El segundo coliseo
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Rigor, variedad y proximidad son los tres pilares sobre los que César Oliva apoyó –el próximo octubre se cumplirán diez años– la reapertura del Teatro Circo de Murcia (TCM), un coqueto y centenario coliseo llamado a convertirse en el segundo escenario de la ciudad de Murcia. Su vuelta a la vida se recibió con gran expectación tanto por el público como por las compañías de la Región. El Teatro Romea, principal escenario de la capital, permanecía cerrado desde hacía varios años a consecuencia de múltiples retrasos en las obras de rehabilitación de su edificio, y la ciudad no contaba con un gran patio de butacas para el teatro. De hecho, durante sus seis meses iniciales de actividad, el TCM ejerció como primer centro escénico de la ciudad.
Su puesta de largo, el 4 de octubre de 2011, estuvo protagonizada por la compañía circense Circ d'Hivern, que presentó el espectáculo 'Circumstáncies'. Con la propuesta, Oliva, responsable entonces de la programación del centro, explicó que se pretendía homenajear al propio circo, que en su primera apertura al público, en 1892, ya presentó un espectáculo de acrobacias y malabares.
Tras 'Circumstáncies', el TCM acogió durante su temporada inaugural montajes de Miguel del Arco, Jordi Galcerán, Juan Mayorga y Alfredo Sanzol, entre otros directores y dramaturgos. Dentro de la escena regional, programó 'La casa de Bernarda Alba', la adaptación que Alquibla realizó sobre el clásico de Federico García Lorca.
La rehabilitación del TCM estuvo dirigida por el estudio Pérez Albacete Arquitectos. Con ella otorgó a la ciudad un espacio versátil y polivalente con 800 butacas en su sala principal, a las que se añaden 110 de la pequeña.