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Mo Katir celebra su medalla de plata tras la carrera. AFP
Mundial de Budapest

Mo Katir consigue una plata histórica tras llevar al límite al noruego Ingebrigtsen

Solo 14 centésimas separan del oro al muleño, que hace una final de los 5.000 metros sensacional y se desquita de su fracaso en la semifinal del 1.500

Domingo, 27 de agosto 2023

Le faltaron veinte metros para ganar una carrera increíble, una de las mejores finales de 5.000 metros de la historia de los Mundiales de atletismo, con un esprint apoteósico. Lo más parecido a rozar la gloria y no llegar a alcanzarla es lo que tuvo que sentir Mo Katir cuando cruzó la meta, comprobando cómo el imbatible noruego Jakob Ingebrigtsen le pasaba por la derecha con muchos más apuros de los previstos. Casi no lo consigue. Le hizo el nórdico al muleño lo mismo que el escocés Kerr le hizo a él en la final de los 1.500 el pasado miércoles. Ingebrigtsen nunca falla y en Budapest ya había fallado una vez. Que lo hiciera en una segunda ocasión era una utopía.

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Segundo fue Mo Katir porque es prácticamente ser primero en una final en la que esté Ingebrigtsen, el prodigio noruego que siempre gana. En el 1.500 y en el 5.000. Jamás se equivoca. «En la final del 1.500 me sentía enfermo, con dolor de cabeza. Estaba al 88%. Si hubiera estado al 92% creo que podía haber ganado», soltó Ingebrigtsen, siempre arrogante, tras tener que conformarse el miércoles con la plata en el 'milqui'. Y avisó que no fallaría en el 5.000. Y no lo hizo.

«Jakob es el mejor atleta del mundo. De eso no hay duda», admitó este domingo Katir, con una plata colgada al cuello que le sabe a oro. «Cada vez estoy más cerca de él. El año pasado logré el bronce, hoy he conseguido la plata y ojalá el año que viene me toque el oro. Es año olímpico y eso sí que sería cerrar el círculo», explica el pupilo de Gabi Lorente, por fin con una sonrisa dibujada en su rostro.

«No soy un atleta más. Merezco un respeto», se quejó tras exhibirse en las semifinales del jueves. No le sentaron bien las críticas recibidas tras quedarse fuera de la final del 1.500. Él no puso de su parte. No quiso atender a los medios, tuvo varios gestos bastante feos y se encerró en sí mismo. Le cuesta digerir las derrotas al atleta de Mula. Se quitó un peso de encima el jueves. Volvió a sentirse fuerte.

Adiós a la debilidad del domingo pasado, donde hasta nueve atletas llegaron antes que él. Algo intolerable, según su forma de entender el atletismo. Inaceptable para un atleta de «12:45, 3:28 y 7:24», como él mismo recordó ante los micrófonos de TVE. «Voy a la final con una rabia que no he tenido nunca», anunció. También le criticaron por eso algunos que se han empeñado en atizarle siempre. Es un blanco fácil. «Es normal que no hable si las cosas no me salen. Prefiero estar solo, dándole vueltas a la cabeza y esperar a volver ser yo», alegó antes de la final para justificar sus desapariciones cuando pierde.

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Estrategia acertada

«Tengo que ponerle cabeza, corazón y cojones, como dice mi paisano Carlos Alcaraz», avisó el muleño. «Quiero medalla», añadió. No iba de farol Katir, que hizo una final perfecta. La carrera empezó lenta en los primeros 600 metros con Katir a la estela de Ingebrigtsen en la cola del grupo, hasta que el keniano Ishmael Rokiito Kipkurui (18 años) se escapó y pasó destacado el 1.000 (2:46.56). Pese a que no ha bajado nunca de 13 minutos, el grupo se lo tomó en serio y el ugandés Oscar Chelimo aceleró la marcha, que en el 2.000 estaba a seis segundos del líder (5:29.34).

Kipkurui miraba cada vez más hacia atrás y la 'armada etíope' acabó con las ilusiones del keniano con un ritmo fortísimo para darle caza a mitad de la prueba e imprimir una marcha diferente. A dos vueltas del final, Katir transformó todas las dudas de estos días en Budapest en rabia con un cambio brutal. Tomó unos metros y ninguno de los africanos pudo seguirle. Todos fueron cayendo, uno detrás de otro, asfixiados por el fuego de Katir. El muleño encaró primero la recta, pero Ingebrigtsen reaccionó. No obstante, solo lo superó por 14 centésimas. Su suficiencia habitual se convirtió en apuro. Mucho apuro. Grandísima plata para Katir y bronce para el keniano Jacob Prop.

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