Almirante, un bar de cabecera

El interior del local solo tiene dos mesas altas, por lo que la terraza es el corazón y el motor del negocio. Da el sol al mediodía y, la verdad, aunque la carretera queda cerca, se está muy bien. El servicio es rápido y el camarero es uno de esos chicos que saben vender sin ser empalagoso o demasiado evidente. Me recomienda las patatas bravas como las mejores de Murcia y, aunque no lo son por ser patata congelada, el resultado es bueno. Llevan una salsa por encima que recuerda a la salsa rosa, pero con un poco de kimchi a modo de toque personal.

En la carta encontramos tapas como la marinera, el tigre, el buñuelo de bacalao, salchicha seca, tabla de quesos o ensaladilla de marisco. Croquetas, ensaladas, huevos rotos, miniburgers y montaditos.

Las piruletas de langostino quedan muy secas y no merecen la pena. El caballito, sin embargo, a pesar de llevar un rebozado al que le falta crujiente, la gamba es de un buen calibre. De más nivel encuentro el montadito de atún a la plancha con un pan de maíz de pipas muy agradable. Tomate y pimiento verde frito para dar melosidad al bocata.

También encuentro muy agradables las hamburguesas. Las pruebo de ternera y huevo de codorniz, con tomate y lechuga; y la de boletus, con setas, queso de cabra, salsa barbacoa y cebolla caramelizada. Ambas por solo 2,50 euros cada una.

El postre recomendado de la casa en la tarta 'polvito uruguayo', que viene con un sirope de caramelo y una contundente base de nata y galleta que deberías de compartir con toda la mesa si no quieres que su contundencia te suba los niveles de azúcar por las nubes.

En definitiva, Almirante es un bar a los que ir sin miedo, sin pretensiones y con la idea clara de que cuando te levantes de la mesa te vas a ir contento por la cuenta, el trato y la comida. No se puede pedir más.