¿Y ahora qué?

Me explico. En estas horas hasta que vaya usted a votar ya no va a recibir ningún 'input' significativo de nadie, ni de los partidos ni de los candidatos. A lo peor, alguno mete la pata de forma considerable y decide abstenerse o votar al de al lado, pero dudo mucho que a estas alturas le escandalice algo que antes haya dejado pasar por alto. Por eso precisamente las encuestas son importantes: no tanto por la foto fija como por la tendencia que reflejan.

Porque si el Partido Popular lleva dos semanas en ascenso quiere decir que los ciudadanos responden ante los impulsos que les llevan a votarlo: si es el voto útil, estupendo; si es luchar contra Pedro Sánchez, también; si es que López Miras es un candidato muy simpático, vale. En cualquier caso, demuestra que funciona. Por el contrario, un partido que vaya cuesta abajo no tiene margen en estos días para revertirlo, porque después de dos tercios de campaña electoral los ciudadanos han decidido o bien que no son útiles o bien que esta vez no funciona su receta. Y ante tal consideración global ya no hay oportunidad de cambiar.

Si se celebraran hoy las elecciones en vez del domingo, el resultado sería idéntico. Los mítines de cierre de campaña no van a cambiar nada y lo que queda hasta ahora es una cuenta atrás ridícula hasta el día final en el que, por fin, tengamos nuevo gobierno y, más por fin aún, los políticos nos dejen descansar.

Ya casi estamos.