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El UCAM Murcia roza la proeza pero no puede con un Barça letal
Los universitarios tuvieron contra las cuerdas al gran favorito a todo en Europa ofreciendo un baloncesto desacomplejado que ha triunfado en el mayor escaparate de la competición
Aquel UCAM que apretó las tuercas a un Barça que parecía intocable. El que Sito convirtió en el de más anotación en la segunda mejor ... liga del mundo. El de los tres amigos: Lima, Radovic y Rojas. Aquel del 'jugón' Taylor o el extraterrestre Webb III. El del director de orquesta Bellas. En el que Vasileiadis se dio su último baile. El UCAM de esta histórica Copa del Rey de Granada es eterno porque lo que no se olvida nunca muere, y este grupo de jugadores ha vuelto a poner a la ciudad de Murcia en el mapa de la ACB, metiendo a su equipo en un torneo que nunca pisó por méritos deportivos bajo su actual formato y al que acudió sin complejos de ningún tipo para maravillar a una audiencia que se cuenta por millones alrededor del mundo. La Cenicienta que soñó a lo grande haciendo oídos sordos a una competición que dijo que tenía un 0% de posibilidades de ganar su partido de cuartos de final, que lo hizo y se pregunto por qué no el más difícil todavía. Confiado de que llegaría el momento, olvidadizo de su magullado cuerpo. Sempiterno.
FC Barcelona
Calathes (12), Laprovittola (19), Exum (4), Mirotic (15) y Sanli (13) -quinteto titular- Davies (12), Martínez (6), Smits (6), Hayes-Davis (0), Abrines (0), Kuric (14) y Jokubaitis (2).
103
-
90
UCAM Murcia
Taylor (21), McFadden (18), Rojas (0), Webb III (15) y Lima (2) -quniteto titular- Davis (5), Bellas (5), Malmanis (0), Cate (15), Czerapowicz (7) y Vasileiadis (0).
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Parciales: 32-16, 23-33 (55-49), 18-23 (73-72) y 30-18 (103-90).
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Árbitros: Daniel Hierrezuelo, Antonio Conde y Martín Caballero.
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Incidencias: Palacio de los Deportes de Granada, 6.787 espectadores. Semifinales de la Copa del Rey.
La lógica de un torneo que se vive a tamaña intensidad en muy poco espacio de tiempo dice que cuando se da una de esas sorpresas que tan especial hacen a la Copa del Rey, como la del UCAM doblegando al Valencia, esta Cenicienta suele pagarlo caro al día siguiente. El desgaste físico de una sorpresa es demasiado como para, en 24 horas, afrontar un partido tan o más duro que el anterior, y más cuando quien espera enfrente es el Barça, con la plantilla más atlética de Europa. Y, efectivamente, al UCAM le costó y mucho entrar en el partido. Muchas de las canastas falladas en las cercanías del aro, en el gesto de definición, tienen mucho que ver con la pesadez de piernas. Con un Barça fresco, que venía de un plácido partido de cuartos ante el Manresa (107-70), poco lugar había para la sorpresa. Con la intención de meter mucho balón interior y de buscar a los tiradores cuando las ayudas se cerraran, en seis minutos las ventajas ya eran de dobles dígitos (16-6, minuto 6) y, aunque el estético Webb III ayudaba al UCAM a cogerle el ritmo al ataque, cuatro triples seguidos -dos de ellos concediendo mucho el tiro- castigaban y mucho a un equipo murciano al que ya le doblaban pasados diez minutos (32-16).
La historia la escriben los valientes
La diferencia de talento entre ambos equipos, una que el propio Rokas Jokubaitis se encargaba de recordar en la previa del partido, no le sugería a Sito una deceleración del ritmo. A una Copa del Rey no se va a no ser valiente. Y menos aún si el tuyo es el equipo que más puntos mete por partido de toda la Liga Endesa. Mirarse el ombligo como mejor estrategia de motivación. Hacían falta jugadas de las que se salen del guion, que convierten en creyentes a agnósticos. Ahí estaba un triple de Cate para culminar un parcial de 0-8 para los murcianos, uno que seguía haciendo mirar de lejos a los de Jasikevicius, que por momentos en sus protestas parecía un sexto jugador (32-24, minuto 13).
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Minutos en los que quien crea que el cansancio es psicológico podía guardar el corte de vídeos de estos minutos del UCAM, que comenzaba a elevar el vuelo con el acalambrado Taylor, que se gustaba en cada acción y, en un 2+1 que traía también una técnica al entrenador del Barça, enchufaba del todo un Palacio de los Deportes granadino entregado totalmente al UCAM, el equipo que más aumenta su popularidad tras su paso por este torneo (37-32, minuto 15), y que hacía entrar al partido en cierto estado de locura que tan mal sentaba al ordenado Barça.
McFadden, con un tubo hacia el aro
En estas circunstancias, siempre tiene que estar en pista Thad McFadden. Sito lo sabe, sus compañeros lo saben. Con medio milímetro de distancia encuentra el tiro, y cuando esa sonrisa nerviosa que le sale en estos minutos ilumina al parqué, punible es no entregarle el balón. Un triple, otro y un tercero para empatar el partido (43-43, minuto 17). De estar mirado al Barça con el doble de puntos en el primer cuarto, a encestar ahora el UCAM 33 en un segundo periodo para guardar, incluso pese a la devolución del golpe por parte de los catalanes, si bien al descanso quedaba mucho por decir (55-49).
Como cada partido ante un rival de semejante dimensión, aguantar el tercer cuarto siempre es clave. Pero con la lección aprendida de Valencia, la mejor defensa era un buen ataque, y con dos triples de Taylor y McFadden el tercer cuarto entraba en tablas (55-55, minuto 22). La canasta que materializara la remontada se seguía resistiendo, y parecía que cada pequeño error tenía un castigo inmediato. Pero el momento terminó por llegar con un gran parcial de 0-9 para el UCAM en este tercer periodo, con jugadas de lo más espectaculares y desafiantes para las más inconscientes gargantas. El triple de Bellas o el mate con falta de Lima daban cinco puntos de ventaja para los murcianos a once minutos del final… y de la final (65-70, minuto 29).
Mirotic señala el camino y Kuric ejecuta
En pleno subidón, este tercer cuarto tan clave no pudo terminar en pleno éxtasis para el UCAM, que sufría en el momento menos indicado el talento de Mirotic, autor de seis puntos consecutivos para devolver el liderazgo al Barça antes del periodo final (73-72), en lo que era el grueso de un parcial de vuelta del equipo catalán de 11-2 tras el triple de Sanli para abrir el último cuarto.
Jasikevicius decidió tirar de músculo con quintetos de lo más físicos cuando el UCAM quería resistir en quinta marcha con el depósito en reserva. El último coletazo sería el quinto y último triple de McFadden para el 78-78, pero entonces se vendría ese momento que se sabía que podía llegar: parcial de 18-2 para el Barça. Con el mejor fondo de armario de Europa, un Kuric que llevaba sin anotar desde el primer cuarto emergió para fundir el aro murciano con 11 puntos en un lapso de dos minutos. Incontestable.
Como a perro flaco todo son pulgas, en pleno chaparrón llegaría el esguince de tobillo de McFadden, el hombre más inspirado en el tiro y el más prolífico a cambiar el signo del partido. Su caída al suelo, no sancionada con falta, sería aprovechada por Calathes para una canasta que generó muchas protestas de los murcianos. Con 96-80 en el marcador en este dramático momento a falta de tres minutos del final, el sueño se terminaba por esfumar. La Copa termina, el UCAM enamora.
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