El Banco de Alimentos de la Región de Murcia propone centralizar las tareas de recogida para que sean más efectivas

Tanta es la confianza en la empatía de la sociedad, empresas e instituciones cartageneras, que esperan conseguir en las tres semanas que restan al fin del año 5.000 kilos más de alimentos. «Si algo nos ha demostrado la pandemia es que cualquiera puede verse en una situación de vulnerabilidad. Proporcionar los recursos necesarios para salir adelante puede evitar que esa persona o familia completa pasen de una circunstancia pasajera, a entrar en la exclusión social», dijo el presidente del Banco de Alimentos de la Región de Murcia, Juan Gómez Ayala.

Las beneficiarias de esta entidad son medio centenar de asociaciones sin ánimo de lucro de Cartagena, los municipios de su comarca, así como de Águilas y Murcia. Entre ellas se encuentran las Cáritas parroquiales de barrios y diputaciones como Urbanización Mediterráneo, Los Barreros, La Aljorra y Pozo Estrecho, así como instituciones benéficas de reconocida trayectoria: ONG Cerma, la Fundación Santo y Real Hospital de Caridad, la Asociación Católica de Emigrantes (ACCEM) y la Huertecica de Cartagena y Murcia. También reciben las donaciones de este Banco de Alimentos la pinatarense Iglesia Nueva Sión de Jesucristo y la Asociación Iglesia Cristiana Evangélica Ebenezer- Comedor Social Comunidad Cristiana de Águilas.

Estas entidades son las encargadas de cubrir las necesidades nutricionales y de higiene personal de las más de 14.000 personas que solicitan ayuda al prójimo. Tras la crisis sanitaria de los últimos dos años, ahora la inflación y la pérdida de poder adquisitivo de las familias ha hecho que aumenten las peticiones de ayuda a las asociaciones benéficas más cercanas en un 25% respecto al año anterior.

A los perfiles habituales de la pobreza crónica, se une ahora el trabajador vulnerable. Suelen ser mileuristas de los más diversos sectores profesionales, cualificados y experimentados, pero que no llegan a fin de mes y tienen dificultades para comprar los alimentos básicos. «Ha habido muchas personas en activo de renta media o baja que hasta la pandemia fueron tirando, pero desde entonces han tenido que solicitar ayuda por primera vez. Son trabajadores pobres que están al límite y si las administraciones no actúan pronto podrían instalarse en la pobreza», aseguró Gómez.

Mientras crecen las peticiones en la calle, se resienten las donaciones, especialmente las de particulares, debido precisamente al empeoramiento de la situación económica. El Banco de Alimentos de la Región de Murcia ha mantenido el almacén lleno durante todo el año con dificultades. La menor recolecta de productos intentan compensarla con la entrada de alimentos perecederos garantizando siempre la calidad y seguridad alimentarias. La mayoría de ellos provienen de empresas agroalimentarias y de los propios supermercados, cada vez más concienciados en el aprovechamiento de productos cuya fecha de caducidad está muy cercana.

La solidaridad de la sociedad cartagenera goza de buen estado de salud, pero para evitar posibles achaques, desde el Banco de Alimentos de la Región de Murcia admiten que beneficiaría a entidades y particulares centralizar las mesas petitorias y campañas de recogidas de alimentos.

Desde el mes de noviembre se han sucedido cada fin de semana recogidas solidarias de distintas entidades y organizaciones en comercios locales, que si bien se organizan con la mejor de las voluntades obligan a la mayoría de particulares a elegir a dónde dirigen sus donaciones, e incluso pueden generar cierta desconfianza, aseguraron los responsables de esta entidad.

Por ello, el presidente del Banco de Alimentos anima a unificar criterios y ser más efectivos en sus fines. «Deberíamos mantener una reunión Servicios Sociales, Cruz Roja, Cáritas y el Banco de Alimentos con la finalidad de no intoxicar la información ni la generosidad de las familias», indicó Juan Gómez.