Ver fotos
«Quiero dejar la Peña del Águila en buenas manos»
El propietario de la finca del parque regional con la mejor población de sabina mora negocia su venta a la Comunidad Autónoma, por ahora sin éxito: ha rechazado una oferta de 500.000 euros
Francisco Crispín Fuentes de Narváez (75 años) no nació en la Peña del Águila «por cuestión de minutos». Aunque con muchos apuros, pudieron trasladar ... a su madre desde la casa familiar de la sierra hasta la diputación cartagenera de Alumbres. El propietario de una de las fincas más valiosas del Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila apenas ha subido «cuatro o cinco veces» a sus tierras desde que la Comunidad Autónoma las incluyó en el espacio protegido hace casi treinta años. Se enteró «por la prensa» de que su finca «reunía una serie de valores naturales, así me lo explicaron», y desde entonces ya nunca fue igual. Es la cara oculta de muchos espacios naturales: de propiedad privada, los disfrutamos mientras sus dueños se sienten expropiados o insuficientemente compensados por la Administración. La superficie de este parque es particular en un 95%.
A petición de LA VERDAD, este profesor jubilado de Física y Química hace una excepción y se desplaza a su propiedad, desde su casa de La Unión, para explicar su historia. La Peña del Águila está en manos de su familia desde la Desamortización de Mendizábal, asegura, y siempre la han custodiado con criterios «muy cercanos al ecologismo». Pero la protección legal no la ha mejorado, se lamenta. Al contrario, desde que él no la gestiona «se ha perdido casi toda la perdiz roja». No le gusta cómo está ahora: «Me quitaron mi mayor ilusión, ahora solo hay zorros y jabalíes». Sin embargo, y pese a sus diferencias con la Administración regional, siempre ha colaborado en proyectos de conservación, como el proyecto europeo Life Tetraclinis, dedicado a mejorar las poblaciones de sabina mora o ciprés de Cartagena, una pequeña conífera propia del norte de África que en Europa solo tiene presencia en estas montañas mediterráneas. Y la mayoría están en su finca de 180 hectáreas, que también es un área propicia para la expansión de la jara de Cartagena, una planta en peligro crítico de extinción de la que solo quedan unos pocos ejemplares adultos.
Fuentes de Narváez lleva años negociando con la Comunidad Autónoma la venta de la Peña del Águila, pero el acuerdo no parece fácil. ¿Cómo ponerle precio a un espacio protegido, cómo tasar sus valores naturales? «Encargamos un estudio a un catedrático de Botánica de la Universidad de Valencia y el resultado fue 3,5 millones de euros». Él pide 1,5 millones por la mitad de la finca la parte montañosa, para conservar la zona baja y una vivienda pero el Gobierno regional no llega a esa cantidad. La última oferta de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente, el año pasado, fue de 500.000 euros.
La familia Fuentes de Narváez es propietaria de la Peña del Águila desde la Desamortización de Mendizábal
«Esos son los precios que le ofrecían a mi padre en 1972. Yo pido una cantidad muy razonable y no puedo regalarla. Me sacan las tablas de la ley y me dicen que eso es lo que hay, pero eso es reírse de mí, ya no voy a más reuniones con ellos. Por mi honor, prefiero morirme», sentencia. La Comunidad Autónoma replica que «la oferta es muy buena», de acuerdo con las tarifas de la Administración pública.
La Casa del Cólera
Pero Francisco Crispín Fuentes de Narváez maneja otros parámetros, no solo los valores naturales: «¿Y qué me dices del paisaje y de los aspectos históricos y culturales? Tenemos la mina Consuelo, conocida como La Loba porque ahí se hizo rico el Tío Lobo de La Unión, y también la célebre Casa del Cólera, donde subían a los enfermos en carretas durante la epidemia de gripe de 1918», enumera.
En los tiempos de bonanza, cuando las expectativas inmobiliarias rondaban los espacios protegidos, no hubiera vendido su finca por menos de cinco millones de euros, «pero reconozco que eso era desorbitado», admite ahora. Aunque insiste en una queja: «Gracias a estas tierras privadas, y a otras, se ha ingresado mucho dinero de la Unión Europea, pero ni un euro para los propietarios». Y él presume de poseer «el balcón más bonito de la Región y uno de los mejores de España: una montaña con vistas a la bahía de Portmán, al Mar Menor y La Manga».
«Quiero dejar la Peña del Águila en buenas manos, así que solo la venderé a alguien responsable que yo conozca y que garantice que la va a cuidar», explica, animado por la reciente compra de Cabo Cope por parte de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE): «Me alegré muchísimo cuando me enteré».
Compras públicas en Totana, Mula, Fortuna, Águilas, Yecla y Abanilla
La Comunidad Autónoma no se planteó comprar Cabo Cope, importante espacio natural protegido en el litoral de Águilas que acaba de adquirir ANSE. Pero sí ha reservado presupuesto para hacerse este año con ocho terrenos de interés ecológico en Totana, Mula, Fortuna, Águilas y Abanilla (cuatro en este último municipio). La Dirección General de Medio Natural, que no concreta de qué espacios se trata, destinará 412.000 euros a estas operaciones. Estas fincas se sumarán a otras tres en Abanilla, Yecla y Fortuna, cuya compra estaba prevista en 2019 pero no se completó, por importe de 40.000 euros.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión