Bar Casino: todo al centro

La oferta gastronómica del establecimiento varía poco en todo el año. Un buen plato de atún en conserva con pimientos y aceitunas y pepinillos encurtidos, con dos anchoas por encima, dan el pistoletazo de salida a la comanda en lo que es una recuperación de una de las tapas más socorridas en las barras de los pueblos; el atún con pimientos de piquillo. Seguidamente, un pulpo roquero servido con pimentón y aceite de oliva sobre una tabla de madera, como en Galicia, un buen calamar a la plancha, boquerones en vinagre y setas de cardo a la plancha van llegando a la mesa casi sin haberlas pedido y sin tener hueco donde ponerlas. «Os voy trayendo y vosotros me decís cuando paro», resume el camarero en uno de sus acercamientos a la mesa.

Las almejas a la plancha las encuentro un poco hechas de más, mientras la cazuela de gambas al ajillo sale de cocina con mucho aceite para mi gusto. Pero mi atención se dispara cuando el camarero deja caer en la mesa un plato de careta de cerdo a la plancha. La carne cartilaginosa tiene un nivel gelatinoso tan alto que necesita un buen chorro de limón para compensar. La carne ha sido cocida previamente -seguramente ya venía así del supermercado- y es imposible dejar de comer careta de cerdo hasta ver el fondo del plato.

Para terminar, me decanto por una variada selección de montaditos. Encuentro delicioso el de sobrasada con queso fresco a la plancha y también el de chorizo, que previamente han cortado a lo largo por la mitad para que el calor llegue hasta el corazón del embutido. En este local también hacen los montaditos de salchicha, de morcilla, de lomo y demás partes del cerdo.