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El Almirante (R) Juan Rodríguez Garat, en su ponencia.

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El Almirante (R) Juan Rodríguez Garat, en su ponencia. Antonio Gil / AGM

Rodríguez Garat: «La guerra en Ucrania ha impulsado un cambio de paradigma»

El almirante retirado, que participó en el II Aula de Seguridad de LA VERDAD, compara esa contienda con una partida de ajedrez en la que Putin alarga el juego y Zelenski no puede ganar: «Nada más que pueden acabar en tablas»

Jueves, 30 de mayo 2024, 18:31

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Hace 45 años, cuando el almirante de la Armada retirado Juan Rodríguez Garat comenzaba su carrera militar en Cartagena, no se podía imaginar estar a día de hoy dando una conferencia en la misma ciudad sobre 'Tambores de guerra. Más allá de Ucrania'. En aquel año 1979, la posibilidad de una guerra en Occidente era remota, pero «en la larga guerra que la Humanidad lleva librando contra la propia guerra, nos damos cuenta de que vamos perdiendo». Así comenzó el militar y analista su intervención en el Aula de Seguridad y Fuerzas Armadas que LA VERDAD organiza con el objetivo de aumentar el conocimiento, la sensibilización y la concienciación de la sociedad acerca de los requerimientos de la Seguridad Nacional.

Con el delegado de LA VERDAD en Cartagena, Gregorio Mármol, y el general de Infantería de Marina retirado y coordinador de este evento Juan Manuel Ortí como presentadores, la segunda actividad del Aula este curso estuvo centrada en la guerra en Ucrania, su marco estratégico y los retos a los que nos enfrentamos derivados del conflicto. Aunque están siendo muchas las consecuencias, para Rodríguez Garat hay una fundamental: «Ha impulsado un cambio de paradigma, porque ha hecho que comprendamos que la guerra es posible». Tras el ataque ruso, se ha abaratado el precio de la guerra y ahora existen en número de conflictos significativamente alto: «Parece como si se hubiera abierto la veda».

En todos estos casos hay un denominador común, que a veces pasa desapercibido en el estudio de la Historia, apreció el almirante: «Los protagonistas no son los pueblos, porque no deciden las naciones, sino los dirigentes», especificó Garat. En el terreno de la guerra en Ucrania, el ejemplo es claro. «No es Rusia quien decreta la guerra, sino Putin». Ya en 2014 dio el primer paso con la invasión de Crimea casi sin emplear la fuerza, pero prácticamente nadie reconoció la anexión. En su cabeza y en la de muchos simpatizantes resonaban unas palabras: 'Ucrania siempre fue rusa'. «Pero antes había sido otomana, goda, bizantina y romana. Los países han pertenecido a muchos dueños», puntualizó.

Puntos clave

  • «Los protagonistas de la Historia no son los pueblos, sino los dirigentes» El almirante marcó la diferencia entre la palabra de las naciones y la de las personas en la Historia, porque no son los pueblos quienes tomar las decisiones, sino los dirigentes.

  • «Europa y China son los grandes mirones de la guerra» Mientras que la solución perfecta para Europa es que Rusia se canse y se marche, China es el gran beneficiado de la guerra porque su gran rival asiático se está desangrando y ve cómo se abaratan las materias primas y la energía.

  • «La respuesta es el rearme por miedo a que prenda la chispa» Para que la guerra llegara a Europa, Rusia tendría que quedarse con ganas de más tras el final de la guerra, con un líder que pusiera en juego su corona, y que Estados Unidos retirase la defensa europea

Para evitar reconquistas como la que busca Putin, la Organización de las Naciones Unidas ya prohibió a los territorios reclamar lo que anteriormente era de su imperio, pero Rusia hizo caso omiso cuando en febrero de 2022 entró en Ucrania con el objetivo de que le cediera Crimea formalmente, lo que supondría el gran éxito de Putin. El mandatario quiere pasar a la historia como un líder y así se refleja en su estrategia. Para Garat, el mejor ejemplo es una partida de ajedrez aunque con dos salvedades: «Las piezas no sangran, no odian y no mueren; los seres humanos, sí. Además, los grandes maestros antes de saber jugar bien han perdido miles de partidas, mientras que los estrategas juegan un par en toda su vida, lo hacen mal y cometen errores». Según el almirante, Putin es un estratega.

La partida rusa de ajedrez

Su reina es el arma nuclear, con la que domina el tablero sin necesidad de usarla. Sus dos torres, el gas y el petróleo, con las que influye en la comunidad internacional. La aviación es el alfil y las brigadas mecanizadas los caballos. Así define el almirante la partida de Putin, quien «cree que puede darle a Ucrania el mate pastor, que no tiene más piezas que la resistencia en las ciudades y a Zelensky como rey enrocado». Cuando esa jugada no salió victoriosa, Putin trató de conquistar el Dombás con una maniobra de franqueo para cercar al ejército ucraniano, pero tampoco resultó como esperaba. «Ahora lo que queda es un forcejeo de peones. Putin prefiere una guerra larga y no perder el régimen, mientras que Ucrania nunca tuvo oportunidad de ganar. La partida no puede más que terminar en tablas», asegura el militar.

Al juego no le faltan espectadores, aquellos a quien Garat denomina «mirones». Uno es Occidente, que no quiere que gane Rusia, pero tampoco que pierda de forma sangrante, porque supondría un peligro para la humanidad debido a su arsenal nuclear. El otro es China, el gran beneficiado de esta guerra, «que está viendo cómo se abaratan las materias primeras y la energía, cómo se desangra su gran rival asiático y cómo Estados Unidos está perdiendo influencia en el mundo».

Los posibles finales de la guerra

Con este panorama desplegado sobre la mesa, Rodríguez Garat se hace tres preguntas: «¿Cómo puede terminar esta guerra? ¿A dónde vamos a llegar por este camino? ¿Qué podemos hacer para prevenirlo?». A la primera cuestión da el almirante una respuesta rotunda: «De ninguna manera próxima». Ante esa previsión, existen varias posibilidades, como la del final de la I Guerra Mundial, en la que uno de los países se desploma o se cansa. O la que adoptó Corea para «cronificar la guerra», algo que terminaría suponiendo «la esclavitud moderna».

Por tanto, no hay una salida rápida para una guerra que ha roto con los tres factores que Garat consideraba tranquilizadores para «que mis hijos no viesen la guerra»: la prohibición del derecho de conquista que estableció las ONU, la disuasión nuclear para no destruir la especie humana y la creencia de que las relaciones prósperas comerciales entre países serían suficientes para impedir la guerra. Ante esta situación, la única respuesta por parte de todo el mundo es el rearme «por miedo a que prenda la chispa». En este sentido, para que que extendiera su ataque al resto de Europa, Garat cree que tendrían que darse tres condiciones, aunque en ningún caso se ve como un riesgo inmediato. «Tendría que terminar la guerra de Ucrania, dejando a Rusia con apetito de más, sin ser una victoria o derrota claras. También necesitaría un líder que quisiera poner en juego su corona a cambio de la gloria del conquistador. La última condición sería la retirada de Estados Unidos de la defensa europea, algo posible puesto que ya ha tropezado dos veces en esa misma piedra», afirmó el experto.

Cómo alejar los 'nubarrones'

La pregunta entonces, ante la amenaza de un futuro conflicto en Europa es clara: «¿Qué podemos hacer nosotros, los españoles de aquí, para alejar estos nubarrones y que dejen de sonar los tambores de guerra?». Es en ese ámbito en el que hay que buscar soluciones, como la de «procurar que Ucrania no pierda la guerra», defiende Garat. Con ese fin ha tenido lugar recientemente la firma en Madrid del acuerdo de diez años renovables para seguir apoyando a Ucrania hasta que se sienta libre para entrar en la Alianza Atlántica. Aunque el pacto puede tener críticas, el analista aseguró que «es bueno para Ucrania, para España y para la humanidad, porque es malo para todos que los agresores tengan éxito».

Como medida alternativa es la que afirma que los seres humanos no seguimos a los líderes con los ojos cerrados, «por lo tanto, si Putin cree que no puede ganar una guerra en Occidente, no lo intentará». Rodríguez Garat fue categórico en cuanto a asegurar que Rusia «no va a mandar divisiones acorazadas a Letonia», pero sí puede darse un proceso paulatino e híbrido que pase por diferentes fases: «Un día publicas un bulo en redes sociales y dices que están asesinando a los niños. Al día siguiente llamo a otro genocida. Luego armas a la oposición para que se rebele y criticas al gobierno por ser demasiado duro. También convocas un falso referéndum y castigas ese territorio». ¿En qué momento decidiría Europa entrar en guerra?, se pregunta Garat. «Yo no lo veo y Putin tampoco». La clave, por lo tanto, es tener suficientes fuerzas para ganar a Rusia las veces que sea necesario.

Así concluyó el almirante Rodríguez Garat su ponencia, una cita que mantuvo atento al público que llenó la sala de El Batel, dejándole con ganas de más, a juzgar por el animado turno de preguntas y comentarios posteriores. Los asistentes querían conocer la opinión del experto en asuntos como el final más probable de la guerra, las próximas elecciones en Europa o el espíritu nacionalista que se esconde tras la guerra. El Aula de LA VERDAD dio voz a uno de los mayores expertos españoles sobre la ocupación de Ucrania y sus repercusiones.

«El problema no se soluciona negociando con los jabalíes»

En un nuevo intento por ejemplificar sus palabras, Rodríguez Garat quiso finalizar su ponencia con una conclusión a la que había llegado a modo de anécdota. Unos días atrás se topó con un titular en la revista 'Jara y Sedal' en el que se afirmaba que «los ecologistas están preocupados porque después de insistir tantos años en que se proteja a los jabalíes, ahora estos se están comiendo a las aves en peligro de extinción en el parque de Doñana». No pudo evitar hacer un paralelismo entre ecología y geoestrategia, porque la pregunta que se hace es cómo se puede salvar a las aves de la manada y cómo se puede salvar a Europa de «los otros jabalíes». Para él, lo único seguro, «a pesar de lo que dicen ciertos partidos de la más extrema izquierda parlamentaria, es que el problema no se va a solucionar negociando con los jabalíes».

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