Víctor Serrano, un patrón para el Mar Menor

«La verdad es que no me lo esperaba», confiesa a LA VERDAD Víctor Serrano (Cartagena, 1963), hasta hace unos días director del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida), «pero los retos son lo mío y este me toca además en el plano sentimental». Ytanto: su primera fotografía está tomada en la casa de sus bisabuelos en Los Nietos, «cuando todavía no había paseos», recuerda.

Su nueva responsabilidad supone un cambio importante en una trayectoria profesional dedicada en gran parte al sector tecnológico. Licenciado en Química-Física –no llegó a terminar los estudios de Cuántica– por la Universidad Autónoma de Madrid –aunque comenzó la carrera en la UMU–, trabajó durante ocho años como 'road manager' de Criptografía en IBM. Más tarde pasó once años en la multinacional española Indra, donde fue responsable de Desarrollo de Negocio de Sector Público y Operaciones. Con base en Murcia, su territorio abarcaba el Sureste asiático y África, continente este último al que volaba hasta dos veces al mes para vender soluciones tecnológicas a gobiernos y grandes empresas. «Cansado de tantos viajes», relata a este diario, se estableció como asesor independiente y después se incorporó, durante dos años, a la consultora Inforges.

Fue en 2020, coincidiendo con la pandemia, cuando recibió la llamada del consejero de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca, Antonio Luengo, para proponerle que se hiciera cargo de la dirección del Imida «y le cambiara el rumbo con una nueva visión estratégica y organizativa, algo por lo que le estaré siempre agradecido», explica.

Entre medias, impulsó la Cátedra de Indra en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT). «Siempre he trabajado cerca de la universidad, promoviendo iniciativas empresariales en forma de 'spin-off'», relata este amante de los libros que se escapa de vez en cuando a pasear por el monte y que cruzó el Atlántico a vela cuando tenía solo 21 años.

Divorciado y padre de tres hijos de 25, 23 y 21 años, presidió la Federación de Rugby de la Región de Murcia entre 2016 y 2020, «por echar una mano». Antes estuvo otros seis años como vicepresidente. Junto con la vela, es su deporte, al que se aficionó en Madrid durante su época de estudiante universitario: «Aunque en la Región no tenga mucha visibilidad, hay afición:casi mil licencias y unos doscientos partidos al año entre las diferentes ligas, pese a la carencia de instalaciones», advierte.

Sin descuidar la afición por el balón ovalado ni dejar de echar un ojo a la aplicación Windguru, para saber en cada momento la fuerza y la dirección del viento, toda su atención se concentra ahora en el Mar Menor: «Como todos los problemas complejos, no hay una solución única o excluyente, sino que requiere de un trabajo intenso en muchas direcciones. Pero lo conseguiremos», proclama optimista y con buen ánimo, como un patrón seguro de enderezar el derrotero de un humedal que lleva casi seis años en coma ecológico.