José María Bermúdez de Castro: «Seguimos siendo territoriales, tribales y jerárquicos como los primates»
El biólogo madrileño y codirector de las excavaciones en el yacimiento de Atapuerca participó el viernes en el ciclo 'CIeNZA' de la Biblioteca Regional, donde abordó la evolución del cerebro
No solo el incremento en el tamaño del cerebro supuso un gran salto en la evolución humana, también la ampliación del periodo de maduración del ... mismo permitió a nuestros antepasados adquirir mayores conocimientos. Lo explicó el viernes el biólogo y codirector de las excavaciones en la Sierra de Atapuerca, en Burgos, José María Bermúdez de Castro (Madrid, 1952), Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 1997 junto al equipo de Atapuerca y autor, entre otros, del libro 'Dioses y mendigos' –desde marzo en el mercado–, en el ciclo 'CIeNZA' que organiza la Biblioteca Regional de Murcia y coordina el divulgador y químico murciano Daniel Torregrosa, donde Bermúdez de Castro defendió la ponencia 'Evolución del cerebro en la filogenia humana'.
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–¿Cuál es la característica o el cambio principal en el desarrollo cerebral de los homínidos?
–El incremento del tamaño del cerebro, de forma muy notable y exponencial, parece lo más importante, y tal vez sea lo que importa realmente. Es interesante que el cerebro crezca, incluso hasta tres veces más que en los primeros representantes de la genealogía humana, lo que ocurre es que, en algunos casos, también crece el cuerpo, con lo cual, cuando el cuerpo es más grande se necesita, obviamente, un cerebro más grande. Esto es importante, pero no es todo. También hay que tener en cuenta el retraso en la maduración del cerebro, que quizá es el rasgo más significativo, porque consigue que adquiramos mayor cantidad de información a lo largo de nuestro desarrollo. La madurez en el cerebro se alcanza hacia el final de la tercera década de la edad adulta, es decir, hacia los treinta años. Y esto es importante, porque durante todo ese periodo tenemos la posibilidad de ir adquiriendo conocimientos. Si recibimos una cantidad de información razonable, buena y de calidad, hacia esa edad estaremos muy bien formados; eso sí, debemos recibir la información. Si te crías en la selva, como, por ejemplo, en Tarzán de los monos, serías rápido de reflejos y conocerías muy bien el entorno, pero no llegarías a tener el conocimiento que poseemos nosotros.
–Por tanto, el modo de vida de los homínidos marcó el desarrollo de su cerebro.
–Efectivamente. Si vas al colegio, te enseñan a leer, a escribir, vas a la universidad, lees libros, etc., tienes la capacidad de adquirir una enorme cantidad de información. Y esto es muy importante.
–El cambio en el tamaño del cerebro se constata a través de los restos óseos, pero, la maduración, ¿cómo se determina?
–Lo que encontramos en el registro fósil es solo el hueso; el cerebro ha desaparecido porque es materia orgánica que se recicla rápidamente, de modo que a través del registro fósil no es posible saber qué maduración tenía el 'Homo erectus', el 'Homo habilis' o cualquier especie. Aquí la única respuesta está en el registro arqueológico: ver qué hacían estas especies. Si solo encuentras piedras talladas, obviamente solo sabían hacer herramientas; si ya hay pinturas, se entiende que su capacidad era más amplia.
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Las frases
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ESTUDIOS «Siento decirlo, pero lo cierto es que tenemos más colaboraciones con el extranjero que en España»
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EXCAVACIÓN «En Atapuerca somos unos privilegiados, hemos pasado penurias, pero ahora mismo no nos falta de nada»
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EN LA PREHISTORIA «La densidad demográfica era tan baja que las pandemias no podían suceder»
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OBSTÁCULOS «En España, el dinero y los problemas administrativos son los principales escollos para la investigación»
Un puzle
–El estudio de la evolución humana sigue siendo un puzle con piezas aún por encajar. ¿Qué certezas han arrojado las investigaciones de los últimos años?
–Hay varias cosas. Diré dos que me han interesado muchísimo. Una de ellas la han hecho mis compañeros de proyecto, y es averiguar cómo escuchaban los neandertales: cómo era su oído, en qué frecuencia escuchaban, si tenían o no banda ancha. Y la respuesta es sí, por lo que escuchaban como nosotros y, muy posiblemente, aunque no hay restos del tracto vocal, hablaran. De los neandertales vamos conociendo cada vez más cosas, como que, a lo mejor, pintaban en las paredes; incluso se ha barajado la posibilidad de que hicieran música. Luego, hay otro estudio, también relacionado con nosotros, que el año pasado consiguió el primer homínido con proteínas antiguas. Esto confirmó, por ejemplo, la identidad del 'Homo antecessor', además de su posición filogenética, y ha abierto una puerta importantísima para el estudio de las demás especies.
–En la Región existen varios yacimientos con evidencias de ocupación neandertal, como la Sima de las Palomas; ¿qué aportación han hecho estos enclaves al estudio de la evolución humana?
–No conozco estos yacimientos. Sé que se están estudiando, pero me falta información.
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–Entiendo que la colaboración entre investigadores es importante, ¿la hay, por ejemplo, entre su equipo en Atapuerca y las instituciones o responsables de excavaciones en la Región?
–Me temo que no, y siento decirlo, pero lo cierto es que tenemos más colaboraciones con el extranjero que en España.
–¿Cuál es la razón?
–No lo sé. Llevamos cuarenta años trabajando y hemos ido conociendo a mucha gente, mucha fuera de España con la que hemos ido colaborando. Hemos trabajado en el yacimiento de Dmanisi, en la república de Georgia, en yacimientos de Francia, con el Museo de Historia Natural de París, con el Instituto de Paleontología de Pekín... En China tenemos varias colaboraciones muy importantes, por ejemplo.
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–¿Cuál es la colaboración con China?
–De China hace unos años no sabíamos casi nada porque el país estaba muy cerrado; ahora empezamos a saber mucho gracias a que hemos podido ir allí y estudiar sus yacimientos. Ellos analizan nuestro material y nosotros el suyo, y a partir de ahí comparamos y opinamos. Es muy curioso.
–Al margen de Atapuerca, ¿qué yacimientos han despertado su interés en los últimos años?
–Durante un largo periodo de tiempo nos interesó muchísimo el yacimiento de Dmanisi, en la república de Georgia, y colaboramos con sus responsables unos cuantos años. Es un yacimiento espectacular, con fósiles muy buenos, aunque ahora parece que no está produciendo tantos resultados. En su momento fue la estrella porque no paraban de salir restos fósiles, y se puso de moda. No obstante, me siguen interesando muchísimo los yacimientos europeos, por ejemplo Tautavel, que está en el sur de Francia, en los Pirineos. Ahora está paralizado por la pandemia y me han pedido que les eche una mano para que se ponga en marcha. Es un yacimiento con una cantidad de material increíble y seres humanos fantásticos que hemos comparado con los de Atapuerca, y que dicen cosas muy interesantes. Son enclaves que están al lado; Burgos de Perpiñán está a tiro de piedra, comparado con China.
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–¿Hace cientos de miles de años, lo que ocurría en un punto de la geografía y otro relativamente cercano estaba conectado?
–En muchos casos, era algo independiente. Ahora estamos tan conectados que por eso tenemos pandemias. Hace un millón de años en la península ibérica podían vivir unas cuantas miles de personas separadas por cientos de kilómetros. Probablemente ni se veían, formaban grupos, y esos grupos podían reproducirse entre sí. Seguramente, los que vivían en la provincia de Burgos no tenían nada que ver con los que vivían en la provincia de Málaga. Ahora ir a Málaga es un paseo.
–¿A lo largo de la evolución humana, previo al nacimiento de las grandes civilizaciones, hay constancia o pudo haber episodios parecidos a los que vivimos ahora que mermaran la población o incidieran en la evolución?
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–Aunque no existen evidencias ni en el registro fósil ni en el arqueológico, es claro que no pudo haber pandemias como la que estamos viviendo. La densidad demográfica era tan baja que las pandemias no podían suceder. En todo caso, es posible que algún grupo pereciera por infecciones similares y de manera muy puntual.
–¿Qué reflexión le merece la irrupción de esta pandemia?, ¿en ella es clave la relación que la especie humana tiene con su entorno natural?
–Durante estos meses he leído en más de una ocasión que la culpa de esta pandemia es nuestra invasión de todos los ecosistemas. Sin embargo, la relación entre los humanos de cualquier especie de la filogenia humana y otras especies de animales ha sido siempre muy cercana. Es por ello que la transmisión de algún virus desde alguna especie a los humanos pudo haberse producido en cualquier momento de nuestra evolución. La clave fundamental de que se trate de una pandemia es la estrecha relación entre nosotros, dentro de un mismo país y entre países. Esto último es lo que se ha dado en llamar la mundialización, que no es sino una globalización de los más de 7.600 millones de seres humanos. Ha habido varias pandemias en el siglo XX y aún tendremos otras en este siglo, porque la mundialización seguirá. Espero que hayamos aprendido algo de esta y que la capacidad de respuesta sea más rápida y eficaz.
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–¿Qué piezas fundamentales de ese puzle del que hablábamos quedan por descubrir?
–Muchas cosas, por ejemplo, especies por conocer. En Asia hay países de los que se sabe muy poco, en cuanto a evolución humana. Quizá porque no se han conservado restos, pero también porque hay lugares en los que es difícil trabajar debido a su situación política.
–¿En España, cuáles son los principales escollos para la investigación?
–El dinero. Y los problemas administrativos. En Atapuerca somos unos privilegiados, hemos pasado penurias, como es lógico, pero ahora mismo no nos falta de nada y por eso hay muchos resultados y muy buenos. En los tres primeros años en Atapuerca la situación era tétrica, no teníamos nada; afortunadamente, las cosas han cambiado para numerosos yacimientos, aunque no para todos. Hay muchos paralizados por falta de medios. En cuanto a los trámites administrativos, son complicados aquí y en todas partes; en Europa no son mejor.
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Nueva campaña
–Ya el año pasado la campaña de excavaciones en Atapuerca estuvo marcada por la Covid. ¿Cómo será este verano?
–En cuanto a la seguridad va a ser igual, o incluso mejor, porque haremos test de antígenos cada semana y esto nos dará casi la seguridad de llegar hasta el final. Este verano la campaña será más larga y creo que seremos unas 30 personas más con respecto al año pasado [unas 90 en total], pero todos españoles, porque todavía no pueden venir personas de fuera. En 2019 y 2018 llegamos a ser más de 250 personas de hasta 24 nacionalidades diferentes.
–¿Cuáles serán las líneas de trabajo?
–La idea es excavar los mismos yacimientos que el año pasado pero ir a los sitios mejores.
–¿Alguna meta concreta?
–Sí. El año pasado aparecieron de forma inesperada varias piezas de industria lítica en el nivel 8 de la Gran Dolina, de una antigüedad de 500.000 años, que es una época muy interesante en Europa, y queremos ver cómo era la industria lítica de este nivel. Esperamos encontrar resultados interesantes.
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–¿Qué le asombra del ser humano como especie?
–Cuando empecé a estudiar se sabía muy poco. En estos años he aprendido muchísimo y me han asombrado muchas cosas. Pero sobre todo, cuán parecidos somos a los demás primates: a chimpancés, gorilas, orangutanes. Aunque mucho más inteligentes, seguimos siendo territoriales, jerárquicos y tribales.
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