Tributo coral a Antonio Ballester en el Almudí
'Querido Antonio'. Las dos plantas del templo del arte capitalino acogen desde hoy y hasta finales de octubre una exposición que incluye cinco obras del artista fallecido en 2024 y otras tantas que le dedican una treintena de amigos coordinados por Vicente Martínez Gadea y Marcos Salvador Romera
El sobre blanco traía la firma solvente del arquitecto, pintor, escultor y diseñador gráfico Vicente Martínez Gadea, prototipo del 'wilder mann', el hombre selvático o ... ser de los bosques que deslumbró a Alberto Durero en el Renacimiento alemán: trazos verticales de una gran personalidad, letras bigotudas ligeramente inclinadas y un espacio calculado con exactitud entre cada número. Lo abrí con intriga y máxima atracción. Dentro, grapados, varios documentos. Fotografías comentadas de ayer y de hoy. Los reconozco. Han protagonizado pequeñas y grandes hazañas. Cómo no, son artistas. Casi todos ellos artistas espigados entre las columnas toscanas del Palacio Almudí.
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Me llama la atención el boceto de uno de los carteles de 'Querido Antonio. Tus amigos / Tu herencia', la exposición que pretende ser el esperado homenaje en el Centro de Arte Palacio Almudí de Murcia a un compañero, un fabricante de imágenes: Antonio Ballester (1952-2024). Todos saben que, además de un amigo querido, fue un creador superlativo, empeñado en esquivar los influjos comerciales, «incluso los de tipo iconográfico». Su atrevimiento es parte del asombro que sostiene al grupo. Antes de unirse en la fraternidad, me pregunto viendo las fotografías de la niñez si reconocerán hoy, en la madurez de sus vidas, las ilusiones y elucubraciones de entonces. Una noche de luceros, el poeta Eloy Sánchez Rosillo se vio a sí mismo como «el de siempre y el de nunca, ese que fue muchacho y hombre adulto y ahora atisba ya el declive, sin edad, alguien que está en el mundo y que lo canta desde un asombro sucesivo y quieto». Quiero pensar que la propensión a la sorpresa y al espanto también está en las inofensivas miradas de infancia de este plantel de pintores, escultores y fotógrafos reunidos en este sentido tributo al amigo muerto. Y también a la alegranza, la astucia, el reparo, la sospecha...
No sé por qué razón Antonio Ballester fue el artista con el que dialogué en el libro especial conmemorativo del vigésimo aniversario del Museo de la Ciudad de Murcia, '20+20. Inspirados en la Historia'. Escribí un texto, 'Lenguajes arquitectónicos sobre la ciudad heredada', que fue ilustrado por Antonio con una de sus figuras femeninas, en el que yo apelaba a una mayor sensibilidad para encajar las herencias paisajísticas en la nuevas tramas urbanas. Ese 2019 expuso las cuatro cabezas totémicas de grandes proporciones, bajo el título 'Robot', en la galería murciana Artnueve, y 'Fabriquer l'image' en la galería La Corbata Rosa, en Rochefort-sur-Loire, en Francia, en el que había sido el reencuentro con su país de nacimiento. Venía, además, horrorizado por las trabas a la lucha por la igualdad: «El machismo y los machistas son lamentables e insoportables». Su sensibilidad con esta causa nunca tuvo fluctuaciones, y era la misma que mostró ante dramas contemporáneos como la degradación del planeta y la deshumanización de un nuevo mundo en construcción.
Servirá esta propuesta para ir preparando una gran muestra antológica, «la que, sin duda, Antonio Ballester merece»
La Asociación Murciana de Críticos de Arte destacó en 2013 sobre Antonio Ballester «su continua y consistente indagación en el magma de la imaginación del hombre sobre sí mismo y sobre el objeto, elementos que él es capaz de derivar conceptualmente en la máquina y en sus construcciones geométricas, en una simbiosis de líneas y espacios abiertos que le caracteriza». Sus dudas y paradojas sirvieron a otros a cuestionar el mundo de hoy: «Sientes pánico ante el cataclismo, y no solo medioambiental, que parece que se avecina, y también curiosidad por ver cómo será la siguiente etapa, ¿no?». Nos hizo pensar en el peligro de convertirnos en personas que actúan sin reflexión, como autómatas («¿Cuándo seremos incapaces de diferenciarnos de los robots venidos a sustituirnos?»). Ante las derivas actuales, cómo no darle la razón en su empeño de aspirar a la inteligencia y a la belleza a nuestro alrededor. «Lo reconozco: soy más raro que un perro verde», declaró a Antonio Arco. Quizás porque, a estas alturas, no estaba dispuesto a renunciar a cosas como utilizar modelos que posen para sus retratos y tener siempre proyectos que le hicieran soñar.
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Compañeros de viaje
Este viernes, a las 19.30 horas, se inaugura este coral tributo de un amplio y dispar grupo de amigos a Ballester. Aquí están Alfonso Albacete, Severo Almansa, Carmen Artigas, Gérard Audias, Juan Ballester, Manuel Barnuevo, Carlos Belmonte, Esteban Campuzano, Pedro Cano, Joaquín Clares, Ángel Fernández Saura, Alejandro Franco, Miguel Fructuoso, José María Garres, Sofía Gea, Petrus Borgia, Jean Yves Grall, Ángel Haro, Esteban Linares, Ana Martínez, Francisco M. Almagro, Vicente Martínez Gadea, Antonio Martínez Mengual, Chelete Monereo, Carlos Pardo, Manuel Pérez, Katarzyna Rogowicz, Vicente Ruiz, Marcos Salvador Romera y Juan Bautista Sanz. Ángel Montiel ha colaborado con todos ellos revisando, por ejemplo, los textos de las cartelas de las obras. Excelente reunión de talentos.
72 años
Antonio Ballester Les Ventes (París, 1952-Murcia, 2024) falleció el 21 de marzo de 2024. Era pintor, dibujante, escultor, fotógrafo y diseñador gráfico y de producto. Tenía 72 años. Su padre fue Mariano Ballester, pintor murciano reputadísimo, y su madre, Monique Les Ventes, que estudió Filología en La Sorbona. Recibió su primer premio de pintura a los 8 años.
Esta semana, muchos de ellos han pasado por curiosidad por el Almudí para ver el montaje de la exposición, en la que Martínez Gadea [Premio de Honor Alfonso Décimo de la Cultura en su segunda edición en 2023], cumple a rajatabla su palabra: «Todo lo que he hecho ha sido para divertirme y para poder ir comiendo; realmente, siempre me he divertido trabajando». No come de esto, del arte, pero buenos amigos como la empresa El Ciruelo le han ayudado a financiar sus empeños.
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Esta exposición, y su correspondiente catálogo, ambiciosos dentro de las posibilidades, señala Martínez Gadea, han sido posibles gracias a un trabajo en red que ha dado magníficos frutos y en los que han colaborado, además del Ayuntamiento de Murcia y la Comunidad Autónoma, la Fundación Cajamurcia, y los propios artistas aportando sus ahorros. Dice Manuel Barnuevo que Antonio Ballester «no era normal»: «Era un ángel de otro mundo». Marcos Salvador Romera saca la espada por su amigo: «Vamos a ver, Antonio era un artistazo, esas cosas se saben. De Antonio entendíamos los pintores, porque todos lo sabíamos, que se trataba de un genio, era una persona muy fuerte, como fue Párraga». ¿Quién hace en Murcia ilustración y te deja con la boca abierta?, se pregunta Barnuevo: «¡Ese es Antonio Ballester! No solo ilustraba sino que pintaba y te dejaba pasmado! Yo tenía mal la rodilla, me fui a ver a De Prado, y me encuentro que tenía unos cuadros allí de Antonio Ballester, y le digo: '¡Pero Mariano, tú sabes lo que tienes aquí! ¡La leche! Ballester era una persona con unas capacidades extraordinarias y con una formación y una sensibilidad excepcionales, además de ser de una sencillez fuera de lo común». Romera, Ángel Haro y Martínez Gadea andaban ayer dando los últimos retoques a esta muestra que hoy abrirá al público, ocupados con la avioneta y el King Kong de aquella pieza gráfica que ilustró el cartel de las Fiestas de Primavera de 1983, «una muestra de la inagotable capacidad de Ballester de fabular con inteligencia; la recuperación permanente de un estado próximo a la infancia feliz, a la creación sin cortapisas», escribió Pedro Manzano.
'Otto y su moto' y la serie 'Robot'
De Ballester se ha escrito mucho, en realidad. Servirá esta propuesta para ir preparando una gran antológica, «la que, sin duda, Antonio Ballester merece», dedicada a la obra del artista querido, pues en el Almudí solo se verán cuatro obras de Ballester –entre ellas la pieza escultórica 'Otto y su moto', propiedad de la Comunidad Autónoma, que se exhibió en el Centro Párraga a la muerte del artista para que pudiera ser compartida y admirada por todos; las otras son las cuatros cabezas totémicas de la serie 'Robot', de gran formato, que se mostraron antes en la galería Artnueve–. El resto son intervenciones de sus amigos que le recuerdan, cada uno aportando su impronta y sus emociones en ese recuerdo del amigo ido. En la primera planta del Almudí encontraremos las serigrafías de la serie 'Femmes' de Ballester intervenidas ahora por los artistas invitados. Atención a la obra de Chelete Monereo, que condensa en una excepcional pieza todas las obras que tiene de Ballester en su casa, «y que nos han acompañado, desde la primera cosa que le compramos en los años 70 hasta casi el final».
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Candoroso
«Antonio era humilde, pero también era consciente de su valía. Era candoroso, pero al mismo tiempo afilado en sus apreciaciones, fueran sobre arte, sobre personas, películas o música», dice sobre él en su homenaje la web https://regiondemurcia.design/, que recoge la memoria del diseño de la Región de Murcia, «un homenaje a quienes nos dejaron un legado excepcional».
La originalidad es la singladura de Ballester, coinciden Juan Bautista Sanz y Ángel Fernández Saura. «Recuerdo a la familia, a Antonio niño, en el Auto de los Reyes Magos, fotografiando al negro de betún, un Baltasar de la huerta; en Mojácar, donde tuvieron casa, a bordo de la DKW que conducía al 50% Monique con el pintor, repartiéndose la ida y la vuelta. Tengo capricho personal con una acuarela que le compré a Antonio, primera que vendía siendo prácticamente un crío: un 'Paisaje de Mojácar' con burrita y todo, por el que me cobró cinco duros. Me sigue gustando comprar las primeras obras de artistas a los que supongo un brillantísimo porvenir. No me equivoqué con Antonio Ballester», recuerda Sanz. El hijo de Monique Les Ventes y Mariano Ballester, el marido de Lola Paz, el vecino de Vistabella, el amigo de tantísima gente, el creador admirado por todos... ese fue Antonio Ballester.
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