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Una mujer china. Reuters
Religión con características chinas

Religión con características chinas

Pekín pone en marcha una reescritura de los libros sagrados para cerciorarse de que nada en ellos atenta contra la doctrina comunista

Zigor Aldama

Shanghái

Martes, 31 de diciembre 2019, 00:09

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Quien crea que nada ni nadie está por encima de Dios es que no conoce China. Porque en el gigante asiático -un Estado oficialmente ateo, aunque el artículo 36 de su Constitución protege la libertad de culto- todo está supeditado a la doctrina del Partido Comunista. Y eso incluye, por supuesto, la religión. Por eso, el Gobierno ha puesto en marcha una campaña para adecuar las escrituras sagradas a los valores socialistas que promulga. Supone que textos como los de la Biblia o el Corán deberán reescribirse en chino para evitar que su contenido contravenga las enseñanzas del Partido y para que esté «en consonancia con los tiempos».

Según diferentes medios de comunicación, entre ellos la agencia oficial Xinhua, la orden de revisar los libros se dio en noviembre durante una reunión del organismo que regula las actividades religiosas, y en ella participaron 16 expertos representantes de los credos reconocidos por China.

Según el diario francés 'Le Figaro', el presidente de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, Wang Yang, exigió que se eliminen pasajes que puedan incitar al integrismo religioso o la superstición, y que puedan instilar «ideas heréticas». Wang añadió que se debe construir «un sistema religioso con características chinas». Aunque todavía no está claro en qué términos se llevará esa reescritura de los libros sagrados, muchos afirman que la medida supone un paso más en las restricciones que China aplica a la libertad religiosa.

No en vano, el Gobierno permite el rezo colectivo siempre que se dé en lugares aprobados para ello, que suelen estar supervisados por funcionarios o policía, y que sea liderado por un religioso de su gusto, algo que ha provocado roces con las autoridades eclesiásticas del Vaticano por el nombramiento de obispos chinos.

Según el reverendo Bob Fu, fundador de China Aid en Estados Unidos y célebre detractor del régimen chino, el objetivo de los dirigentes comunistas es introducir enseñanzas budistas y confucianas en la Biblia e incluso adaptar las canciones y los coros que se cantan en misa para que adopten «características chinas», un eufemismo que se utiliza a menudo para referirse a la doctrina del Partido. No obstante, es poco probable que Pekín vaya tan lejos, y otros expertos apuntan a que se podrían eliminar pasajes controvertidos, no solo por su interpretación política sino también social.

Y no faltan quienes apoyan esta iniciativa. «Una sociedad no puede regirse por textos escritos hace milenios. Tampoco es lógico que se permita que esos libros sagrados discriminen a la mujer o atenten contra valores que han ido evolucionando con el tiempo. No podemos obviar que la religión se utiliza a menudo como excusa para cometer barbaridades», comenta Lei Meng, una joven de Shanghái que se declara atea.

«De hecho, parece mentira que haya tanta gente que, en pleno siglo XXI, no solo crea en Dios sino también en historias que no tienen ni pies ni cabeza. La religión es un lastre para el desarrollo y debe ser controlada para evitar los efectos negativos que tiene», sentencia la joven china.

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