Tocando el cielo
Si el Cartagena tenía que subir iba a ser así. Todos los sabíamos. Nunca lo hemos tenido fácil y esta vez no iba a ser ... diferente. Pero extrañamente no estoy tan eufórico como pensaba. Me encuentro más bien tranquilo y aliviado después de que el fútbol, por fin, haya hecho justicia con los nuestros.
Me siento extrañamente en paz después de tan larga espera. Relativizo en estas horas posteriores al ascenso y me doy cuenta de que, como dice la célebre frase, «el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes».
Hace unos meses aprendimos que nuestros esquemas y prioridades podían cambiar de repente y lo que ayer era imprescindible quizás hoy ya no lo es tanto. Nunca podía haber imaginado vivir un ascenso del Cartagena desde la distancia, viendo a mi equipo jugar sin público, en un campo neutral, en el mes de julio y sin posibilidad de compartir la alegría sobre el césped. Pero sucedió y así tenía que ser.
Y sí, reconozco que llegué incluso a imaginar y visualizar como sería ver subir al Cartagena en Pinatar Arena como si todo fuera obra del destino. Ahora por primera vez desaparece de mi cabeza la sensación de decepción al pensar que esta historia ya está escrita y cuenta con un gran final.
Ese final que también merece un más que digno Atlético Baleares desde hace años y que más pronto que tarde llegará seguro. El domingo nos enfrentábamos dos equipos con muchos ascensos fallidos en la mochila. Uno por fin lograría desquitarse y el otro agrandaría su reciente leyenda negra. No voy a negar que durante el partido pensé en algún momento que esos últimos seríamos nosotros. Mucho más cuando llegamos a la tanda de penaltis. Pero por fin cayó de nuestro lado y dejamos la tan difícil e ingrata Segunda B para ojalá no volver jamás.
El FC Cartagena está de vuelta y esperemos que por mucho tiempo. El próximo objetivo debe pasar por lograr la estabilidad en el fútbol profesional, disfrutando de cada instante, de cada previa y de cada minuto de fútbol. Esos son los momentos que siempre quedarán. Al igual que la memoria de aquellos aficionados, exjugadores y familiares que nos dejaron en el camino y que seguro que desde arriba hicieron aún más grande esa mano de Marc Martínez con la que por fin tocamos el cielo.
Hay heridas que no sanarán jamás, pero estos momentos de alegría harán que podamos llevar el dolor con una sonrisa en la cara. Por eso desde aquí muestro mi gratitud a Paco Belmonte, Manuel Sánchez Breis y a todos los integrantes del FC Cartagena por haber hecho feliz a tanta gente en estos tiempos difíciles. Recuerdo también a todos los jugadores, cuerpos técnicos y empleados que han trabajado todos estos años para que la vuelta fuera posible. Gracias al Efesé y al fútbol hoy en Cartagena somos todos un poco más felices. No será lo más importante, pero qué importante es.
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