Una mujer valiente, una guerra civil
Una palabra tuya ·
Una mujer madura, hermosa, sin aspavientos, sobria en cada gesto, cansada, fotógrafa de guerra, respetada, rubia natural, el pelo recogido en una cola; parece fuerte, ... segura de sí misma, sabe lo que persigue, hace lo que cree que debe hacer, sigue a su intuición, es lobo viejo en una carrera periodística de las que se viven en primera línea, en su caso directamente de fuego, de horror. No sabemos nada de su vida, de su pasado, si tiene pareja o no, si es madre, cuál es su ideología, qué sueños no ha cumplido, qué opina de sí misma... Parece muchas veces fría como la nieve, da la impresión de haber dejado al margen la ternura, se comporta ante el desfile de crímenes que observa como si nada le importase, cuesta verla inmutarse, verle brotar las lágrimas, dejarse vencer, dudar sobre el que considera su objetivo: mostrar la realidad a los otros para que estos se hagan preguntas, para que reflexionen, se aflijan, se cuestiones sus actos, salgan de la pasividad, abandonen prejuicios, eslóganes trucados, todo extremismo enfermo, también toda fe ciega.
Una mujer hermosa, acostumbrada a la incomodidad, los disparos, el humo, el griterío incesante de los caídos en batalla, los asesinados por diversión, la ira dejando en su camino un reguero de cuerpos mutilados, los incendios aposta, las mujeres violadas, un hombre acorralado al que otro prende fuego a plena luz del día, al tiempo que las risas se mezclan con las llamas.
Ha visto a sólo un palmo el poder con que el odio arrasa todo: granjas, escuelas, bailes de juventud, rascacielos seguros, la amistad entre votantes de una opción y otra, la paz de las familias, la diversión en los estadios convertida en furia, un ejército de insultos que no atiende a razones, los niños asustados, las cunetas haciendo de sonrojantes tumbas, los vecinos jurándose venganza, el cabalgar de una aspereza que va tiñendo de malestar, de miradas de reojo, de acusaciones falsas, malos modos, amenazas, cualquier espacio público.
Esta mujer brillante en su carrera, valiente, decidida, entregada al trabajo, a la que desearíamos ver siendo amada, feliz, relajada, festejando entre amigos este éxito u otro, su santo, cumpleaños, el hecho de existir, porque nos cae bien desde el principio, nos gusta e interroga, es la protagonista central de una película que se ha convertido en un fenómeno en Estados Unidos: 'Civil War'.
Estamos en el presente. Nada de ciencia-ficción, nada de invasiones alienígenas, nada de zombies en manada. En Estados Unidos se desata una guerra civil, ahora, y ya sabemos qué consecuencias trae la peor de las guerras: la que es entre hermanos. La película está aterrando a muchos estadounidenses porque se reconocen de alguna manera en ella: la polarización, el odio, la ausencia de empatía, el reinado de los bulos y las noticias falsas, la perversión de los gobernantes cada vez más, incluso o pese a haber sido elegidos en las urnas. Se ve claro: la siembra constante de la división entre nosotros y el 'enemigo', que ya a estas alturas puede ser cualquiera, empezando por quien vota distinto.
El cineasta Alex Garland, harto de la expansión suicida de la polarización, ofrece una película que pretende ser una batalla contra ella. Una advertencia. Todo está sucediendo muy deprisa, y le horroriza recordar el asalto al Capitolio y, más todavía, lo que podría suceder en las próximas elecciones norteamericanas. Como él es británico, y no americano, se pueden imaginar que le ha caído allí la del pulpo. No le importa, tiene la mirada puesta, y la incertidumbre y la incomprensión, en la histeria cada vez más colectiva, en la tergiversación descarada de los hechos, en Gaza, en Ucrania, en el debilitamiento de las democracias. Algo habrá que hacer.
Heroica
Curioso: la actriz que da vida a la fotoperiodista de nuestra historia, que en tantas ocasiones se refugia en esa 'armadura feroz' que Alfonsina Storni recomendó llevar a las mujeres, y que al final nos da una lección heroica y ejemplar de vida que no desvelaré, es Kirsten Dunst, pareja en la vida real de Jesse Plemons, el actor que encarna en esta misma película a un miliciano con el que ya le advierto a usted de que mucho mejor no toparse jamás. En una escena que te deja partido en dos, mientras apunta deseoso de disparar al corazón al grupo de periodistas entre los que se encuentra ella, les hace una pregunta envenenada, una pregunta de rabiosa actualidad: «¿Qué tipos de americanos sois?». ¡Y mucho cuidado con no acertar en la respuesta correcta! Otra pregunta envenenada: ¿qué tipo de español, de española, es usted?
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