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Las Fuezas Democráticas Sirias colocan la bandera victoriosa en Baghuz, una localidad siria cercana a la frontera con Irak. EFE
Termina la batalla contra el califato, sigue la guerra contra el Dáesh

Termina la batalla contra el califato, sigue la guerra contra el Dáesh

«En este día único hay que recordar a los miles de mártires que han hecho posible esta victoria», ha anunciado Mustafa Bali, portavoz de las Fuerzas Democráticas

mikel Ayestaran

Corresponsal en Jerusalén

Sábado, 23 de marzo 2019, 08:33

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El califato ha terminado, pero la guerra contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), sigue adelante como explicó en el discurso de la victoria el comandante de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), Mazloum Kobani: «Pedimos ayuda a nuestros aliados para empezar una nueva fase en la lucha contra los terroristas de EI y así eliminar por completo la amenaza local y mundial que suponen sus células durmientes». 24 horas después de que lo adelantara Donald Trump, las FDS declararon «la total eliminación del supuesto califato y una derrota territorial del Dáesh al cien por cien», según un comunicado difundido por su portavoz, Mustefa Bali.

Tras una noche de explosiones y disparos, que sembraron dudas en torno al anuncio de Trump, a primera hora de la mañana los mandos kurdo árabes subieron al edificio más alto que queda en pie en Baghuz después de dos meses de combates e izaron la bandera amarilla de esta milicia que combate con apoyo de la coalición internacional que lidera Estados Unidos. Así comenzó una jornada de celebración por la victoria militar contra el último feudo que quedaba en manos del Dáesh, de duelo por los miles de combatientes caídos y de incertidumbre por el futuro que le depara a esta parte de Siria si Trump decide retirar sus tropas.

La enorme bandera amarilla ocupó el lugar de la enseña negra de los yihadistas en medio de un paisaje desolador. Los seguidores del califa pasaron de controlar ciudades enteras a vivir en un campamento miserable en el que han resistido decenas de miles de personas los dos últimos meses de ofensiva.

Coches calcinados, tiendas y alfombras destrozadas, basura y barro formaban el paisaje final del califato. Desde enero más de 67.000 personas salieron de este reducto ahora muerto, entre ellas 5.000 yihadistas que fueron detenidos, según las cifras ofrecidas por las FDS. Los civiles, sobre todo familiares de yihadistas, fueron trasladados a campamentos, principalmente al de Al-Hol (nordeste). Muchos los combatientes detenidos y de sus familiares evacuados son extranjeros y ahora se espera que sus países de origen se hagan cargo de ellos.

Tras la celebración de un primer acto simbólico en las ruinas de Baghuz, la ceremonia se trasladó a la base de Al-Omar y arrancó con el himno nacional de Estados Unidos. En un acto televisado, el comandante Kobani demostró que está mirando al futuro desde este primer día post califato y tuvo mensajes directos para los gobiernos de Damasco y Ankara, que están atentos a la posible retirada militar estadounidense.

Kobani pidió al presidente sirio, Bashar el-Asad, el reconocimiento de una administración regional autónoma kurda en la zona noreste del país y trasladó a Turquía, que considera «terroristas» a las FDS, la necesidad de que abandone el territorio sirio, especialmente el cantón kurdo de Afrín. El comandante recordó que «11.000 de nuestros combatientes han muerto y 21.000 han resultado heridos en esta guerra».

Las banderas amarillas compartieron protagonismo con las barras y estrellas de la estadounidense y el enviado de la coalición internacional, William Roebuck, se dirigió a los presentes para «felicitar a los sirios y en particular a las FDS por la destrucción del fraudulento califato del EI y la liberación del último lugar que controlaban en Siria».

Cuatro años y ocho meses

El 29 de junio de 2014 fue la fecha elegida para informar al mundo del establecimiento del califato y el 23 de marzo de 2019 quedará marcado como el día del final del sueño de los yihadistas de establecer un Estado propio en el corazón de Oriente Medio. Cuatro años y ochos meses en los que han pasado de controlar una superficie equivalente a Reino Unido, con ciudades como Mosul o Raqqa, a estar tirados en tiendas de campaña en una pequeña franja de tierra junto al Éufrates en Baghouz. Cuatro años y ocho meses que solo han supuesto un paréntesis en la trayectoria de un grupo nacido en Irak tras la invasión estadounidense de 2003 y que tras el colapso de su protoestado vuelve a la clandestinidad, el escenario que mejor controla.

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