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Miembros de la Guardia Nacional Ucraniana patrullan las calles de Kiev durante la ley marcial. AFP
Los varones rusos de entre 16 y 60 años no podrán entrar en Ucrania mientras dure la ley marcial

Los varones rusos de entre 16 y 60 años no podrán entrar en Ucrania mientras dure la ley marcial

Moscú, por su parte, declara que no responderá a Ucrania con la misma prohibición

rafael m. mañueco

Corresponsal en Moscú

Viernes, 30 de noviembre 2018, 12:30

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La espiral de confrontación bélica entre Rusia y Ucrania, tras el apresamiento el domingo de tres navíos de la Marina ucraniana y sus 24 tripulantes por guardacostas rusos, ha llevado a que las autoridades de Kiev adopten la decisión de prohibir la entrada en el país a todos los varones de nacionalidad rusa entre los 16 y los 60 años. La medida busca evitar que, como sucedió en los casos de Crimea y las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, «voluntarios» rusos o directamente militares encubiertos acudan para formar milicias armadas que se unan a fuerzas separatistas o antigubernamentales dentro de Ucrania o para perpetrar actos de sabotaje.

«Se ha reforzado la seguridad en los puestos de control y hemos restringido la entrada de extranjeros, en primer lugar hombres rusos con edades comprendidas entre los 16 y los 60 años», anunció el jefe del Servicio Estatal de Fronteras de Ucrania, Piotr Tsiguíkal, durante una reunión en presencia del presidente ucraniano, Piotr Poroshenko. Señaló que, en casos extraordinarios, se concederán permisos por «razones humanitarias».

Poroshenko, por su parte, exigió también unos controles más severos de registro en los órganos policiales de los rusos que ya viven en Ucrania, especialmente en las 10 provincias en donde está vigente la ley marcial. Tras su aprobación en la Rada Suprema (Parlamento), el presidente ucraniano firmó el miércoles el decreto estableciendo el estado de guerra por espacio de un mes. Tsiguíkal no ha aclarado cuánto durará la prohibición de entrada en el país de varones rusos, pero los expertos aseguran que tal medida sólo puede aplicarse en situaciones de emergencia y, por tanto, desaparecerá cuando expire la ley marcial.

Moscú, por su parte, declara que no responderá a Ucrania con la misma prohibición. Así lo ha asegurado el senador ruso, Frants Klintsévich. En los mismos términos se ha expresado la portavoz de Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, quien opina que reproducir de forma simétrica la medida de Ucrania «sería una locura». A su juicio, «Poroshenko trata de mantenerse en el poder y para ello está dispuesto a arrastrar su país a una aventura que amenaza con tener consecuencias catastróficas».

Tras la estampida del entonces presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, en febrero de 2014, que, por huir de Kiev, fue destituido por la Rada (Parlamento), en lo que supuso el final triunfante de la revuelta del «Maidán», el Kremlin decidió tomar cartas en el asunto de forma contundente.

Rusia envió más tropas a Crimea, además de las desplegadas en Sebastopol, en la base de la Flota del Mar Negro, que, al actuar sin distintivos, fueron presentadas como «milicias populares» locales opuestas a lo que calificaron de «golpe de Estado» perpetrado en Kiev contra Yanukóvich.

Estas «milicias» forzaron al Parlamento de Crimea a destituir a la mayor parte del Ejecutivo y a convocar un referéndum para independizarse de Ucrania e incorporarse a Rusia. La consulta, que se celebró sin las más mínimas garantías democráticas, dio como resultado una supuesta mayoría favorable a convertirse en una región más de la Federación de Rusia. La maniobra se hizo al menos sin apenas derramamiento de sangre.

Pero más trágico fue lo que sucedió en la cuenca ucraniana de Donbás, en abril de 2014, en las regiones de Donetsk y Lugansk. También allí hubo levantamiento contra Kiev con hombres armados llegados desde Rusia en su mayor parte, en torno a unos 20.000 contando los locales. También hubo consultas populares favorables a la independencia e integración en Rusia, pero Moscú no se anexionó esos dos enclaves y ni siquiera los reconoció. Eso sí, fluyó el dinero, las armas y miles de «voluntarios». Estalló una guerra con las tropas ucranianas, que sigue latente todavía hoy día pese a los acuerdos de paz de Minsk de febrero de 2015. Según la ONU, han muerto ya más de 10.000 personas.

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