Embalse de Santomera en una imagen captada tras el episodio de lluvias registrado el pasado mes de marzo. Nacho García
Informe del Agua

El último año hidrológico vuelve a poner a prueba la cuenca del Segura y la Región de Murcia

Informe técnico ·

Las cifras oficiales confirman la tendencia de los últimos años, con precipitaciones que se situaron por debajo de la media histórica, mientras que los embalses volvieron a cerrar el periodo con niveles reducidos

EFQ

Murcia

Domingo, 23 de noviembre 2025, 21:13

El año hidrológico 2024-2025 ha consolidado un mensaje inequívoco para la cuenca del Segura y la Región de Murcia: el agua es un recurso cada vez más escaso, sometido a una creciente variabilidad climática y a una demanda estructuralmente elevada. Las cifras oficiales de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) confirman que las precipitaciones se situaron por debajo de la media histórica y que los embalses cerraron el periodo con niveles reducidos, obligando a mantener limitaciones en el uso para riego. Aunque la declaración de sequía extraordinaria se levantó parcialmente en algunas unidades territoriales en abril de 2025, la cuenca sigue en un estado frágil y dependiente de aportes externos o de episodios puntuales de lluvia.

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El diagnóstico oficial de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) muestra una caída significativa en la pluviometría respecto a los valores históricos para el mismo periodo, así como medidas de gestión extraordinarias que han marcado la pauta durante los últimos doce meses. Según el informe técnico de seguimiento de la CHS sobre el año hidrológico 2024-2025, la precipitación acumulada en el periodo octubre-enero fue de 99,8 mm frente a una media histórica de 143,1 mm para la cuenca, lo que ejemplifica el déficit que ha motivado las decisiones de gestión del agua. Ese déficit pluviométrico no es sólo un número: ha condicionado desembalses planificados, limitaciones en los derechos de riego y la necesidad de priorizar usos esenciales.

Gestión y restricciones: desembalses y reparto

Para intentar mantener un nivel mínimo operativo en los embalses y evitar el llamado «embalse muerto», la CHS fijó un desembalse máximo de 210 hectómetros cúbicos para el año hidrológico 2024-2025 y mantuvo reducciones en las asignaciones de agua para regadío –con porcentajes que han llegado a situarse en torno al 40%-57% según las unidades territoriales y tipos de regadío–. Esas decisiones salieron de los órganos técnicos y políticos competentes y han sido trasladadas oficialmente a las comunidades de usuarios.

Paralelamente, la mejora de algunos indicadores permitió declarar el fin de la situación excepcional por sequía extraordinaria en una de las unidades territoriales (UT IV, Ríos Margen Derecha) el 9 de abril de 2025, según publicación en el Boletín Oficial del Estado; sin embargo, ese levantamiento no implicó el fin de las dificultades estructurales para la cuenca, pues otras unidades siguen sometidas a vigilancia y restricciones.

Reservas y contexto nacional

Aun con episodios puntuales de recuperación –vinculados a borrascas o episodios lluviosos–, la cuenca del Segura ha mantenido niveles de embalse inferiores a la media de la última década. En el plano nacional, el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) reportó que la reserva hídrica española alcanzó cifras por encima de la media en ciertos momentos de 2025, pero esa situación favorable a escala nacional no se traduce uniformemente en la cuenca del Segura, donde la disponibilidad sigue siendo limitada y volátil.

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Programas y respuestas

Frente al descenso de las aportaciones, las comunidades de regantes y las administraciones han intensificado programas de modernización y de digitalización del regadío. El Gobierno central, a través del PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua y convocatorias específicas de Miteco, ha impulsado ayudas para la digitalización de comunidades de usuarios de agua, con líneas de financiación para telecontrol, telemetría, sondas de humedad, contadores inteligentes y mejora de la eficiencia energética. Estas iniciativas buscan reducir pérdidas, optimizar turnos de riego y ahorrar agua en torno a porcentajes relevantes cuando se implementan de forma adecuada.

Aunque la declaración de sequía extraordinaria se levantó parcialmente en algunas unidades territoriales en abril de 2025, la cuenca sigue en un estado frágil

Asimismo, proyectos de modernización apoyados por el Ministerio de Agricultura y Seiasa han recibido inversión para obras concretas en zonas regables del Trasvase Tajo-Segura (por ejemplo, actuaciones en Totana y Librilla) que combinan infraestructuras de acumulación, bombeos más eficientes, integración de agua regenerada y empleo de energía fotovoltaica para reducir costes operativos. Estas actuaciones persiguen tanto ahorrar agua como garantizar suministro alternativo en años secos.

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Casos prácticos

En la Región de Murcia, la convocatoria de ayudas para mejora y modernización de infraestructuras de riego ha sido complementaria a los fondos estatales y europeos. Comunidades como las de Totana o Librilla han recibido convenios y subvenciones millonarias para avanzar en la transformación de sus sistemas hacia modelos más eficientes, con medidas que incluyen balsas de acumulación, lonas antievaporación, y sistemas de riego a distancia. Estas inversiones tienen impacto directo en la resiliencia local, pero su ejecución y mantenimiento implican retos técnicos y económicos para las comunidades de regantes.

El año hidrológico 2024-2025 ha vuelto a recordar que la cuenca del Segura está en una fase de transición: la variabilidad climática y la menor pluviometría obligan a combinar medidas de corto plazo (gestión de desembalses y restricciones) con una política continuada de modernización e infraestructuras que permita almacenar, reutilizar y emplear el agua con mayor eficiencia.

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  1. Comparativa con años anteriores

Si se comparan las cifras del año hidrológico 2024-2025 con periodos recientes, se detecta una alternancia de campañas «mejorables» con años marcadamente secos. Los registros pluviométricos y los índices de sequía prolongada elaborados por la CHS muestran que, aunque ha habido años excepcionales de aportes (y episodios puntuales de recuperación gracias a borrascas), la tendencia a medio plazo es hacia una mayor variabilidad y una probable disminución de la lluvia disponible en las temporadas claves para recarga. Esa variabilidad -ya percibida en la serie histórica- aumenta la complejidad de la planificación para regadío y uso urbano. Además, se da la circunstancia de que cuando se producen episodios de lluvia, estos son más torrenciales y suelen producirse más cerca de la costa que en la cabecera de la cuenca.

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