Adicción por defecto, reinvención por necesidad
Acción solidaria | Obra Social 'La Caixa' ·
La Fundación Temehi cuenta con una comunidad terapéutica exclusivamente para mujeres que se enfoca en la recuperación y rehabilitaciónen los ámbitos físico, psicológico y socialde quienes sufren algún tipo de dependenciabea martínez
Lunes, 28 de diciembre 2020, 07:32
La adicción a las drogas es una especie de monstruo que atormenta la vida de las personas que la sufren. El consumo de sustancias tambalea los cimientos de sus vidas y convierte su existencia en un rompecabezas en el que es difícil encajar las piezas de la familia, el trabajo o los amigos. Para volver a conformarlo con éxito, estas personas deben dar un paso al frente, reconocer su problema y buscar la ayuda necesaria para restablecer lazos y recuperar la salud y el equilibrio perdido. Conformar de nuevo el puzle de su vida y dejar atrás su dependencia de la cocaína es uno de los objetivos de Cristina (nombre ficticio), que lleva ya cinco meses en la Fundación Temehi, una entidad que conoció gracias a su asistenta social. «Entré muy mal, pero he aprendido mucho y he vuelto a ser lo que yo era», explica.
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Ser el punto de apoyo de personas como Cristina es precisamente el objetivo de esta entidad, que se fundó en 2008 de la mano de su actual directora, Teresa Meseguer. Esta profesional puso la primera piedra de la Fundación Temehi tras pasar un año y medio como voluntaria en un centro similar en Asturias, donde descubrió «cómo de enriquecedor era trabajar con estos colectivos». Aunque el proyecto comenzó siendo únicamente un servicio ambulatorio, en la actualidad es una comunidad terapéutica para mujeres que se enfoca en la recuperación y rehabilitación de adictas o con patología dual en los tres aspectos: físico, psicológico y social. También prestan especial atención a aquellas que, además de sufrir esta dependencia a ciertas sustancias, son o han sido víctimas de violencia de género.
Así, entre las cuatro paredes de este centro actualmente conviven quince mujeres que han sido derivadas a este recurso por el Servicio Murciano de Salud y que son adictas a algún tipo de sustancia, principalmente alcohol, benzodiacepinas y cocaína. De forma voluntaria, pasan de media seis meses en la entidad, aunque ese tiempo puede extenderse en función de las características de cada caso y su evolución.
El hecho de que todas las usuarias de este centro sean mujeres no es algo elegido al azar. La Fundación Temehi se creó como un recurso exclusivo para féminas, una opción poco frecuente que para Teresa Meseguer les permite «hablar de una manera más abierta». Esta idea la comparte la psicóloga del centro, María José González: «Muchas de ellas han sufrido violencia de género o abusos que en gran medida han venido por parte de hombres. Expresar este tipo de traumas, de problemáticas, delante de un varón les es excesivamente complicado y no se sienten en confianza», apostilla.
Una nueva rutina
Durante el tiempo que pasan en el centro, estas mujeres siguen todos los días un horario que comienza a las ocho de la mañana y termina a las diez y media de la noche. A lo largo de este tiempo, las usuarias se adaptan a una rutina «en la que cada hora está planificada. Ellas vienen de vivir sin ninguna estructuración fuera. Cuando llegan aquí es porque han tocado fondo y el consumo ha distorsionado su vida. Se trata de que ellas vuelvan a tener el control sobre el tiempo libre y cómo gestionarlo de forma adecuada y adquieran responsabilidades», sintetiza la coordinadora del centro, Virgina Muñoz.
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Así, a lo largo del día, las actividades típicas de cualquier hogar se intercalan con deporte y distintos talleres y terapias grupales en los que «también se sienten identificadas con las demás. Como un espejo se ven reflejadas en las otras y descubren en las compañeras cosas que a lo mejor no tenían valorado como importante», reseña esta psicóloga. Entre los temas que se tratan, uno de los más importantes es la inteligencia emocional, porque «en ese ámbito están prácticamente anuladas. Eso influye en su autoestima, en su autoconocimiento y en la percepción que tienen de los demás. Se crea una dependencia emocional hacia los otros derivadas de esa falta de seguridad en sí mismas. No saben expresar emociones de forma adecuada o gestionarlas y se ven desbordadas cuando hay una que no pueden identificar», subraya. Para complementarlo también disponen de terapia individual, «para reforzar todo aquello que observamos que es necesario trabajar».
La familia, clave en el proceso
Uno de los aspectos clave para conseguir superar las adicciones es contar con la ayuda del entorno. Esto, que a priori parece sencillo, se torna complicado cuando la situación ha afectado, o incluso a veces roto, esos lazos emocionales que conectan a la usuaria con su familia. Para recuperar la confianza y volver a crear un núcleo unido que resista los envites de la vida, la Fundación Temehi tiene un contacto directo al menos con un familiar o allegado de cada usuaria una vez a la semana para «que ellos la entiendan y vean también el cambio», recalca González.
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Esta acción se complementa con terapias familiares, ahora por Skype, en las que no solo se busca recuperar esos lazos, sino que se les hace ver «parte de su responsabilidad y cómo pueden cambiarla. A veces el entorno también es causante de esta problemática». Además, en este tiempo se favorece la comunicación entre ellos, «porque necesitan aprender que eso es muy importante. En algunos casos se ha generado todo por esa falta de comunicación o por no saber tenerla».
En este volver a vivir de nuevo sin sustancias, las usuarias de la Fundación Temehi no son las únicas que aprenden muchas cosas durante su estancia en el centro. Su lucha diaria es también una gran referencia para las profesionales que conforman la entidad. Para Laura Fernández, trabajadora social del centro, de ellas ha aprendido «a empezar de cero una nueva vida y a no rendirse», una idea que comparte Virginia Muñoz, que las ha visto «tener gran fortaleza y resurgir de sus cenizas. He aprendido que por muy mal que pueda estar en un momento de mi vida sé que puedo salir, porque ellas también lo consiguen».
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Resurgir de sus cenizas es precisamente parte del camino andado de Lucía (nombre ficticio), otra de las usuarias del centro que sueña como muchas de ellas con «cambiar de vida. Quiero salir siendo una Lucía nueva y valorarme, quererme a mí misma, que nunca lo he hecho, y hacer las cosas por y para mí», resume.
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