Odisea en silla de ruedas por el centro de la ciudad
Pasos elevados, tiendas sin rampas o cajeros sin adaptar complican la vida a personas con movilidad reducida 'La Verdad' acompaña en un paseo a 'Chachito' y Julia
FINA GIMÉNEZ
Domingo, 4 de octubre 2009, 02:24
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«Cartagena no es una ciudad accesible, es práctica. Luchamos por conseguir que haya un criterio de accesibilidad universal», se lamenta el presidente de la Asociación de Minusválidos Físicos y Unidos de Cartagena y Comarca, Pedro Ortas Donaire. Una redactora y un fotógrafo de han acompañado en un paseo por las principales calles del centro de Cartagena a dos personas con problemas de movilidad reducida, al hilo del anuncio del Gobierno local de un estudio para eliminar barreras arquitectónicas y mejorar la accesibilidad a edificios y otros espacios públicos.
La ruta comienza en la Plaza del Ayuntamiento. Allí espera José Manuel Sánchez, al que muchos conocen como . Él lleva prácticamente toda su vida sentado en una silla de ruedas. Con apenas dos años se quedó sin movilidad en las piernas por una meningitis.
Ganas de vivir no le faltan y dedica su tiempo libre a una tuna. Sus problemas para moverse por el centro de Cartagena empiezan de inmediato. Para aparcar, lo tiene muy complicado.
Los aparcamientos reservados para personas en su situación están casi siempre ocupados por algún conductor irresponsable. Ante la mirada impasible de una patrulla de la Policía Local, se ve obligado a dar vueltas y vueltas hasta encontrar otro sitio. «No merece la pena llamar a la grúa, porque tardan una eternidad», dice.
Probadores de ropa
llega con Julia, quien prefiere no dar más datos sobre su identidad. Hace poco regresó del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, y asegura que durante su estancia en el hospital la prepararon para afrontar la vida como antes. Pero al llegar a Cartagena, se le vino el mundo abajo.
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«No puedo venir sola al centro porque los accesos son muy malos», señala entre la rabia y la pena. Algunos pasos de peatones están sobreelevados y las baldosas de muchas calles son demasiado altas.
Tampoco puede visitar edificios públicos o museos como el Decumano o la Casa de la Fortuna, porque el acceso al interior con escaleras sólo les pone pegas. Para subir al barco turístico de Puerto de Culturas tiene que avisar con bastante antelación para que le pongan una rampa.
El concejal de Vía Pública e infraestructuras del Ayuntamiento, José Vicente Albaladejo, explica que su departamento ha licitado la redacción de un informe para mejorar la entrada y salida a edificios y lugares públicos de responsabilidad municipal.
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Para y Julia, ir de compras es una odisea. Casi todas las tiendas incumplen la normativa para minusválidos.
En los comercios donde sí hay rampas, éstas no están a ras de suelo sino que hay un escalón de unos centímetros. Dentro, tampoco hay probadores adaptados, por lo que tienen que llevarse la ropa a casa y si tienen que cambiarla, se ven obligados a regresar a la tienda. Y vuelta a empezar con el aparcamiento del coche, la rampa, el probador...
A la hora de sacar dinero en los cajeros automáticos, sólo ven uno en la calle Mayor. Cruzar la calle, pedir un refresco en cualquier bar o coger un taxi se convierten en tareas titánicas. Como la voluntad de y Julia.
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