Más de cien afectados por un brote de salmonelosis en un hotel de La Manga
Una veintena de personas, entre ellas un bebé de 15 meses y otros siete menores, han tenido que ser atendidas en el hospital, mientras que la cocina ha sido clausurada
La recta final del verano ofreció este domingo en La Manga una de las peores imágenes que un establecimiento turístico puede dejar a sus visitantes. Pasillos de hotel convertidos en improvisadas salas de urgencias, familias enteras con vómitos y diarrea, y un hospital de campaña desplegado en el salón de actos, con goteros y hamacas de la playa convertidas en improvisadas camillas. Más de un centenar de clientes del hotel Cavanna en primera línea de playa en La Manga, de los ochocientos que estaban hospedados este fin de semana, resultaron afectados por una intoxicación alimentaria que, según los primeros resultados microbiológicos, ha sido vinculada a la bacteria salmonela, según confirmó la Consejería de Salud.
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El brote se desencadenó tras la comida del sábado. Horas después comenzaron los primeros episodios de fiebre, malestar y vómitos. La alerta inicial hablaba de 28 casos y a lo largo del domingo la cifra superó el centenar. Entre los afectados figuran numerosos menores, incluidos varios bebés, uno de ellos de 15 meses fue trasladado al hospital Santa Lucía, de Cartagena, con fiebre alta.
En total, una veintena de personas (ocho de ellas menores) precisaron atención hospitalaria; dos permanecían hasta este domingo por la noche en observación en Urgencias. Para atender la avalancha de pacientes, Salud movilizó ambulancias del 061 desde Cartagena, Murcia, Los Alcázares, Puerto Lumbreras y la propia Manga, con una veintena de efectivos sanitarios. El volumen de enfermos obligó a habilitar un hospital de campaña dentro del propio hotel, mientras otros afectados eran tratados en sus habitaciones con sueros de rehidratación y dieta blanda. La investigación de Salud Pública apunta a un origen vinculado a los alimentos servidos en la comida del sábado. Los inspectores recogieron muestras en la cocina. Aunque no hay confirmación oficial sobre el plato responsable, varios huéspedes señalaron a un pescado servido en bufé y, sobre todo, a una pasta rellena de espinacas. Salud ordenó la suspensión cautelar de la actividad de la cocina y una limpieza y desinfección «exhaustiva» de las instalaciones. Los responsables del hotel declinaron informar sobre lo sucedido.
Este domingo, el hotel era un entrar y salir de afectados, algunos acompañados por sus familiares o amigos. En los pasillos se cruzaban camillas con turistas aturdidos, niños con sueros y padres que pedían ayuda. «Lleva todo el día en el baño, no es capaz de retener nada», relataba la madre de una niña de 10 años con una enfermedad rara, mientras los sanitarios la subían a una ambulancia en camilla. «La pobre estaba agotada, deshidratada, y tardaron mucho en atenderla», añadió.
Otra huésped, Susan, procedente de Talavera de la Reina, criticaba la gestión hospitalaria. «Nos dieron el alta en el hospital con la niña aún con fiebre y deshidratada. La encontramos sola en el aparcamiento, mareada y sin fuerzas». Su hija, de 15 años, llegaba al hotel ayudada por sus padres, con la cara desencajada. «Le han dado el alta, pero está peor que antes». Susan asegura que su hija solo comió el sábado los raviolis de espinacas y señala a la salsa que llevaban como la fuente de la intoxicación.
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Un matrimonio de Madrid describió la noche como «una pesadilla». El hombre pasó la madrugada vomitando en el baño y su mujer tuvo que llamar tres veces a recepción para que subieran a asistirle. «Vino un sanitario, pero ya estábamos medio deshidratados. No se lo deseo a nadie», afirmó.
Miriam, otra joven madrileña de 17 años, aseguró que estaba bien, pero su amiga Elsa no salió de la habitación desde la noche. «Fue después de la comida, porque en la cena solo tomó un yogur y ya tenía dolor de tripa. Por la tarde empezó con molestias más fuertes y pensamos que pudo ser por el pescado. Éramos cuatro, pero solo ella lo comió. Los demás tomamos carne y estamos bien. Tiene dolor abdominal y malestar general y ha pasado casi todo el día en la cama de la habitación», apuntó.
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Salud tiene abierto el protocolo de investigación epidemiológica. La hipótesis más probable es que un único alimento contaminado provocase el brote.
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El comedor siguió abierto el domingo y sirvió el almuerzo para 400 turistas portugueses
El comedor del hotel Cavanna permaneció abierto hasta la tarde del domingo, pese a que ya se acumulaban decenas de enfermos en el hotel. Ese mismo día por la mañana llegaron unos 400 turistas portugueses, que hicieron su entrada en grupo y se incorporaron al servicio de almuerzo. «¿Por qué hay tantas ambulancias en la puerta del hotel?», preguntó un visitante luso. «Ha habido una intoxicación alimentaria», respondió un sanitario. El turista se marchó mascullando que debería haber sido informado antes de comer en el hotel. Tras esa comida, y con la evidencia de la magnitud del brote, se decretó el cierre cautelar de la cocina.
Desde ese momento, la restauración pasó a ser asumida de forma provisional por un cáterin externo, aunque muchos clientes prefirieron salir fuera. Otros optaron por pedir comida a domicilio, tal y como se pudo comprobar en la puerta del hotel, al ver a repartidores de comida rápida entrar al complejo.
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Hubo familias que abandonaron de inmediato el hotel y poner fin a sus vacaciones, no sin antes poner sus reclamaciones en la recepción. Durante la tarde del domingo, decenas de clientes acudieron al mostrador para registrar quejas en Consumo. El mostrador de recepción se convirtió en una fila de turistas con formularios en la mano, muchos reclamando el reembolso de su estancia o compensaciones por los daños sufridos.
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