Mesón artesano Las Torres de Cotillas, un rincón disfrutón
Aglutina una carta de tapas, platos tradicionales y algún guiño simpático como 'reclutas', con un servicio atento y profesional
Los platos dorados dispuestos en la mesa y el correcto recibimiento del servicio de sala -correctísimos durante toda la velada- del Mesón Artesano me hacen ... replantearme mis juicios de valor. En Las Torres de Cotillas, uno espera que en un mesón y, además, bajo el nombre de artesano, se encuentre una ristra de morcillas colgadas de la caña, una sera de habas sobre un cesto de mimbre al final de la barra y una papada de cerdo pintada con ajo, romero y pimentón goteando sobre un recipiente. Pero no. El nombre de Mesón no tiene nada que ver con el local, y lo de artesano, tres cuartos de lo mismo. En cambio, encontramos un local con una buena barra para aperitivos cerveceros y un comedor con una carta donde cualquiera encuentra lo que quiere: tapeo al centro o buenas carnes a la brasa o platos individuales basados en la cocina tradicional, pero con mano y cabeza en la cocina.
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6
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Cocina
6/10
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Dirección Calle Conde de Romanones
Tanto es así, que además de los entrantes típicos de calamares a la andaluza, cazuela de almejas, caballitos y demás bocados, uno puede probar una versión mejorada, y que dios me perdone, de los reclutas del bar Las Jarras de Murcia. Mejorada, porque los reclutas, vistos desde la distancia a cualquier recuerdo de la juventud, es un pan frito con un poco de tocino y cubiertos de una sala de tomate con un picante punzante que puede llegar a ser molesta. En Artesano, la salsa está muy mejorada a la original, con un tomate bien trabajado y una proporcionalidad de sabores que, sin traicionar al de la capital, lo mejora, a mi modo de ver.
Pero antes pruebo unos excelente caballitos rebozados en panko, con una gamba inmensa y con muy buen sabor. Riquísimos. Los calamares son ostentosos, pero el enharinado se ha desprendido un poco del bicho y el sabor a mar se pierde un poco por el camino.
Bien dispuestos los mejillones con salsa verde y resultón unos calabacines envueltos con bacon, queso y gamba que deben de llegar a la cocina ya montados, pero que no me desagradan en absoluto.
De mucho nivel las almejas al ajillo, con una salsa perfecta para tomar a cucharadas, y correctas las alcachofas a la brasa con jamón. En este caso, en cocina han querido recordar viejos tiempos añadiendo unos chorros de crema de vinagre balsámico que, a mi parecer, solo restan.
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Termino con unos geniales solomillos de ternera con foie y mantequilla, perfectamente cortados -grosor- y cocinados. Marcados por ambas partes, pero sin pasar el corazón de la carne.
No contento con eso, termino (por segunda vez) con un entrecot de lomo bajo y dos huevos fritos que terminan de corroborar la buena mano que hay en la cocina. Perfectos, con puntilla y con una yema -la mejor salsa del mundo- intacta. De diez.
En definitiva, Mesón Artesano bien podría llamarse El rincón del disfrutón, porque Las Torres de Cotillas tiene en este local apaño para todos los públicos.
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