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Dora Caterineu, ante una de las obras que expone en el Muram. P. S.
Un domingo en el Muram

Un domingo en el Muram

JOSÉ SÁNCHEZ CONESA

Miércoles, 25 de julio 2018, 01:06

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Hace unos días decidimos en familia dedicar la mañana de un domingo tórrido de este mes a visitar museos en Cartagena, con especial atención al Muram y las excelentes exposiciones temporales de Dora Catarineu y Párraga. Luego marchamos al Teatro Romano para celebrar el décimo aniversario de su apertura, lástima que no estuviese su directora Elena Ruiz Valderas. Concluimos la jornada en el Palacio Consistorial con las intensas fotografías y cuadros de Paula Díaz Marcos.

La ciudad ni mucho menos está muerta un festivo estival, grupos de turistas deambulaban animadamente por el puerto, la calle Mayor y en gran proporción traspasaban la puerta del Romano o del Ayuntamiento, muy buscado y apreciado por los visitantes.

Sacamos la conclusión que estábamos más felices y frescos que en la playa, gracias a la adecuada climatización de las pinacotecas, además de excelentemente atendidos por su personal. Y, encima, admirando obras que causaban nuestro asombro, lo que generaba en el grupo animados comentarios. Una experiencia, según va indicado, interesante y divertida.

Dora Catarineu

Nos llamó la atención 'Corridas', con escenas de figuras antropomórficas, toreros, estampas religiosas (en alusión a la religiosidad taurina), con lenguaje escrito: «oremus», «amén», «burdel caro». Frente a esa obra que transmite machismo, violencia y afán de lucro otra que dialoga con ella, en oposición: «Mira que eres linda», figuras femeninas en paz y felices.

Una historia en viñetas que nos hizo pensar en el arte del comic: 'El cuento del mendigo y la princesa' y otra que nos gusta mucho fue 'Mi agenda', en la que se relacionan un listado con los nombres de sus amigos, algunos de los cuales conocemos como Pepe Inglés, hasta el psicólogo y el psiquiatra con sus números de teléfono. Como ven, Dora hace arte con la contemporaneidad y su cotidianidad.

En 'Por fin llegó la bibliotecaria', vemos a un señor trajeado que manosea a la tal empleada, interpretamos que se trata de un político que manipula a la cultura, un aprovechón, vamos. Eso al menos nos decía a nosotros.

Resultó también llamativa su colección 'Tócame lo que quieras menos el corazón', 64 fotografías de varones con buena parte de su anatomía al descubierto, entre ellos Francisco Celdrán, anterior presidente de la Asamblea Regional. Siempre el arte occidental ha girado entorno a la objetivización (de objeto) del cuerpo femenino, desnudado sobre todo a las mujeres. Ahora le toca a ellos.

'La gente de la Mar de Músicas', cartel anunciador de la edición correspondiente al año 2005, es otra de sus pinturas que nos gustó. Luego están sus esculturas de gres refractario con vidriado de meninas y toreros. Hay gente pa tó.

Una fotografía nos muestra a miembros de la Generación del 98, entre ellos un Catarineu.

Parrága, ciclón

La primera sorpresa es que Párraga, tan murciano de la capital, nació en Alumbres en 1937, concretamente en un refugio de la guerra. Este extraño artista era un ciclón que no se detenía ante nada, así pintaba sobre una caja de pescados, la puerta de un armario, una pandereta, un botijo o un lebrillo. Nos lo muestra de manera contundente esta exposición, apreciable en ella las huellas de Picasso y Modigliani, en unas formas más escultóricas que pictóricas. Estupendo el vídeo que nos exponía la multiplicada presencia de sus murales en colegios, restaurantes, fachadas de edificios, zaguanes y establecimientos comerciales. Allí mismo se exhibía una tapa de barril pintada, como otras muchas, para el Rincón de Pepe murciano, las ilustraciones de libros y de las crónicas taurinas del diario 'La Verdad'.

Creo que, aún en estéticas diferentes, a ambos artistas les une una pasión nada acomodaticia, una voz propia, y la autenticidad de encontrarlos enteritos en cualquier momento. Nada mesurados ni solemnes, nos enredan en su juego provocador.

A nuestra pregunta nos responde una de las empleadas, ya casi de la familia después de cruzar algunos comentarios, que están gozando ambas exposiciones de la frecuentación del público, lo que nos alegra cuando dejamos el Palacio de Aguirre (1901). Otra razón para acudir al Muram, el continente modernista que alberga barandillas, vidrieras, azulejería, mobiliario. Lo que viene a demostrar que no basta con restaurar fachadas, aunque sean imponentes. Este arte es muy de interiores.

Parece mucho dar cuenta detallada de todo lo visto aquella nutrida mañana, pero mis palabras hasta aquí dan idea suficiente.

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