Israel bombardea Qatar para asesinar a la cúpula de Hamás, pero sus líderes sobreviven

Hamás confirmó la muerte de cinco personas, pero dijo que los dirigentes del grupo como Khalil Al Hayya, jefe negociador; Zaher Jabarin, cerebro económico del grupo, o Khaled Meshal, líder del aparato político en el exterior, lograron sobrevivir. Los cataríes anunciaron que suspendían su labor de mediación e informaron de la muerte de un agente de sus cuerpos de seguridad en el bombardeo.

Doha quedó en estado de shock cuando a media tarde diez explosiones hicieron temblar la ciudad del Golfo. Un hongo de humo negro comenzó a emerger de uno de los barrios residenciales de la capital, sede de varias embajadas y colegios internacionales. A los pocos minutos, el ejército de Israel informó a través de un comunicado de un «ataque preciso» contra la cúpula política del grupo islamista en el exilio. Al menos un disparo impactó contra la residencia donde se alojan o reúnen los delegados del grupo islamista.

El ejército, que bautizó la operación como 'Reunión de fuego', acusó a los dirigentes del grupo palestino de «dirigir las operaciones terroristas, ser directamente responsables de la brutal masacre del 7 de octubre y manejar la guerra contra Israel» desde su cuartel general en Doha.

Medios israelíes dijeron que Benjamín Netanyahu ordenó el ataque tras la muerte de diez israelíes el lunes, seis en un atentado en Jerusalén, reivindicado por Hamás, y cuatro militares en Gaza. En el primero de ellos, dos palestinos, que posteriormente fueron abatidos, tirotearon a un grupo de ciudadanos que esperaba en una parada autobús. Uno de los fallecidos es un joven español oriundo de Melilla.

El primer ministro emitió un comunicado conjunto con el responsable de Defensa, Israel Katz, en el que defendieron que la operación en Doha estaba «justificada» porque estos dirigentes organizaron la matanza de más de 1.200 ciudadanos en 2023 y «desde entonces han seguido llevando a cabo ataques asesinos contra Israel y sus ciudadanos, incluida la responsabilidad por el asesinato de nuestros civiles en el ataque de Jerusalén». Netanyahu ve acercarse el segundo aniversario del 7 de octubre y sigue sin lograr sus objetivos: liberar a los rehenes y acabar con la organización islamista.

En una rueda de prensa posterior al bombardeo, el jefe del Gobierno señaló que su pretensión es acelerar el final de la guerra, aunque el objetivo suena ahora bastante extraño: Qatar comunicó anoche a la Casa Blanca que suspendía su mediación en el proceso de paz. Tampoco parece factible que Hamás quiera regresar a la mesa de negociación de manera más o menos inmediata. Las autoridades cataríes también trasladaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que «no tolerará este comportamiento imprudente israelí y la continua perturbación de la seguridad regional», señaló el embajador de Qatar ante la ONU, Alya Ahmed Saif Al-Thani.

La apuesta israelí de uso máximo de la fuerza pasa ahora por arrasar Ciudad de Gaza, de donde el ejército ordenó este martes la evacuación de un millón de personas, y acabar con el liderazgo histórico de los islamistas en el exilio. En los dos últimos años Israel ha logrado asesinar a líderes de Hamás en el extranjero como Ismael Haniye, en Irán, o Saleh Al Arouri, en Líbano, y lograron descabezar al grupo en Gaza con el doble asesinato de los hermanos Sinwar, Yahya y Mohamed.

La televisión pública Kan aseguró que el jefe del ejército y el director del Mossad se opusieron al ataque en Qatar porque pensaban que aún quedaba espacio para las negociaciones. En las calles de Tel Aviv las familias de los rehenes salieron para protestar por la decisión de Netanyahu porque consideran que es un golpe directo para acabar con cualquier posibilidad de solución dialogada. Netanyahu no quiere acuerdos, sólo acepta la rendición incondicional del enemigo.