Clara Campoamor, la valentía y el desarraigo
A mucha gente se le llena la boca en defensa de Clara Campoamor. Su coherencia, valentía y dignidad le complicaron la vida. Mucho. Como cantaba ... Mecano, desde Kunta Kinte a nuestros días, pocas mejorías. Era mujer en un mundo muy de hombres. Era humilde en un mundo de mujeres burguesas como Victoria Kent, que defendió con uñas y dientes su disciplina de partido. Desde Kunta Kinte, aquí seguimos: ser libre, da igual tu ideología, se paga caro. Si te sales de la línea te arrancan de cuajo. Y así se sintió Clara en los últimos años de su vida: una flor cortada en el destartalado jarrón de la calle Corrientes.
El desarraigo siempre fue una sombra ineludible. Para empezar, Clara no se llamaba Clara, sino Carmen Eulalia. Clara era el nombre de una hermana fallecida. El mundo decidió que se llamaría como una muerta. Ni eso pudo con su empeño. Cuando la sufragista cumple 10 años fallece el padre, contable de un periódico. La abuela era la portera del edificio donde vivían en el barrio Maravillas, que ahora es Malasaña. La madre, obrera de la aguja, envía a Campoamor a un internado de monjas. No había pespuntes suficientes para pagar aquello y Clara-Carmen pronto se puso a trabajar de modistilla sin acabar su bachillerato. Luego estuvo de dependienta, una palabra que siempre me ha dado que pensar: dependienta ¿de qué? Mientras, estudia mecanografía y francés. Obtiene un trabajo de telefonista. Sí, nuestra Clara-Carmen fue chica del cable. Trabajaba 12 horas de pie. Cobraba menos que sus compañeros hombres. Ganaba 1.250 pesetas al año. Se saca su oposición y la mandan a Zaragoza. Allí se le abren los ojos: tiene claro que quiere ser universitaria y abogada. Después la destinan a San Sebastián. Pasea libre por la playa de La Concha. Es una mujer emancipada. Gana 1.500 pesetas al año.
De vuelta a Madrid se hace socia del Ateneo. Es su segunda casa. Única mujer de la Junta Directiva junto a Marañón y Azaña. En 1910 visibiliza el feminismo con una conferencia en dicho foro. De esta forma, esta ideología sale de la esfera privada y se pone sobre el tapete. Clara-Carmen no se anda por las ramas: equiparación de salarios y derechos. Defensa y apoyo en caso de abusos y divorcios y el derecho al voto.
Hay varias instituciones que apoyan este feminismo que va a por todas: la residencia de señoritas, dirigida por María de Maeztu y el Lyceum Club. Los machirulos de la época las llamarán la 'lyceómanas'. Clara-Carmen será la cofundadora de la Sociedad española abolicionista (de la prostitución) presidenta de la Federación española de las mujeres feministas. Después se saca su carrera de derecho y en la madrileña plaza de Santa Ana, montará su bufete. Entra a formar parte del partido republicano radical. La señora bondadosa que traía regalos en navidades, la república según su padre, es una realidad en el año 1931. Clara formará parte de la Asamblea Constituyente, encargada de redactar la nueva Constitución. Es la primera y única mujer de la historia de España que ha participado en tal proceso. En el artículo 44 se reclama el voto femenino. Su amiga, Victoria Kent, le romperá el corazón. Aquel PSOE desconfiaba de las mujeres: cabezas sin demasiado sesoinfluenciadas por los curas. La prensa de la época las denominará la clara y la yema.
Se aprueba el sufragio universal. Cierto, en las siguientes elecciones ganó la derecha. Azaña culpó a «esa mujer tan antipática».
La pérdida de las elecciones primero y el golpe militar de Franco, acaban con la carrera política de Campoamor. Sale de España a Lausana, con su amiga, la también abogada Antoinette Quinche. Clara cruza el charco, publica el libro 'La revolución española vista por una republicana', con el que molestará a todo el mundo. Contar la verdad es lo que tiene. Su mentora, la uruguaya Paulina Lisi rompe definitivamente con ella: «Usted no es una verdadera republicana. Primero hay que ganar la guerra, luego rendir cuentas».
Clara intenta volver a España, pero, si lo hacía, le esperaban 12 años de cárcel. Lausana será su último y definitivo destino, donde morirá en 1972, a la edad de 84 años.
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