Muere Pepe Rubiales, fundador del Parlamento Andaluz de Murcia
El entierro tendrá lugar este lunes a las 19.00 horas en el Tanatorio de Jesús de la capital
Llevaba jubilado varios años, pero hasta hace bien poco seguía pasando por su bar, que era su casa, para tomarse un Barbadillo, recitarse unos fandangos del Cabrero, recoger unos vasos vacíos de la barra, pedir una tapa de morcilla de su pueblo y dar a oler ese clavel «rosa reventón» recuperado de La Machacanta que lucía con tanto orgullo en la solapa de su chaqueta, a juego con su irrenunciable sombrero de ala ancha. Había sorteado un aneurisma y también un cáncer, pero seguía mostrando la misma vitalidad de siempre. «Hasta la última gota de vida», como decía su admirada Rocío Jurado.
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Un año y medio después de su última entrevista -junto a su hijo-, que publicó este periódico, Pepe Rubiales Cortés, fundador de los restaurantes Parlamento Andaluz y El Palco, en Murcia, falleció este domingo a los 79 años de edad. Natural de Atajate, en la provincia de Málaga, estaba ya retirado de la primera fila de la gestión de los locales, pero nunca dejó de disfrutar de la esencia que el propio Rubiales se trajo desde su tierra hasta el centro de la capital murciana, y cuyo mando tomó después su hijo, José María Rubiales. Las piernas le seguían respondiendo, a pesar de ayudarse de un bastón al que no le hacía mucho caso. Genio y figura, su presencia llenaba cualquier espacio y conversación.
Don Pepe siempre se sentaba en ese privilegiado rincón del Parlamento Andaluz que no ha sufrido cambios en estos últimos 30 años. Ese saloncito donde apenas caben 30 personas y donde el patriarca, acérrimo hincha del Betis 'manque pierda', se teletransportaba a su tierra para volver a marcarse una de sus rimas: «Se me agarra la nostalgia de mi tierra; soy de Huelva para cantar los fandanguillos valientes. Ay, amigo, cuánto lo siento, tú no has tenido esa suerte».
El entierro tendrá lugar este lunes a las 19.00 horas, en la capilla del Tanatorio de Jesús de Murcia. Posteriormente será trasladado hasta el cementerio de Atajate de Málaga.
Desde las cuentas en redes sociales de los restaurantes señalaron que Pepe Rubiales «era un ejemplo de trabajo, alegría y amor por la vida, que deja en todos nosotros una huella imborrable y el legado de una familia unida por la pasión y el esfuerzo».
Creador de uno de los locales con más solera de Murcia, Rubiales abrió el Parlamento Andaluz hace tres décadas después de trabajar durante algunos años como distribuidor de vinos. Su bar replicaba una pequeña taberna andaluza pero en pleno centro de Murcia, que funcionaba con él al frente de la barra, sin más personal. Desde allí inventó los ya míticos bocadillos con curiosos nombres: el parlamentario, con jamón, tocino de jabugo y chorizo picante; el tránsfuga, de caballa del sur, queso fresco y pimiento de piquillo, «cuando antes se guardaba mucho más la vigilia en Semana Santa»; o el mollete de Antequera relleno de ventresca de atún con mahonesa de albahaca, tomate a rodajas y aceite de oliva.
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Ya lo dijo el propio Pepe Rubiales hace un año y medio, con ese inconfundible brillo que desprendían sus ojos y la convicción de quien sabe que lo ha hecho bien en la vida: «Estoy muy orgulloso de saber que todo esto no morirá conmigo». Amén, Don Pepe.
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