Madonna conquista Sevilla

La artista estadounidense Madonna ofreció ayer en Sevilla el primero de sus dos conciertos en España -mañana le toca el turno a Valencia- de su gira Sticky and Sweet. Sobre las 21.30 horas, mientras cientos de jóvenes llevaban todo el día haciendo cola en los aledaños del túnel Sur del Estadio Olímpico, la reina del pop se dirigió a su cita con el público sevillano, deseoso de ver en directo a la ambición rubia.

Y no defraudó. La cantante de Michigan sacó todo su repertorio y su poderío -vocal y sensual- para meterse en el bolsillo a los más de 40.000 seguidores llegados desde toda la Península y Europa, lo que obligó a las autoridades a montar un gran dispositivo de seguridad y transportes dada la masiva afluencia de visitantes de otras ciudades.

En la primera sección del recital, Pink, la cantante lució diseños de Givenchy y rindió homenaje al Art Deco de los años 20; en la segunda, bautizada como Old School, rememoró los tiempos de la Madonna de la década de los 80 en Nueva York, con diseños de Jeremy Scott y flashes de Keith Haring. La tercera, Gipsy, fue un retorno a la Isla Bonita, envuelto en el espíritu de la música folk y el baile con raíces rumanas. Por último, la cuarta sección, Rave, se adentró en el mundo futurista con un toque del lejano oriente. El concierto se prolongó durante aproximadamente dos horas en las que la artista estuvo acompañada de 16 bailarines y 12 músicos. Madonna cambió ocho veces de atuendo en dos escenarios diferentes en los que se utilizaron, entre otros instrumentos, 69 guitarras. Mañana aterriza en Valencia.