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Bienvenido Ballester muestra dos bonitos tras una jornada de trabajo. lv
Bienvenido, el campeón pescador

Bienvenido, el campeón pescador

Pese a sus horarios desacomodados en el mar, el de San Pedro ha logrado el Mundial de duatlón a sus 22 años

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Martes, 7 de mayo 2019, 02:02

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«Ha empezado la campaña de la dorada». Quien lo dice es todo un campeón del mundo, Bienvenido Ballester. Le gustaba el mar y se hizo pescador profesional, pero como también le gustaba el deporte, empezó por donde muchos ahora, en el caladero de las carreras populares. Se fue adentrando en el mundillo y lo hizo de tal manera que acaba de abrazar la corona mundial de duatlón (20-24 años) en Pontevedra. Casi una heroicidad si se tiene en cuenta que hace un año que se lo toma en serio, que solo había corrido en tres duatlones y que el de hace una semana era su primer torneo de envergadura. «Yo soy el primer sorprendido», dice desde la lonja de San Pedro, donde atiende a esta llamada.

Y es que Bienvenido Ballester (22 años) tiene que acomodar la pesca y sus horarios difíciles a las exigencias del deporte. Eso quiere decir que no entrena cuando quiere, sino cuando puede. «Las jornadas de la pesca son volubles, según las condiciones puedes acabar dos horas antes o después», explica el pinatarense. En todo caso, son horarios poco confortables, con jornadas que arrancan a las 4.30 o 5.00 de la madrugada y duran a veces más allá del mediodía.

Bienvenido Ballester durante una competición.
Bienvenido Ballester durante una competición. lv

El atleta del Teq Triatlón Archena busca tiempo para entrenar «o me lo invento, no queda otra». Así que Bienvenido tiene un problema esencial: estar a tope sin el amparo de la rutina, bendita rutina, un auxilio fundamental para los atletas. Al menos, se ha puesto las pilas con la alimentación, donde iba algo trompicado hasta el último año, «cuando me di cuenta de que para mejorar tenía que cuidarme más». Ahora come menos y más sano, una regla inviolable que le ha llevado a lo más alto en Pontevedra. «He cambiado las bebidas energéticas y azucaradas por agua, además de comer mucha más verdura y pescado que antes».

Sus jornadas arrancan a las 4.30 o 5.00 de la mañana, «pero busco tiempo para entrenar o me lo invento»

Pescado, una palabra que lo acompaña desde hace cuatro años, cuando con 18 y tras acabar el instituto, se le presentó un dilema: ¿estudiar o trabajar? Fue trabajar. «El barco en el que estoy es de unos amigos de mi padre. Hay dos. O trabajo en el 'Concepción' o en el 'San Francisco'. Son barcos de algo menos de diez metros, que faenan en el Mediterráneo o en el Mar Menor, según temporada. Ahora toca Mar Menor, porque viene la dorada. Además, está en uno de sus mejores momentos en cuanto a fauna. Son los mejores años desde que lo conozco».

Y lo conoce bien, no solo porque trabaja en sus aguas apacibles, sino también porque es en el remanso de sus aguas donde nada. «Es en el Mar Menor donde entreno la mayoría de las veces, aprovecho ahora que no es época de medusas, porque es más difícil cuando entran en julio y agosto, que es su época». Bienvenido tiene en la natación una tarea pendiente. «Es mi punto débil y quiero mejorar para tener un nivel alto en triatlón», cuya popularidad le reportaría un reconocimiento que no encuentra en su hermano menor, el duatlón. «Por eso voy a dejarme la piel para mejorar».

Así ha sido desde que empezó en el deporte hace siete años, no para ganar, sino para perder peso. Lo hizo en el ciclismo, antes de dejarlo por el trabajo y hasta que hace tres años empezó a correr en eventos populares. Años en los que se ha privado de comidas y descansos para sacar punta al deportista que lleva dentro, años en los que ha tenido el respaldo de amigos y familiares, que lo llaman Bienve, y en los que se ha sacrificado a sabiendas de que el reconocimiento siempre sería honorífico, porque premio económico por ahora no hay. Pero ha merecido la pena. Ya tiene el apoyo del Archena, que lo llamó en noviembre, y un campeonato del mundo que farolea en un currículum aún en construcción, pero ya en marcha. Por eso rompió a llorar en la meta de Pontevedra. «Te viene todo lo que has pasado y te emocionas», dice.

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