Katir, la revelación muleña
El atleta murciano del año ha hecho historia al batir los récords de España de 1.500, 3.000 y 5.000 en 33 días
Casi nadie lo conocía hace unos meses. Y hoy es ya uno de los mediofondistas más destacados de la historia del atletismo español. No hay un solo atleta en este país que en las tres últimas décadas haya hecho lo que ha sido capaz de lograr este último verano Mohamed Katir (Alcazarquivir, Marruecos, 23 años). Fermín Cacho, Juan Carlos Higuero, Martín Fiz, Arturo Casado, Manuel Pancorbo, Reyes Estévez, Abel Antón e incluso finalmente Isaac Viciosa, a pesar de sus iniciales reticencias, se han rendido ante los éxitos de un chico que rompe moldes, pese a que ha salido «de la nada», como él ha confesado.
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33 días. Son los que transcurrieron entre la reunión de Florencia de la Diamond League y la de Gateshead. Tres récords nacionales históricos y un solo nombre: Mohamed Katir, 10 de junio, 9 de julio, 13 de julio. Florencia, Oslo, Londres. 5.000 m, 1.500 m, 3.000 m. «En 2022 voy a buscar una medalla internacional, por encima de los récords. Este año he hecho muy buenas marcas, pero me ha faltado rematar en un gran campeonato. ¿Los Juegos? Saqué un diploma olímpico y eso es algo que pocos atletas pueden decir. Yo sabía que lograr la medalla iba a ser muy difícil», cuenta con total naturalidad el pupilo de Gabi Lorente, el entrenador de Fuente Álamo que lo ha puesto a volar.
«Gabi me conoce desde que era cadete. En mi etapa de formación, en el UCAM Cartagena, él me ayudó mucho. Y yo necesitaba dar un salto en mi carrera. Sabía que esa mejoría me la iba a dar él», explica Katir.
En agosto cumplieron un año juntos y, aunque Katir volvió de Tokio sin medalla, los resultados de este reencuentro entrenador-atleta han sido espectaculares.
«Mo [como le gusta a Katir que le llamen] escucha, es disciplinado y es humilde. Aprende rápido y no se queja. Este año, por ejemplo, los entrenamientos en altura en Sierra Nevada le han dado ese plus que necesitaba en la alta competición. La gente piensa que estar un mes recluido en un centro de alto rendimiento, entre montañas nevadas, puede ser algo idílico. Pero se hace duro y hay que soportar una rutina en la que solo haces tres cosas: entrenar, comer y dormir», indica Lorente, un joven entrenador de solo 31 años cuya historia también tiene su miga.
Hasta hace poco, Lorente se ganaba la vida trabajando en la panadería que un cuñado suyo tiene en Fuente Álamo. Lo dejó todo para dedicarse al 100% a su faceta de entrenador. Pule dos diamantes de la tierra: Mariano García y Mohamed Katir. «Ambos tienen un gran potencial. En el caso de Katir, él cuenta con unas condiciones para la resistencia extraordinarias y lo que hay que trabajar es que en un gran campeonato prima lo rápido que seas al final, y eso a él le ha faltado en alguna ocasión», reflexiona.
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«Hace un año sabía que estaba en el buen camino y solo me faltaba perder el miedo y creer en que podía competir de tú a tú con los mejores. Hace un año miraba a Jakob [Ingebrigtsen, el noruego que se proclamó campeón olímpico en el 1.500 en Tokio] y no me veía en su misma dimensión. Ahora no es así. Es un rival. Muy bueno, por supuesto. Pero sé que puedo luchar con él en cualquier prueba. Y contra todos los demás. Solo pido un poco más de tiempo», reclama Katir cuando se pone a analizar cómo ha cambiado su vida en los últimos doce meses.
Temporada eterna
«Calca los entrenamientos durísimos de Ingebrigtsen», reveló recientemente Miguel Mostaza, el mánager que fue de Fermín Cacho y ahora de Mohamed Katir. Él ha trabajado para que el de Mula haya ido en los últimos meses a las mejores carreras del calendario mundial. «Acabé cansado los Juegos y la temporada se ha alargado mucho, pero tuve que esforzarme un poco más y seguir entrenando para las últimas pruebas de la Diamond League. Me había clasificado para la final y eso es algo que no todos los atletas logran. Ha merecido la pena estirar el año», confiesa Katir.
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«Ahora soy mucho más conocido y tengo que atender más compromisos y más entrevistas. Pero los pies los tengo en el suelo. Sé lo que me ha costado llegar y también sé lo duro e ingrato que puede llegar a ser el atletismo», apunta un corredor que está becado por la Federación Española y que compite para el Playas de Castellón. Al margen de Asics, la marca que le viste y le proporciona zapatillas de último modelo para cada competición, Katir empieza a tener tirón como reclamo publicitario y varias firmas se han puesto en contacto con él.
«No cambio el recibimiento que tuve en Mula tras llegar de los Juegos de Tokio por una medalla de oro olímpica», confiesa Katir
Está «contento», pero no lanza las campanas al vuelo. Es atleta de éxito, pero no es lo que más le gustaba. «Hasta los 12 años jugaba al fútbol y se me daba bien. Pero un día gané una carrera en la escuela, me vieron los técnicos y me lancé al atletismo. A Cristóbal Carlos, del club Mula Sport, le gustó mi forma de correr y habló con mis padres. Me cambié de deporte y acerté. Le debo mucho a Cristóbal. Él vio algo en mí. Se me da mejor el atletismo, pero el fútbol me encanta y lo sigo», comenta Katir. Es de la Juventus porque sus jugadores favoritos siempre fueron Pirlo y Buffon. También es un apasionado del boxeo, deporte que practicó hasta que entendió que debía poner todos sus sentidos en el atletismo. Eso sucedió a los 15 años.
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Desde los 13 corre en pista, pero hizo sus pinitos fuera de ella. Ganó tres veces la San Silvestre de Murcia. «Me encanta el ambiente festivo de la carrera de fin de año en Murcia y por eso me apuntaba. Hasta que pude hacerlo, la corrí. Me lo pasé muy bien. También hice alguna milla y gané alguna carrera en Cartagena y en Caravaca», recuerda. Eso terminó y centró todos sus esfuerzos en la media distancia. «La prueba que más me gusta es el 3.000, pero como no es olímpica tengo que compaginarla con el 1.500 y el 5.000», reconoce.
Un muleño más
Su padre, un marroquí que como tantos otros entró a España en patera por las costas andaluzas, vino hace tres décadas en busca de una vida mejor para su familia. Trabajó en Huesca y unos años más tarde todos se afincaron en Mula. Su madre es egipcia y Mohamed Katir dice «no recordar» casi nada de su país de nacimiento. «Sé que procedemos de Larache y que allí están mis abuelos. Yo me vine a España con 5 años y todos mis recuerdos están en Mula. Por eso, siempre digo que soy muleño», explica el atleta que quería ser policía, pero que finalmente sopesa la opción de presentarse a las oposiciones de bombero. Ambas cosas pueden esperar.
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Ahora está centrado al 100% en el atletismo. Su única concesión son sus ratitos de soledad en casa (o concentrado) que aprovecha para dar rienda suelta a una de sus grandes pasiones: la poesía. «Soy de esta tierra. Yo vengo de tierra adentro. He nacido en la montaña. En una humilde cabaña. Siempre he vivido contento», ha escrito recientemente Katir en su cuenta de Instagram, donde deja algunos de sus versos, esos que hasta hace poco le daba vergüenza compartir. «Escribo para mí, es algo que me relaja y me da energía a la vez. Pero apenas comparto lo que escribo», explica con un punto de pudor.
Katir se ha hecho famoso muy rápido. Y eso conlleva pagar ciertos peajes. «Me hubiera gustado que mi viejo récord de España [de 3.000 metros] lo hubiera batido un atleta con apellidos castellanos», soltó el pasado mes de julio el palentino Isaac Viciosa cuando el muleño mejoró su antigua marca. Otro habría entrado al trapo. El muleño, sin embargo, tiró de elegancia para desarbolar a Viciosa. «Para quien no sepa de quién es mi apellido, es un gran señor de origen marroquí. Mi gran motivación, mi ejemplo a seguir, mi abuelo Mailud Katir. Este señor ha tenido que trabajar duro desde los cinco años, ha sufrido en la vida por temas de la guerra. Ya podéis juntar toda la vieja escuela, no hay comparación con este señor. Es un honor llevar tu apellido, abuelo, solo es el comienzo», contestó Katir a un Viciosa que incluso puso en duda la legitimidad de sus tres récords de España. Sin pruebas y sin ninguna base.
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Hubo momentos muy duros para Katir. Sus padres no inscribieron en ningún momento al pequeño de la familia como español y cuando dio el salto a la categoría promesa, al no tener el pasaporte, no pudo recibir una medalla de campeón de España. Tras tres años de gestiones logró la nacionalidad.
En su pueblo ya es una celebridad. «Pero ya te digo que no tanto como Pedro León. Es futbolista y la gente le quiere mucho. Es normal. Ha hecho grandes cosas», dice Katir de su paisano, ex de Real Madrid, Getafe, Eibar y Valladolid y ahora en las filas del Fuenlabrada. «No conseguí medalla en los Juegos de Tokio, pero puedo decir bien alto que el recibimiento que tuve en Mula al regresar de allí tiene más importancia para mí que haber logrado un oro olímpico», afirma el atleta, que se siente «muy querido» en su pueblo. Allí, junto al Embalse de la Cierva, suele entrenarse cada día. Y allí quiere seguir estando el mayor tiempo posible, cerca de sus padres, de sus amigos y de unos vecinos que ahora sacan pecho cada vez que el nombre de Mohamed Katir sale a la palestra. Es uno de los suyos. Un muleño de talla mundial.
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