Unai Emery ya tiene una puerta en el Artés Carrasco de Lorca
El fútbol lorquino se vuelca con la visita del mejor entrenador de su historia, que rememora con viejos compañeros el ascenso de Irún en 2005
Pedro Re
Lorca
Sábado, 28 de junio 2025, 07:44
Veinte años no son nada, decía Gardel, pero en el fútbol pueden ser una eternidad. En dos décadas se construyen y se destruyen imperios deportivos, se reinventan clubes, se diluyen glorias y emergen nuevas leyendas. Lo que no cambia, o al menos lo que permanece en la memoria colectiva cuando se trata de momentos fundacionales, es la huella que dejan capítulos imborrables. Y uno de esos capítulos, para el fútbol regional y muy especialmente para la ciudad de Lorca, lleva un nombre propio: Unai Emery.
Su regreso de este viernes, dos décadas después de aquella hazaña que fue el ascenso del Lorca Deportiva CF a Segunda División en la temporada 2004/2005, ha estado envuelto en un aura emocional que va más allá del gesto ceremonial. No fue una simple visita institucional. Fue una reconexión emocional con un tiempo dorado, una reafirmación de unos sueños, cuando se trabajan con método y convicción, pueden transformarse en realidad.
Unai Emery, entonces un joven técnico de apenas 33 años, recién retirado del fútbol profesional por culpa de las lesiones, representaba una apuesta muy arriesgada del Lorca Deportiva. Pero esa elección resultó visionaria. El equipo no solo ascendió, sino que lo hizo con una identidad reconocible, basada en la táctica, el rigor, la intensidad y una mentalidad ganadora. Aquel ascenso en el Stadium Gal de Irún, con la épica remontada culminada por el inolvidable 1-3 ante el Real Unión, no fue casualidad, sino la consecuencia de un proceso bien diseñado.
Baños, Reverte, Alexandre, Juan Carlos Ramos, Iñaki Bea, Antonio Robles, Castellanos y Caballero acompañaron a Emery
Desde aquel punto de inflexión, la carrera de Emery ha sido un ejemplo de constancia, evolución y éxito. Almería, Valencia, Sevilla, PSG, Arsenal, Villarreal, Aston Villa... Una trayectoria construida paso a paso, sin atajos, que lo ha llevado a convertirse en uno de los entrenadores españoles más laureados y reconocidos del panorama internacional, con cuatro títulos de Europa League y una identidad futbolística bien definida.
El regreso de ayer a la ciudad Lorca ha tenido una carga simbólica poderosa. Pero la inauguración de una puerta con su nombre en el estadio Francisco Artés Carrasco no es solo un gesto estético o protocolario. Es un acto de justicia histórica. Emery fue, en buena medida, el artífice del momento más brillante del fútbol lorquino en tiempos recientes, y su legado merecía ser inscrito en piedra, o, en este caso, en acero, para las generaciones venideras.
En paralelo, la conferencia celebrada en el auditorio Margarita Lozano, un espacio cultural que representa la modernidad y la apertura de la ciudad, fue un hermoso ejercicio de memoria colectiva. No faltó Antonio Baños, el que fue presidente aquella temporada. Contó con la presencia de los viejos compañeros de batallas, como Alexandre, Juan Carlos Ramos, Iñaki Bea, Antonio Robles, Castellanos o Caballero, todos ellos fueron protagonistas de la gesta. Y Pedro Reverte, Javier Rufete, Pedro Cazorla y Antonio Guerrero.
Momentos dorados
Juntos revivieron anécdotas, compartieron emociones y, sobre todo, volvieron a emocionarse ante un público entregado. No era nostalgia hueca: era una celebración del esfuerzo compartido, de las metas alcanzadas contra pronóstico.La presentación de la camiseta conmemorativa, diseñada por DAEN y fiel réplica de la equipación del ascenso, actuó como ancla emocional: un objeto tangible que nos recuerda que hubo un tiempo en que Lorca soñó, y alcanzó, algo grande.
Más allá de la emoción del reencuentro, el regreso de Emery tiene un valor pedagógico y simbólico innegable. No es habitual que un técnico de su calibre dedique tiempo a visitar sus raíces deportivas más humildes. Esa decisión habla de su carácter, de su humanidad, de su sentido de pertenencia. Y llega, además, en un momento especialmente ilusionante para el fútbol lorquino: el actual Lorca Deportiva ha certificado su regreso a Segunda RFEF, alimentando un renovado optimismo en la afición. El paralelismo entre aquella plantilla que rozó el ascenso a Primera División en 2006 y la actual, que sueña con devolver al club al mapa del fútbol profesional, genera una narrativa poderosa.
El impacto de su visita no se mide solo en fotos o titulares. Se mide en lo que deja: inspiración, orgullo, ejemplo. Lorca vuelve a mirarse en el espejo de su historia reciente y se encuentra con un reflejo noble, trabajado, serio. Un reflejo que, aunque se proyecte ahora desde la Premier League, nació entre el barro de campos modestos, con un técnico joven que creía en una idea. Y mucho.
Emery no ha vuelto como un héroe mitológico, sino como un trabajador del fútbol que nunca ha olvidado de dónde viene. Y eso, en un deporte que a menudo tiende al olvido y al narcisismo, lo convierte en un referente. Para Lorca, para el fútbol murciano, y para cualquier cantera de sueños que, desde lo pequeño, aspire a lo grande. Su regreso no ha sido una postal del pasado, sino una semilla para el futuro. Porque el fútbol, como la vida, se construye también con recuerdos que nos empujan hacia adelante. Y Emery lo demostró este viernes.