El granizo se combate a cañonazos
Tres sociedades agrícolas instalan el primer sistema de propagación de ondas de choque, equipado con un radar, para combatir el pedrisco
Jorge García Badía
Domingo, 17 de enero 2016, 12:31
Hace décadas su abuela ya trataba de repeler con cohetes las nubes cargadas de granizo que amenazaban su explotación agrícola, incluso iba 'equipada' con un crucifijo para pedir ayuda divina. Si hoy levantase la cabeza doña Águeda 'La Fiscala', no daría crédito al radar y a los dos cañones antigranizo de 6 metros de altura que sus nietos Miguel Ángel y Alfonso González, gerentes de la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Agromergos, han instalado en los parajes de la Traviesa y la Solana del Picacho de Jumilla, junto a las sociedades Innovación y Los Árboles. «Hace cuatro años sufrimos unas 'piedras' muy gordas, de las que no se olvidan en la vida. Solo recogimos 30.000 kilos de fruta de los 500.000 kilos que esperábamos», recuerda a pie de finca Miguel Ángel. «Decidimos que había que tomar cartas en el asunto».
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Y vaya si lo hicieron: viajaron a Francia e Italia para informarse de cómo funcionaba este sistema de protección. «Los agricultores nos dijeron cosas positivas». Miguel Ángel y Alfonso son la tercera 'generación agrícola' de su familia y saben que «la tecnología es el futuro del campo». Esa certeza ha llevado a estas tres sociedades agrarias ha convertirse en las primeras de la Región que habilitan un sistema de propagación de ondas de choque, que genera un 'paraguas' capaz de reducir el granizo y el pedrisco en inofensiva agua nieve. En toda España solo existe otro equipo similar en Huesca. «En cuanto una nube asoma por el cielo es analizada», comenta orgulloso uno de los gemelos.
El radar, valorado en 60.000 euros, cuenta con una tecnología similar a la que emplea la Agencia Estatal de Meteorología. Tiene un radio de acción de treinta kilómetros, lo que le permite analizar bancos de nubes procedentes de Moratalla, Yecla o Hellín que pueden suponer una amenaza potencial para las 180 hectáreas de melocotón, albaricoque y pera de estas sociedades. El radar está conectado a los dos cañones antigranizo y los teléfonos móviles de los agricultores. De hecho, Miguel Ángel y su hermano Alfonso tienen agregados el 'Cañón Traviesa' y el 'Cañón Caña' a los contactos de su terminal. Cuando una borrasca entra dentro del campo de protección, «el radar emite una onda y analiza la densidad de la nube a través de un 'software' que capta una imagen», detalla David Ollivier, director de la Sociedad de Protección Anti-Granizo (SPAG) que ideó los cañones en un lejano 1971, en la campiña francesa. Esa imagen se proyecta en las pantallas de los teléfonos de los agricultores de estas tres sociedades, lo que les permite analizar la posición y trayectoria del banco de nubes. «La información que nos transmite nos da seguridad», apuntan los hermanos Francisco y Miguel Ángel Bravo, de la SAT Los Árboles.
En pantalla aparecen dos anillos de seguridad. Si el nubarrón atraviesa el primer campo, emite de inmediato un mensaje de prealerta a los móviles y pone a los cañones a 'calentar motores'. «Se ponen con las 'orejas tiesas'», ejemplifica con humor Alfonso González, de la SAT Agromergos. Cada cañón está valorado en 35.000 euros.
De la estratosfera a la finca
El radar examina si la nube presenta cuerpos sólidos, y si atraviesa el segundo aro de seguridad emite un mensaje de alerta. A partir de ese momento cualquiera de los miembros de las tres sociedades agrícolas puede activar el cañón antigranizo, sin importar en qué punto de la Región o del país se encuentre. Tan sencillo como pulsar su teléfono móvil para dar un cañonazo, lanzando una onda sónica a 11.000 metros de altura, a una velocidad de 333 metros por segundo y con una potencia de 130 decibelios.
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El gran estruendo que genera la onda permite escuchar durante varios segundos cómo surca el cielo, tal y como comprobó un equipo de 'La Verdad' -cuya reacción fue agacharse al escuchar la explosión-. «Cada siete segundos crea una onda expansiva que llega a la estratosfera y rebota hacia el suelo, generando una cúpula de protección», explica de forma didáctica el director de SPAG. Las ondas se generan en las cámaras de inyección, que están conectadas a cada uno de los cañones y que se ocupan de liberar la explosión generada por el gas acetileno.
«Ese paraguas de ondas aumenta la resistencia del aire y la temperatura, acelerando el proceso natural de deshielo del granizo, que finalmente cae como agua nieve y no daña la fruta». Es lo que Alfonso resume como el efecto «microondas».
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Polémica con los vecinos
Los dos primeros cañones antigranizo de la Región cuentan con la autorización de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), tras haber solicitado un informe a los servicios centrales de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Madrid y consultar al Seprona. La CHS confirma que el permiso es válido durante un año, con opción a otro, hasta un máximo de cuatro años. Las mismas fuentes precisan que la Aemet subrayó en su informe que estos dispositivos «no impedían la lluvia». Por su parte, el Seprona también dio «su visto bueno» y señaló que «el efecto de estos cañones es muy localizado», su radio de acción oscila entre 500 y 1.000 metros. «Solo consigue transformar el granizo en lluvia. Por tanto, no frena la lluvia ni desplaza la formación de granizo a otras zonas», concluye la CHS. Tales aseveraciones no han impedido que este dispositivo haya despertado recelos en agricultores de la zona.
«Es una cosa bastante conflictiva, el vecino lo primero que te dice es que vas a partir las nubes y mandarle a él las 'piedras' (granizo)», reconoce Miguel Ángel. Una opinión que también comparten Francisco y Miguel Ángel Bravo, de la SAT Los Árboles. «Existe mucho desconocimiento y desinformación», confiesan.
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La campaña, 'a pelo'
Pese a todos los trámites administrativos que han tenido que cumplimentar desde julio y las visitas del Seprona que han recibido, estas tres sociedades agrícolas apostaron por invertir 130.000 euros en este sistema. «Nos estamos jugando la cosecha y con lo que cuesta el seguro agrario pagamos los cañones». De hecho, esta campaña la están afrontando 'a pelo', sin póliza. El presupuesto medio por asegurar una hectárea, de marzo a julio, es de 1.500 euros. En cambio, el coste de funcionamiento de un cañón sale a un euro por hora y hectárea, y su efectividad es del 95%.
«Los seguros cuestan mucho dinero y cuando sufrimos un siniestro no cobramos lo que hemos pagado», resumen al unísono los gemelos González. Los hermanos Bravo, por su parte, animan a otros agricultores jumillanos a sumarse a esta iniciativa, ya que el amplio radio de acción del radar pemitiría la instalación de más dispositivos antigranizo en la zona. «Lo interesante es que otros se sumen para abaratar el coste del radar».
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El creador del primer cañón y presidente de SPAG, Fred Ollivier, lamenta que al desconocimiento del sector sobre esta tecnología se suman las trabas de la Administración.
«Tenemos más de 800 cañones comercializados en 22 países: Argentina, Nueva Zelanda, Australia... y el próximo será Bulgaria. Pero solo en España exigen permisos y no dan subvenciones». No obstante, los agricultores de Jumilla han pasado del recelo al interés y esta semana la familia Ollivier se reunió con un productor interesado en combatir el pedrisco a cañonazo limpio.
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