Halston, el creador de la ropa que vistes
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Cuello Halston. No hace falta ser Anne Wintour para saber qué es eso. Muchos tops veraniegos que vestimos las chicas llevan este cuello sencillo, que ... deja ver escote y se aúna en la nuca. Este maravilloso diseñador nos liberó de las fajas y los corsés. Creó una armonía fluida, en constante movimiento. El minimalismo de unas prendas que favorecen a todo el mundo.
Halston era el hijo menor de cuatro hermanos. Incluso en casa le llamaban por el apellido para distinguirlo de su tío Roy. Tenía un padre violento: daba tremendas palizas a su madre. Halston se lamía las heridas con la moda. Mejoraba sombreros con plumas y elementos que encontraba en el bosque. Siempre tuvo buena mano.
Un amigo peluquero le dejó parte de su salón para comenzar a vender sus creaciones. Esto es algo que no vemos en ninguna serie, pero fue su comienzo auténtico en Chicago, donde también estudió escaparatismo.
Hay un nombre clave en Halston. Este es André Basil. Fue su cicerone en Nueva York. Le presentó a la sombrerera Lilly Daché y de ahí pasó a los grandes almacenes Bergdorf Goodman. Hizo más sombreros. Uno muy especial, que llevó Jackie Kennedy en la investidura de JFK como presidente. Era algo muy simple. Un pastillero vuelto del revés que tapaba su pelo moreno. Al día siguiente, todas las clientas de Bergdorf querían uno y Halston se convirtió en una celebridad. La moda de los sombreritos llegó a su fin. Jackie y las demás mujeres se volvieron locas con los cardados y la laca. Halston padeció su primera crisis. ¡Maldita seas Jackie Kennedy!
Roy era un hombre bello y homosexual, con una buena autoestima y amigos que le apoyaban, así que, este inesperado giro de los acontecimientos no le achantó y propuso a Bergdorf su primera colección de ropa femenina. Pues no. No gustó. Como le dijo Basil: tus trajes parecen de cemento. Quieres ser Balenciaga, pero ya existe. Debes crear algo distinto. A partir de ahí nace realmente el estilo Halston. Los vestidos camiseros que seguimos comprando cada año, las túnicas, los cortes al bies de una sola pieza. Los estampados artísticos, florales, los drapeados y el minimalismo.
Amo a Halston porque quiere uniformes hermosos todo el mundo. Porque odio tener que repensar qué ponerme para cada evento y ahí lo tienes a él que crea los trajes de chaqueta monocolor para mujer, vestidos de una pieza que se llevan mejor sin sostén, porque la espalda va al aire, porque quiere a una mujer libre e independiente, que no tenga que andar perdiendo su valioso tiempo en seleccionar top y parte de abajo. Una mujer con clase, valiente, osada, desinhibida, como lo era el propio Halston.
Hay otro nombre fundamental en la vida del modisto y diseñador. Un chapero venezolano con el pomposo nombre de Víctor Hugo que llevó a Roy por el camino de la perdición. Aunque no culpemos a nadie. Pudo librarse más de una vez de este melodramático sociópata y no lo hizo. Era su debilidad. Con Víctor Hugo vino el desmadre de la coca, las fiestas interminables en Studio 54 y su incapacidad para cumplir los compromisos que adquirió con Industrias Norton Simon en 1973, cuando vendió su famosa marca.
Liza Minelli fue su amiga de la suerte, también compañera de las correrías, confidente y modelo. Elsa Peretti confeccionó el envase del perfume que llevaría su nombre. Hasta su muerte, Peretti fue una de las diseñadoras de joyas más importante del mundo.
El modisto se rodeó de magníficas personas, tuvo mucha suerte pero a finales de los 70 y comienzos de los 80, su adicción a la coca y un estilo de vida caótico le inhabilitaban para cumplir con los compromisos establecidos. Algunos venden su alma al diablo. Halston vendió su nombre, que jamás recuperó. Al final solo cosía para sus amigas.
A la terrible adicción se le unió el sida. Se retiró del mundo a Fire Island, en el Estado de Nueva York, no sin antes diseñar un maravilloso vestuario para la compañía de su también amiga Martha Graham. Las críticas le fueron favorables una última vez.
Halston sigue vivo. Vemos su estilo en mercadillos y en las pasarelas de moda cada temporada.
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