a abandonar la cueva. En ese momento, explicó, decidió salir de la gruta a pedir ayuda, llamando a Emergencias.
Preguntado por este diario su letrado defensor, Manuel Martínez, destacó la colaboración de su cliente con los investigadores, pero no quiso entrar a valorar el caso.
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