Studio K, trabajo y placer en El Carmen
Punto de encuentro ·
Katarzyna Rogowicz y Ramón Garrigues abren un espacio que pretende ser un dinamizador de la culturaLo primero que uno se encuentra al entrar en el Studio K son las obras de la serie 'Kaos. Siete historias para leer, observar, escuchar ... e imaginar' con las que Katarzyna Rogowicz ilustró la serie de siete relatos sonoros que publicó este verano en LA VERDAD, realizados por escritores vinculados a la Región, con una narración dramatizada a cargo de los alumnos de la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia. No están todos, pues uno de ellos, explica la creadora, forma parte de la exposición 'Noches de Canganda', en el Centro Párraga.
Ubicado en el barrio de El Carmen (Murcia), en la calle Cuartel de Artillería, 22, Studio K es el nuevo espacio creado por la pintora Katarzyna Rogowicz y el arquitecto Ramón Garrigues que, tras un año y medio de trabajo, abrió las puertas recientemente. Un espacio que conciben como su taller, su lugar de creación, donde Katarzyna puede ver y exponer su propia obra, fruto de más de 30 años de trabajo. «Para un artista es importante poder ver tus obras, tus diferentes etapas, tu evolución, el hilo conductor... y no tenerlas empaquetadas», explica, mientras se aproxima a las 'Luciérnagas', una serie lámparas creadas junto a su socio. «A mí, como a una persona que consume arte, me gusta también encontrarme con obras que sean útiles. Un cuadro está muy bien, pero quise salir más allá, por eso hemos co-diseñado unas lámparas con reproducciones de alta calidad».
Las obras de los personajes inspirados en 'Alicia en el País de las Maravillas' ocupan parte de la pared del estudio, un local que pretende ser un punto de encuentro entre artistas de diferentes disciplinas: «Un espacio de arte donde cabe todo: cabe un músico, una poeta, un escultor... será polivalente», expica Garrrigues.
«Ramón y yo empezamos a trabajar juntos hace cuatro años y fue tan fácil, tan motivador, que fuimos conscientes de que aparte de pareja, hacemos una buena pareja artística», explica Rogowicz. «Pensando en este estudio nos dimos cuenta de que tenemos un pasado muy especial. El padre de Ramón fue también arquitecto y de él guarda reliquias de oficina como una antigua máquina de sumar. «Mi abuelo fue acuarelista y caricaturista, fue mi maestro», cuenta la pintora sobre su antepasado, a quien guarda un gran cariño e incluso expone algunos de sus retratos en un particular altar que preside una corbata. Un espacio que es ejemplo de la familiaridad con la que los dueños de Studio K tratan a sus visitantes.
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