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Nativel Preciado, elegante trapecista

Sábado, 15 de junio 2024, 07:24

Una niña practica equilibrios en la alfombra de casa. Salta caballete en su cole, el laico Decroly. Se imagina vestida con mono de lentejuelas. Sonrisa ... y posturas. Mueve el aire. Vuela. Por peligrosa que sea la acrobacia, Nativel siempre cae de pie. Sus ansias de ser Pinito del Oro han resultado ser una metáfora estupenda de su vida. Sin despeinarse, ha soltado afirmaciones rotundas y contrastadas. Se ha hecho de respetar. Y tiene ese sello tan difícil de conseguir hoy día: el de la credibilidad. Así, desde hace cincuenta años. El tiempo que está en primera línea de batalla del periodismo.

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Nativel Isabel González Preciado nace en Madrid. El padre procede de terratenientes de Zamora. Se aleja de todo aquello y opta por estudiar Medicina, que abandona, y luego Económicas. Se hace funcionario. Un hombre de números. Se enamora perdidamente de su madre, Nati, que procedía de una familia de represaliados del franquismo. Sus convicciones eran fuertes, como las de nuestra periodista y escritora.

La joven Nativel también quiso ser médico, para ayudar allá donde fuera necesario, pero ya lo era su hermano, así que la otra opción fue el periodismo. Con apenas 17 años entra en el 'Diario Arriba'. Ella odiaba eso del yugo y las flechas, pero no fue una mala escuela. Allí también odiaban a Franco porque les parecía demasiado blando. Un compañero que la llevaba del trabajo a casa la intentó violar. Este capítulo terrible de su vida lo hemos conocido hace poco, pero a Nativel, como muchos colegas saben, le ha ocurrido de todo: Fraga la envió a la mierda y ella lo puso en un titular, Ruiz Mateos la intentó sobornar y Boyer le obligó a quitar una publicación donde se mencionaba a Isabel Preysler «porque no la soportaba». También tuvo su capítulo extranjero. Marchó a Londres una temporada y trabajó en un restaurante donde era Lupita de México. Allá vino a recalar Sabina. Le hablaron de su predecesora. Después se hicieron amigos para siempre.

Entró en el 'Diario Madrid', donde se hacía oposición a la dictadura. Por supuesto, con mucho tiento. Aun así, el régimen lo voló por los aires. Toma acrobacia. En el restaurado 'Diario Madrid' presentó Nativel su última novela, 'Palabras para Olivia', que también presentará esta semana en Caravaca. Allí estaban sus grandes amigas escritoras: Carmen Posadas, Marta Robles, Rosa Montero y grandes como Manuel Vicent, Juan Cruz, Llamazares. Algunos de ellos cuentan que, de joven, Nativel era la más roja de todos, incluso algo radical. Cambió con el tiempo.

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Le tocó vivir lo del 23F en el Congreso de los Diputados. Pensar que, de pronto, se podría regresar a la dictadura, la convirtió en una partidaria de la moderación y el diálogo para siempre. En los debates políticos, Nativel nunca levanta la voz, no grita, no se enfada. No se despeina. No. Las suelta bien gordas sin perder la elegancia de la trapecista.

Sus amigos también dicen que parece sumisa pero siempre ha sido una libertaria. «Ha hecho y hace siempre lo que le da la gana». Nativel ha pasado por muchos medios, por todos los importantes. Aparte de los mencionados, también 'ABC' e 'Interviú'. Fue cofundadora de la revista 'Tiempo'. Hizo radio junto a Luis del Olmo. Estuvo años también en la SER, en muchos de sus programas. Las teles se las conoce casi todas. Todavía aparece en algún debate. Odia todo el rollo del maquillaje y las pestañas postizas que a veces le ponen.

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Tiene todos los premios importantes de periodismo de nuestro país y algunos importantes de literatura. Sus novelas se leen con mucho gusto porque ella escribe sobre el cristal. Todo se entiende. Considera que aún tiene que encerrarse a escribir una gran obra.

Conozco a Nativel muchos años, la considero amiga. Siempre ha tenido una palabra amable, un gesto cómplice. He leído muchos de sus libros. Conozco a sus hijos, que confiesan sin rencor ni maldad que su madre siempre estaba trabajando. Su concepto de las vacaciones es llegar a la costa almeriense y comprar en el Mercadona. La sencillez y la coherencia siempre por bandera. Nativel es la equilibrista del alambre. Un ejemplo de cordura entre tanto vendaval de tontos.

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