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Las tortugas bobas de Calblanque, en forma
Las crías de 'Caretta caretta' nacidas en el parque regional el verano pasado cumplen seis meses «activas y cogiendo peso». Ya bucean y empiezan a tomar alimento sólido
Esta semana se han cumplido seis meses de un pequeño milagro: por primera vez en más de un siglo, nacían tortugas bobas en una playa ... de la Región de Murcia. Sucedió el 18 de septiembre del año pasado, cuando la arena comenzó a moverse en el perímetro balizado de Cala Arturo, en el Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila, donde se custodiaba día y noche el nido excavado durante la madrugada del 28 de julio. La puesta, de 69 huevos, produjo 21 crías de 'Caretta caretta' que en estos momentos se desarrollan en perfecto estado, mientras alcanzan el tamaño y peso adecuados para ser liberadas en el mar. Esa emocionante despedida –ojalá que un hasta luego– se producirá el próximo verano en el espacio protegido cartagenero, con la esperanza de que algún día regresen a desovar.
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«Tienen un comportamiento normal: están activas, cogiendo peso y haciendo progresos;por ejemplo, ahora están empezando a bucear, porque en los primeros meses se quedaban flotando en la superficie», explica a LA VERDAD la veterinaria María José Gens, responsable del Centro de Recuperación de Fauna El Valle, que coordina el cuidado de estos pequeños tesoros de la naturaleza. «Y dentro del lote, cada individuo tiene sus diferencias: algunas son más voraces», añade la técnico de la Dirección General de Medio Natural.
Se pesan semanalmente y se miden una vez al mes. Su alimento en los primeros meses ha consistido en tres tomas diarias de una papilla compuesta en un 60% por pescado blanco (merluza), en un 20% por pescado azul (caballa) y el resto calamar, gamba y mejillón. El menú, que cubre todas sus necesidades nutricionales, se redujo más tarde a dos ingestas diarias, y ahora comienzan a comer sólido, aunque los mismos apetitosos ingredientes y en idéntica proporción: el 10% de su peso. Al principio con la ayuda de un palito y después con pinzas.
Se desconoce la proporción de machos y hembras, y quizá tampoco se sepa en el momento de soltarlas. Incluso con un año de edad, para aclarar esta duda sería necesario un sexado mediante endoscopia.
En San Pedro y Valencia
María José Gens supervisa los progresos de las once tortugas bobas que cumplen su primera etapa vital en tanques individuales del Centro de Recursos Marinos del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario (IMIDA) en San Pedro del Pinatar. Las otras diez, que se enviaron al Oceanogràfic de Valencia, tienen un desarrollo parejo al de sus hermanas: ya miden un palmo de longitud, pesan entre 300 y 440 gramos y comienzan a tener el caparazón duro.
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Cuando sean devueltas a su medio en Calblanque –identificadas con un chip bajo la piel, y quizá algunas con un emisor, para seguir sus movimientos– pesarán un kilo y ya no estarán tan fácilmente a merced de los predadores. En condiciones naturales, solo sobrevive una tortuga marina de cada mil que nacen; este es el motivo por el que las nidadas se 'intervienen' para que las crías pasen en cautividad su primer año de vida. Una precaución necesaria en un animal catalogado como vulnerable en el Catálogo Español de Especies Amenazadas.
La separación de una misma puesta en varios grupos también persigue que se alcance la máxima tasa de supervivencia posible, explica la veterinaria de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente: «De este modo, si hay algún problema sanitario o técnico en las instalaciones, no se pierden todos los ejemplares», detalla María José Gens.
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Están creciendo fuertes en tanques individuales del IMIDA gracias a una papilla de merluza, caballa, calamar, gamba y mejillón
En el caso del nido de Calblanque, el éxito ha sido total:sobreviven las 21 tortugas que nacieron. Igual que en las dos puestas detectadas el verano pasado en Ibiza y Valencia. Un cuarto nido, en Castelldefels (Barcelona), pasó desapercibido hasta que los huevos eclosionaron en octubre. Parte de las crías pudieron ser recogidas, aunque la mayoría se internaron en el mar, según los rastros observados sobre la arena.
«Ha sido un buen año, otras veces la supervivencia ha sido menor. Nos ha servido la experiencia acumulada y la coordinación entre todos los organismos implicados, y siempre en contacto directo con expertos como Adolfo Marco», destaca la veterinaria. «Este ha sido nuestro primer año y hemos tenido que aprenderlo todo», añade.
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El programa de crecimiento en cautividad para su posterior introducción en el mar se denomina 'head starting', y es la estrategia acordada por los científicos para gestionar los episodios de nidificación en las costas españolas. Pero antes, para detectar los anidamientos y ponerlos a salvo, es necesaria una red compuesta por voluntarios, agentes medioambientales y personal de los parques regionales costeros que cubre todo el litoral durante el periodo estival. Un mecanismo que cerrará el círculo cuando las primeras tortugas bobas de Calblanque inicien su aventura vital en solitario dentro de otros seis meses.
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